Tenía todo el morbo de lo que no puede ser, pero apetece.
Contigo quise arrebatarle a mi cama todas sus tristezas, demostrarle al mundo que en mi vida mando yo y mis caprichos.
Quisimos jugar a un juego sin más reglas que aquel dejarse llevar.
Tú corrías sin miedos y yo me tomaba demasiado en serio cada paso atrás.
Terminamos como empezamos, de repente, pero con el alma hecha pedazos, con la decepción clavada en el cuerpo, con la desilusión cubriéndome los ojos.
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