Tendrías que ver esos hoyuelos tan graciosos que aparecen en su rostro mientras canta una de esas canciones que cuentan lo que fue en un tiempo de chupas de cuero y vaqueros rotos.
Tendrías que ver esa mirada de niño bueno con la que trata de convencerme de que esa noche no la voy a poder olvidar -no lo voy a poder olvidar-.
Me encantaría que pudieras ver cómo sujeta el volante de su coche con la firmeza del que sabe adónde va y la alegría de quien salta en compases mientras cambia de carril.
Quise susurrarle a voces que tomara la próxima salida y retomara el camino de vuelta a cualquier lugar al que pudiera ir si era conmigo.
Por suerte no lo hice, no él lo hizo, ni fuimos, si somos.
Hoy no puedo hablarte de su voz, no soy capaz de mencionar su nombre, no cabe en mi recuerdo el aroma de su abrazo, pero seamos sinceros, un atasco no da para tanto, y aquel anillo en su dedo, amenazaba con doler lo que hoy no tengo a bien de soportar.
Si un día le ves, dile que aún hay alguien que le buscas en hora punta y con un mismo destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.