Esa atracción que nos envuelve, esos besos que nos damos al
mirarnos, aquellas palabras que jamás dijimos, esa triste historia a la que no
supimos poner fin, ese triste final que no supimos acabar.
Eso se siente esta noche, cuando el sol se acuesta y ya no
hay más que una triste piscina esperando a enfriar nuestras ideas. Pero el
cuerpo siempre nos pide más, nos pide ser completos, y mientras tú me miras
desde allí lejos, yo puedo sentir esta necesidad. Mis piernas piden rodearte,
mi boca besarte, mi lengua acariciarte como nunca antes lo ha hecho, mis manos
acunarte y mis brazos mimarte, mientras tú y yo esperamos que salga el sol de
nuevo para que se lleve este deseo que debería estar muerto desde hace mucho
tiempo.
Patricia Izquierdo Díaz
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