Lágrimas que no lloran,
abrazos que no abrazan,
sonrisas que disfrazan,
a corazones con murallas.
Lugares oscuros,
donde las luces se apagan,
escudos contra el desengaño,
besos perdidos en la nada.
Amores que se entierran,
bajo el silencio del alma,
laberintos sin mapas,
donde se esconde la desgracia.
La desgracia de amarte, sí,
pero eso ya lo sabes,
que por mucho que te ame,
no volverás a besarme.
Patricia Izquierdo Díaz
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