Te contaba que mi abuela siempre decía
que las mujeres de manos calientes
son amores para siempre
y las mujeres de manos frías
son amores para un día.
Aquella tarde nos desnudamos
sin llegar a quitarnos la ropa,
en una casa prestada en la playa
tras la sombra de un antiguo edificio
que nos precintaba las vistas al mar.
Hablamos del pasado y cocinamos,
te robaba comida del plato
y en mi irremediable manía de anticiparme,
yo ya estaba haciendo planes en tu boca,
Ahora recuerdo,
decías que los mejores platos
se cocinan a fuego lento,
y tú, con las manos frías.
A pesar de los aviones
Diego Ojeda
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