Esta luna llena es sublime, especial. De tan redonda es achatada, parece estar llena de nitrógeno, como el globo que huye de la mano. El cielo casi amanecido de mitad de esta noche no pertenece a este planeta. Es cielo de Campo Base del Everest, con una atmósfera tan liviana que parece escapar a los pulmones. Es un cielo del Sahara, del Mar Muerto, intoxicado de fuerzas más que humanas, vacío de átomos vacíos. Está compuesto de sueños, de luz. ¿Acaso no son lo mismo? Todo es esencial, imposible en su levedad. Yo floto, mi miedo pesa. Las nubes intimidadas huyen de las alturas, se acercan al peso, humilladas. Vociferan nuestras cargas, nos llaman desgraciados, sisean pensando que llega la hora de su reino. No saben que el trabajo de la luna esta noche es procurar que, si me asomo a mi abismo y resbalo, regrese intacto a la cama y despierte sintiendo que soy un hombre que hoy, solo hoy, no necesita salvar al mundo.
Samir Abu-Tahoun Recio
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