sábado, 30 de diciembre de 2017

Siempre

Quítate las dudas,
que tenemos la vida a favor
y quiero pasarme la noche
recitando poemas en tu lengua.

Hoy no me interesa la seguridad
pero me acojona no volver a verte.
Sé que todos necesitamos heridas para estar vivos
pero me he ido ya de tantos sitios, corazón,
que a veces preferiría estar muerto
y alquilarme un piso sin ventanas
en los dos interrogantes de tus ojos.

Te entregué un cuerpo roto de soledad
y me devolviste limpio de caricias,
te mostré el catálogo secreto de mis heridas
y me besaste los ojos con tus manos
y justo ahora
que veo las cosas claras si te tengo enfrente,
que tus ojos son los únicos que me salvan de este mundo,
me convertiste en invisible
y me iré para siempre.

Siempre es hoy, todavía, 
y lo que dura un paseo por Madrid
contigo de la mano.
Siempre es una terraza con las vistas al cielo,
es bailar borrachos en un piso compartido,
es tirarte al suelo y chuparte al alma,
es pintar con besos las señales de prohibido,
es esperarte
aunque sepa que no soy el único. 

Tal vez pasen los meses 
y recuerdes lo nuestro
como dos días de lluvia y otoño,
como un romance de libro,
como una inspiración,
o tal vez sea yo quien recuerde
que huí de tu nombre
porque era un lugar demasiado perfecto,
que amé tus veintiún años
con la misma inocencia que un cinco de enero,
que te entregué mi corazón a mar abierto.

Yo me alejo.
Tú no me olvide.

Y si me echas de menos
no me busques entre tus cosas,
búscame entre tus brazos.

Diego Ojeda


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.