Sigo en este tren, esperando mi parada. El viaje se hace largo, pero no para aquella pareja sentada enfrente, la cuál, se comen a besos, ríen alto, expresan pasión, miradas de amor... Pero ellos aún no lo saben.
Miro hacia otro lado, he decido darles intimidad. Ahí fuera más parejas con el frío que hace en las calles de Madrid. Los restaurantes están llenos de flores y velas. ¡Ah! Ya sé, se me olvidó que era San Valentín...
Pero eso a ti no te extraña, ¿a qué no? Es más que una anécdota. Es nuestra historia desatendida por mí. Y no fue falta de pasión, de eso íbamos sobrados. No, tampoco de amor. Mi regalo fuiste tú desde que te conocí, y te recuerdo que no era San Valentín. Era ese día que no planeas conquistar, ni mirar a nadie de forma especial, ese día que es un día más... Ese día que no olvidaré jamás junto con el que me diste mi libertad. Las historias de amor nos sujetan a estándares, a cuentos de hadas, a lo que la gente espera... Me negué a ser una historia más con el mismo final. Yo no era una princesa ni lo pretendí jamás. No quería a un príncipe con rosas ni canciones ni poemas... Te quería a ti en las noches de tormenta, por las mañanas al despertar, los domingos, en el cine, en la cocina, por las tardes viendo estúpidas películas... Yo sólo te quería a ti. Tú elegiste el cuento.
Patricia Izquierdo Díaz
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.