Sí, ni máquina, ni coche, ni nada. ¡Una brújula! Eso es lo que tuve el día que hablé contigo. Una brújula que me indicaba el norte de mi futuro. Mi giro de 180 grados que tanto había rogado, que tanto había pedido al cielo. El cielo, ese lugar al que miramos como último recurso.
Pasamos de lo peor a lo menos malo. Volví a confiar, a encontrar un amigo, alguien con quien podía halar durante horas y combatíamos el insomnio. Con el que no había madrugones ni horas en el reloj. Eres la magia que buscaba en mi vida, mi norte, mi camino correcto. Y eso se siente cuando echas un vistazo al pasado. Porque el día a día siempre es duro. Y el futuro, a veces, es mejor ni mirarlo.
Esta mañana cuando desayunamos juntos, miré a ese pasado, a ese cachito de historia que nos unió. Y ya no solo hablo de mí. Has traído un Cuquito a la vida de mis padres, a los que se les cae la baba con él y todo es poco. El Cuquito que solo trae alegría y ganas de vivir, de seguir creciendo, aunque pases los sesenta años.
Después vino Maya. Todo parecía que iba a ir mal cuando lo anunciamos, y nada más lejos de la realidad. Ayer, en casa, cuando éramos tropecientos, vi lo que has hecho, vi los resultados de esa magia de la que hablo, de ese norte tan buscado, de la buena decisión que tomé al decirte que "Sí" a una vida entera, a una historia.
Ayer, junto con mis tías, que te adoran, mi tío que quiere aún más y te busca en todo momento. Mis primos, mi hermano, mis padres, Cuquito y Maya, sentí que tenía la mejor familia del mundo entero. ¡Ah! Y mis tíos por videollamada, porque si éramos pocos... Se puede decir que hemos tenido la fiesta de presentación de mi Maya. Compartimos la tarde, charla, chetos y patatas. Compartimos esos trocitos de vida que siempre se quedan en el corazón y en el recuerdo. Y es que tú, me lo haces demasiado fácil.
Nuestra casa comienza a ser punto de encuentro de amigos y familia. De amigos, que eran míos y que te quieren tanto como a mí, de familia que has pasado a ser el "sobrino preferido", del Cuquito pasando de brazos en brazos y a Maya todo el mundo sobándola el lomo y dándola de comer.
Si esto no es un cuento de hadas, ¿decirme qué es? Cuando echo la vista atrás, no puedo evitar guiñarle un ojo a esa brújula que tantas veces me tiene perdida pero que sin yo saberlo sigue funcionando. Sigue indicando el camino de la felicidad.
Necesitaba una tarde así, con los míos. Contigo. Con todos. Te necesitaba a ti incluso antes de conocerte y quiero seguir eligiéndote cada día, incluso en la rutina, en los días grises, negros y blancos. Quiero seguir despertando a tu lado mientras te quejas de lo cansado que estás. Teniendo esas conversaciones que tanto me cuestan, pero que nos hacen mejores. Que el teclado es fácil, las letras salen solas, pero que me saques de mi zona de confort y me ayudes a crecer creo que es el mayor acto de amor que se puede hacer. Que me empujes a lo desconocido, a mis miedos sin dejarme sola, que estés a mi lado guiándome, haciéndome tan feliz como me haces... Quiero seguir esa brújula tanto tiempo como latidos del corazón tenga.
Quiero que sigas siendo mi mago favorito, el pintor de mis días marrones, el lector compulsivo de mi blog, el cocinero de mis tortillas favoritas y el componente más importante de mi familia. Quiero seguir diciéndote "Sí, quiero" cada día. Porque venimos a vivir y eso es lo que tú me das... Vida.
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