Entre broma y broma se lo he dicho a Laura. Vuelvo a verme mal, tan mal, que esta noche al verme en el espejo no he podido evitar vomitar. Vomitar todas mis penas, angustias y ansiedades.
Me he vuelto a mirar en el espejo. Me he visto aún peor, y de repente, esa soledad que me invade en estos momentos. Me siento más sola que nunca... Todo el mundo apuntándome con el dedo qué hago y qué dejo de hacer. Estoy más que harta de que intenten recuperar a esa Patri que ya no existe. La que vivía por y para contentar a los demás cumpliendo las expectativas que tenían de mí en todos los ámbitos de mi vida.
Un día dije "¡Basta!", y ese "basta" se mantiene. No estoy aquí para impresionar a nadie, ni para cumplir aquello que se espera de mí, pues, si tú crees que debería haber actuado de alguna manera concreta, es tu problema. Las culpas que se dicen apuntándote con el dedo, las llevo en silencio. ¿Por qué? Porque esa persona ya tiene su opinión, su opinión inamovible, ¿para qué hablar, pues? Es más fácil evadirte en tu mundo interior como diría Estopa, haciendo oídos sordos a quienes no quieren ni pretenden escucharte. Es una táctica que decidí usar hace unos años, cuando me aconsejaron que batallas librar y de cuales huir.
Nadie. Repito: Nadie, se detiene a pensar en ti. Nunca jamás. En qué puedes pensar, en cómo te puedes sentir, en cómo puedes reaccionar o en cómo te puede afectar ciertas acciones. Nadie termina de conocer a nadie nunca. Es así. Por muy empática que sea una personas, ciertas cosas te afectan dada tu personalidad en concreto, ¡qué sabrá la de enfrente!
No voy a pedir perdón por vivir, por cometer errores y por cometer mis aciertos. Mis aciertos que para otros pueden ser errores. No quiero ni pretendo abandonarme, ni vivir para nadie. No me quiero, es algo que he trabajado con psicólogas (que por cierto, el efecto es muy poco), pero no me voy a hacer de menos, ni cambiar para conservar a algunas personas cerca, puesto que no pido que nadie cambie. Si está en mi círculo, está claro que le quiero como es. Pero para mi no hay eso, para mí no hay permiso. Solo exigencia, deberías hacer esto, y aquello, y lo otro. ¡Por favor, ya! Haré lo que sienta en cada momento.
Sé que soy de impulsos, pero con la edad, los controlo cada día mejor. Es más, cada día pienso y repienso las cosas. Calculo todo, hasta el último detalla y todos los caminos que se me pueden presentar al tomar una decisión (otro ejercicio de terapia). Y lo que hago, es pensado, consciente. Puede que cometa errores, pero no sé si seré mejor o peor persona por haberlos meditado antes. Pero es que estoy cansada, muy cansada... de escuchar a los demás. De leer cosas que me molestan y callar, de ver que se espera de mi demasiadas cosas que ni siquiera me he planteado nunca.
Estoy harta de la gente y lo único que me apetece es hacerme un ovillo en mi lado de la cama y esperar a mañana. Esperar con la esperanza de que todo se solucionará, pues como me dijo Ana hace unos días en una terraza... "eres de las que tocas fondo, te deshaces, lloras y te rompes... pero no he conocido a nadie con tanta fortaleza. Te levantas, das el impulso y te comes el mundo, es muy admirable. Y sabiendo qué eres así, ¿cómo te dejas romper tanto?". Pues porque soy de extremos, conmigo no encontrarás grises. Soy intensa, y eso se traslada a todo, a lo bueno y a lo malo. Puede quererte con todo el alma y todo mi corazón, pero si me la lías... Puedo llegar a enterrarte (metafóricamente hablando), llorar, pasar el luto y seguir. Al final, la vida es seguir... No queda otra.
Hablando con un chico de Instagram que me ofreció un trabajo, me dijo una frase que me quedé con ella (por supuesto, no es suya), si sigues haciendo lo mismo, obtendrás los mismos resultados. Cambia, muévete, por ti, por todos... Sal a la calle y amplia la mira con la que observas el mundo. Sé tú. Sé esa que se come el mundo siempre, que no la dejan que la tosa, pues ella tuvo el mayor de lo entrenamientos, la vida...
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