Se me agarró al pecho como un catarro en invierno, como un suicida arrepentido a su cornisa, como mis ganas de su cuerpo a su camisa.
Jesús Lorenzo Ferrandez.
He de reconocer que ir descubriendo tus debilidades me excita. De tal manera que sería capaz de pintar la luna de colores, de encontrar a Cenicienta en un concierto de Rulo y la Contrabanda, de ir recogiendo cada uno de los post-it que un día pegaste en los árboles y encontrarnos en el banco de debajo de tu casa, para darte ese libro de poesía escrito para ti. He de reconocer que de vez en cuando una canción, me hace pensar en ti. Que un acorde me doctora en el arte de querer besar tu sonrisa. Y que un estribillo, me da alas para volar junto a ti. Siempre donde quieras. Pero también he de reconocer, que me cargaría a Cupido, por poner el mar de por medio. Entre el kilómetro cero y París, entre tu sonrisa y Praga, entre tu juglar y el mar de gran vía.
Dirás que soy cobarde, Pero reconoceré, que esa hora en la que Cenicienta pierde el zapato. ¡Sobre las 23:69 de la noche! Es la hora bruja, donde los cuentos se reescriben de nuevo, donde contar las lunas es una resta diaria, donde cada princesa es feliz de nuevo. Y sí, reconoceré que soy cobarde, pero aunque tú no lo sepas, como decía Enrique Urquijo, que hay un poema para ti, titulado, que sí. Sabes, qué sí, que el invierno es poesía y tú eres mi frío.
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