Los periódicos dicen que no has muerto
-así empieza este día sobre el que está tu nombre
lo mismo que la sombra de un pájaro en la nieve-,
que eres inextingible porque Sobre los ángeles,
Baladas y canciones del Parané, Retornos
de lo vivo lejano; inmortal porque Versos
sueltos de cada día, A la pintura,
Cal y canto, Semones y moradas.
Que ésas son las razones por las que aún estás vivo.
Qué absurdo es todo esto,
intentar ocultarle, como diría Auden,
la muerte del poeta a sus poemas.
Tú lo darías todo por ver una vez más
el sol flexible que arde entre los juncos,
la noche que ennegrece las palomas.
Tú lo darías todo por ver una vez más
la mujer de mercurio que se baña en un río
o la lluvia que suelta leopardos transparentes
en las calles de la ciudad vacía.
Los demás son palabras,
adjetivos que quieren detener el silencio,
el alud impasible del silencio.
Quién no daría todo lo que ha escrito
por vivir otra hora,
por poder despertar otra mañana.
Otra mañana a cambio de su vida.
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