Del primero no soportaba la falta de vida. Vivíamos en un bucle triste y adolescente.
Del siguiente me separaron las mentiras, las horas de espera en soledad, las noches de hospital si su mano.
El tercero me quería los días pares, y los impares a ella. Los fines de semana llegaba el miedo al silencio del hogar.
El que vino después prometía todo lo que no fue, y terminó.
Y ahora llegas tú, que te escondes en mi casa, que me quieren los impares, y los pares te me vas, también con ella -que aunque es otra, y no la quieres, te tiene cuando yo no-.
Y vienes tú, que te tiemblan las palabras en los dedos, y prometes un futuro, de apellido Utopía.
Tú, que cumples dos años por cada uno mío, que tienes tallado, en el dedo, una tabla de horarios y un contrato de letra pequeña.
Eres tú, el que me quita el sueño, y no a orgasmos, el que teme al reloj de mi mesilla, las tardes entre reunión y reunión, esperando que suene el teléfono, y eches a volar.
Eres tú, el presente más complicado, el argumento menos ilógico, el chico malo con decenas de arrestos en camas ajenas.
Tres agobio, y heridas por curar, pero ríes, abres los ojos claros, y olvido la tristeza del primero, las putadas segundo, las dudas del tercero, la inestabilidad del cuarto... y sé que aunque no estás, te tengo.
Que contigo quemo todos mis errores en media hora de sudores.
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