Llega un día que es demasiado tarde, que se para el reloj y el puto tiempo. Luego es cuando desearías haber aprovechado cada segundo, luego es cuando miras al cielo y querrías haber escuchado una a una, cada una de sus batallitas que él te quería contar, por el simple hecho de estar cerca de ti. El tiempo, el puñetero tiempo y sus ganas de hacer agonizar los recuerdos. No es casual que una persona que te quiere, quiera pasar ni que sea un segundo contigo, con cualquier excusa por muy tonta que sea. Hay que tener claro que si compartes tiempo regalas vida, que lo material no substituye a lo vivido. Hasta que llega el momento que ya es demasiado tarde para arrepentimientos, luego no hay marcha atrás, más que la nostalgia que nos queda.
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