Es una frase, un dicho, un refrán... que me encanta. Creo que es mi preferido si es que debemos tener uno.
Es un dicho que se nos olvida y en la mayoría de las veces, nos deja con cara de tontos, pensando "¡Oh, no! ¿Cómo es posible que me haya pasado esto a mí?". Pues es posible, sí. La vida nos da avisos, solo hay que estar un pelín atentos. Aunque muchas veces, siendo sincera, hacemos oídos sordos de esos avisos. Y lo sabemos. A solas, nadie nos engañamos. Es así.
Lo que me parece increíble, flipante, es la cara de tonto que se nos queda como os decía. Esa amiga ya no me habla, mi pareja me ha dejado, en el trabajo ha pasado tal cosa... Si te pones a pensar, a evaluar la situación a solas con toda la sinceridad del mundo, verás que dos más dos, siempre dan cuatro. Serás capaz de descifrar, qué parte de culpa tienes tú y que parte de culpa tienes los demás, hasta cuando empezaste a sembrar lo que acabas de recoger.
No digo que lo hagamos aposta, ¡ojo! Yo no digo eso. Pero a veces, estamos tan centrados en nuestro propio ombligo que nos olvidamos de que eso, trae consecuencias con los demás. Es más, los demás, pueden estar avisándonos y nosotros pasar olímpicamente. ¿Cuántas veces decimos de quedar con alguien y los meses pasan... y no lo hacemos? Luego no pretendas que esa persona esté en tu vida día a día y te llame cuando lo necesitas.
¿Cuántas veces, si vivís en pareja, os dicen lo que sienten, lo que quieren, lo que les duele o molesta...? Incluso verbalmente. Pero damos por hecho de que sí, cambiaremos, lo intentaremos o... el lunes empiezo. ¿Cuántas veces usamos la ironía o las bromas para... soltar algo? ¿Escuchamos realmente? Y aparecen las crisis en las que uno de los dos, se pierde, no se ha dado cuenta de cómo han llegado ahí. ¡O peor! Se enquista por no hablarlo, por uno callar demasiado... Y la bola se hace más y más grande, hasta que revienta... Y es ahí, cuando se nos queda cara de tonto. ¿Se acabó? Sí, se acabó porque uno de los dos se hartó de decir que el invierno estaba llegando y que tu siembra corría peligro... Decidiste recoger aquello que tú elegiste. Una pena... Pero la vida es así. En amistades, parejas, trabajos, familia...
Recogemos muchas cosas que no nos gustan y nos hacemos los dignos. Echamos la culpa a la vida, al karma, a los demás. Nunca pensamos en lo que podíamos haber hecho y no hicimos. Vivimos muy centrados en nosotros mismos, en deseos pasajeros como dormir un poco más, por darnos a la pereza, porque nos apetece hacer algo sin valor ninguno pero, ¡oye! Nos apetece y punto... En resumen, viviendo en un egoísmo constante que nos hace desconectar de todo lo que nos rodea.
Con nuestras decisiones o no decisiones, recogemos esos frutos de los que luego nos arrepentimos. Abramos los ojos un poco, miremos alrededor, miremos que dejamos de hacer y evaluemos las situaciones. Dejemos de mirarnos el ombligo, hay más cosas, os lo aseguro, hay un jardín entero en el que podríamos recoger bellas flores y no ortigas.
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