Es absolutamente necesario suicidarse cada cierto tiempo.
Huir de uno mismo,
perderse,
levitar,
ayunar,
sentir el cuerpo vacío, agotado, dolorido.
Mudar la piel,
beber,
vomitar,
tocar fondo, follar con desesperación y luego no recordar nada.
Estar ausente de todo.
Para después, aferrarse de nuevo a la vida. Reencontrarse. Vestir con colores pastel, andar a paso ligero y sonreír a los vecinos cuando te saludan por la escalera.
- ¿Qué tal estás, preciosa?
- Jodidamente bien, gracias.
Ana Elena Pena
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