Una vez, en quirófano, el anestesista me dijo muy dulcemente que dejase de llorar, que si me dormía llorando, me despertaría de la misma forma. Y así fue.
Desde entonces, recuerdo esa frase, e intento dormirme cada noche con una sonrisa, y me despierto feliz.
Y durante el día intento seguir sonriendo, siempre hay un motivo para hacerlo, aunque a veces no nos lo parezca. Y sobre todo, hacer reír a alguien, nos hace sonreír a nosotros.
¡Feliz domingo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.