"Quien piense que hablarle a un recién nacido es tontería no solo se equivoca. Sino que además, contribuye a crear carencias y a poner frenos al proceso comunicativo de un niño. A los bebés hay que hablarles cara a cara, hay que hablarles mucho, cantarles, susurrarles, explicarles cuentos… A pesar de no descifrar aún el misterio de las palabras, son hábiles traductores de emociones y pequeños pioneros en el proceso del lenguaje".
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