No estamos para rogar amistades, para obligar a que alguien se quede o para insistir en que alguien decida verte.
Estamos en la edad de que nos respeten y nos valoren, de que nos demuestren que quieren quedarse, sin poner excusas ni trabas, sin mentiras y sin dejar de lado nada.
Estamos en la edad de vivir al límite, de hacer todo lo que nos apetezca y de ser quienes queramos ser.
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