Quizá pasaron los años y nos olvidamos de que un día nos mirábamos como si no existiera nada más. Se hacía de noche mientras reíamos viendo pelis de American Pie o enganchados por mil capítulos a cientos de series. No recordaremos cómo temblábamos en nuestro primer beso. Cómo peleábamos por cocinar. Hacernos rabiar en personas y cómo pasabas del WhatApp. Pedirnos perdón encima del colchón.
Y se acabó. Dejamos de hablar, ni te acordabas de mi número de agenda. Y salías todos los sábados a saber dónde. Y yo sé que a ti solo te gustaba bailar.
Llenar de besos vacíos tu cama, de esos que se van por la mañana. Que no dejan ni un mensaje en el contestador. Que pase la semana rápido, que llegue un fin de semana más.
Pero un día, por la ciudad, nos encontraremos de la mano. Tú de una, yo de otra. Será raro, muy raro.
Y nuestras cabezas empezarán a dar vueltas mientras miramos al suelo al cruzar. Vueltas como una noria. Suena Pereza. Mirando por el rabillo del ojo nos diremos adiós, nuestros labios susurrarán de nuevo un "no pudo ser".
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