Ver cómo todo el mundo evolucionan, como van cambiando sus vidas desde el día en que los conociste.
Y como tú te quedas estancada, vives en la misma casa, con la misma gente que cuando naciste, con tu viejo coche, con tu habitación llena de muñecas y peluches...
Sin haber sido querida de verdad por un hombre, sin haber encontrado a ese compañero que te acompañe en tu vida. Estancada. Prehistórica. Sin evolución. Siendo la misma niña que hace años disfrazada de mujer de 25 años. Sintiendo que se acercan los 26 y aún sigues en el mismo peldaño. Sí, en la estudios avanzas... Pero en el trabajo no, en el amor no, en las cosas materiales no... No hay cambios, no hay avances. Y no es mi decisión. Es la vida que me ha tocado vivir.
Y pocos son los amigos que sienten empatía por ti, porque nadie sabe lo que sientes, nadie se para a escuchar tu grito de socorro, nadie escucha tu llanto, nadie sabe qué piensas... Porque nadie se para a escucharte, nadie. Y es que al fin y al cabo, vivimos solos, en una sociedad ciega y sorda, dice sólo importa uno mismo. Nadie más.
Patricia Izquierdo Díaz
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