Te creíste inmortal.
Osado Ícaro.
Desplegaste tus alas
y te lanzaste a jugar al fuego.
Inmerso en tu vuelo.
Disfrutabas del viento sin mirar atrás.
Todo un juego.
Bailando al son del canto de las sirenas. Estúpido Ulises.
Soltando lastre, te pudo el ego.
Tu sordera y tu ceguera se acrecentaron a medida
que crecían a tu alrededor
los llantos,
los suspiros,
la desesperación,
la ansiedad,
la tristeza.
Volabas cada vez más cerca del sol.
Ese sol ardiente que quedó por siempre en ti.
Ese sol de amor, ese sol de sueños,
ese sol de esperanzas y de luchas,
de obstáculos salvados,
ese sol que construiste y quemaste.
Desplegaste tus alas.
Demasiado alto.
demasiado lejos.
Ícaro.
Has abrasado al sol.
María Guivernau
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.