He pasado mala noche, pero nadie lo sabe. Hoy bromeo, hoy sonrío, hoy todo vuelve a su sitio.
Uno de mis grandes defectos, uno de los miles que tengo. Es ser demasiado exigente conmigo misma, seguramente haya amig@s que también piensen que soy bastante exigente para el resto del mundo, pero yo lo dudo. No lo sé... Puede ser, es posible, si ellos lo dicen...
Tener controlada la situación es un trabajo de 24 horas. No delegar, cargarte con más de lo que debes, apenas dormir, soñar con exámenes y apuntes. Familiares exigiéndote más mientras no te lo ponen nada fácil. Mirar un poco hacia dentro y sentir que fallas a los de ahí fuera por no estar a la altura. Y entonces te exiges más. Conviertes tu día en un caos de 35 horas. Alargas las horas, haces malabares para estar con todos, para estar ahí para todos, y te olvidas de ti. Pero a solas, nadie se engaña. Necesitas tu tiempo, necesitas llamar un verdadero 112 que te salve (al verdadero, insisto) y que te saque del lío, que te diga "tú puedes", que te diga "yo confío en ti", que esté ahí simplemente escuchándote, queja tras queja, sintiéndote como una mierda porque no cumples con nadie, ni siquiera contigo misma, sientes que te fallas, sientes que fallas a tus sueños... Y entonces te exiges más y más... Y más.
Imaginaros, por si no os ha quedado claro a vosotros mismos corriendo. Intentando llegar a todo el mundo, pero tienes sed, llevas años corriendo, sabes que estás en forma, que no morirás de un infarto en el camino, llevas corriendo toda una vida para salvar a todos, pero da igual, estás cansado, sientes debilidad en tus piernas, sientes que dentro de poco no vas a poder llegar a nada ni a nadie. Y te decepcionas contigo mismo, es correr, es algo que haces todos los días al levantarte. Es solo correr, y hay muchos esperándote a que llegues y les escuches. Pero no llegas, porque apenas has dormido, porque apenas has comido, porque... te has olvidado de ti. Pero insistes, y corres... Y corres más, y te vas alejando de tu origen, y piensas en cómo volverás, pero de nuevo, te olvidas de ti... Y corres...
Es angustioso, ¿no? Cansado, triste, ¿quizás? Te puedes llegar a sentir impotente, vacío... Decepcionado, ¿verdad? Decepcionado con uno mismo... (qué palabra tan hiriente) ¿Abandonado? ¿Defraudado? ¿Y sabéis lo peor de todo? Que tras estas sensaciones o sentimientos. Te exiges más, y no paras, y corres...
Patricia Izquierdo Díaz
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