Cuentan, y me consta que es verdad, que en el año 1984 decidió parar todos los relojes de su casa a las 4 de la tarde, hora en que conoció a Pilar del Río, el amor de su vida.
Desde entonces no ha habido nadie que haya encontrado un acto de amor romántico de una belleza comparable; y dudo mucho que vayamos a encontrarlo en toda nuestra vida.
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