Hola:
Te escribo esta carta ahora que te has ido. Digo «ahora» porque, aunque fue hace tiempo, para mí aún es ayer.
Supongo que estarás por ahí, sonriendo y abrazando. Y aunque ya no sean mis manos las que tocas, aún te siento.
Yo, todo bien, ahí sigo. Con mis letras y la música todo el día en los oídos. Intentando que este dolor cada vez suene más bajito.
Y quizá algún día, no lo sé, nos veremos por la ciudad: tú de una mano, yo de otra... ¿Qué pensaremos entonces? ¿Volveremos a recordar cómo nos mordíamos cuando se hacía de noche? ¿Sonará en nuestra cabeza esa canción que nos volvía locos?
No lo sé...
Y aunque no quiero, mi despedida es decirte que te echo de menos, y aunque tú ya me eches de más, y mucho, no dudes que algún día nos encontraremos.
Toca bajar el telón.
Adiós.
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