Nunca estaremos preparados para cuando nos rompan el corazón y nos dejen medio vacíos por dentro. Supongo que nunca sabremos cuándo va a pasar ni cómo vamos a actuar si pasa.
Y supongo que es normal, porque hay ciertas situaciones en la vida que nos pillan de imprevisto y nos dejan como bloqueados. Y lo único que podemos hacer es juntar todas las piezas de nuestro corazón y agarrarlo bien fuerte para tirar hacia delante, con todo.
Y es que, pase lo que pase, debemos pensar en nosotros y recordar cómo merecemos que nos quieran. Debemos hacernos valer, ponernos en nuestro lugar y no aceptar a nadie que nos cambie de sitio o nos haga ser quienes no somos.
Esas situaciones pueden llegar sin avisar, sin que nos lo esperemos, o sí, aunque no lo hayamos querido ver. Llegan y se van. Pero debemos ser lo suficientemente fuertes para saber seguir siendo los mismos, para saber cambiar de página, de libro o de capítulo. Para saber que las lágrimas pueden ser buenas pero que las sonrisas siempre tienen que ganarles, y cuando no lo hacen, no merece la pena.
Debemos saber que el amor no duele, y que cuando lo hace, no es amor, era solo eso que a veces se le parece pero que no tiene ni punto de comparación.
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