jueves, 19 de febrero de 2015

Todas las demás


Soy un obseso, lo admito. No hay nada mejor que sentarse en una terraza y ver pasar a todas las mujeres. Aquella parece no llevar sujetador, unas tetas espléndidas. Esa otra, la del perrito, una boca maravillosa. Y qué decir de ésta, mírala, cuantos secretos lleva escondidos bajo el rimmel de sus ojos, cuantas noches han perfilado su forma de andar, casi ingrávida sobre el asfalto. Y aquella que se acerca a lo lejos. Dios mío, esa es un diez. Y se acerca. Se sienta en mi mesa. Y suavemente me besa en la boca. Esa es mi chica, y noto cómo unas cuantas miradas masculinas la analizan detalladamente. Y la desean. La desean tanto como la deseé yo hace ya muchos muchos años. ¿ Que si ya no la deseo? 

Claro que sí.
Más que a ninguna.
Pero menos que a todas las demás.



Luis Ramiro


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