Tengo que aprender a decepcionar a la gente,
a no satisfacer siempre a todos,
ser capaz de decir no quiero,
no puedo, no voy a hacerlo,
necesito tiempo para mí,
no estar siempre en todas partes
porqie esa es la mejor manera
de no estar nunca en ninguna.
Me cuesta decir no
construir muros de contención para lo ajeno,
estoy cansado de abrir mi corazón
como una tienda.
Tengo que aprender a decepcionar a la gente,
hacerlo con arte,
como decepcionan las promesas
que se dicen ya muy tarde en ciertas camas,
dejarles que piensen lo que quieran sobre mí,
no preocuparme por haberles fallado
cuando posiblemente no seas así,
cuando posiblemente quieran hacerme ver que sí.
Sé que no lo hago por miedo.
Que hay veces en que temo
el dardo en la mirada ajena,
el veneno que pondrán en las palabras
cuando no haga lo que ellos quieran.
Porque así funcionan ciertas personas:
cuando una sola vez
-y estoy diciendo una sola-
oses no pensar en lo suyo,
hazme caso, ten cuidado y corre,
corre tan lejos como puedas.
Dales un solo motivo,
uno solo -no hacen falta más-
y serás el príncipe de las decepciones,
el guardián de la ingratitud,
el monarca de la estafa,
solo serás un traidor ingrato,
uno, que por no cumplir por una vez con sus deseos,
habrá perdido para siempre
todas sus virtudes.
MARWAN
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