martes, 15 de mayo de 2018

Los árboles miden los corazones de las calles

A Javier Bergia



Como de pronto, ayer y sin buscarlo,

me encontré con tu calle. Parecía
que estaba todo igual. Y justo enfrente
estaba aquel quiosco. Las hojas de los árboles
amarillas de otoño y de recuerdos.

Carrera apresurada hasta tu casa.
Y yo parado en esa misma esquina. Era la noche
lo mismo que las noches cuando estaban
vestidos de domingo los amores.
Y tú te detenías un momento. Y me lanzabas
el beso del adiós y la sonrisa.

El automóvil desde el que yo moría
arrancaba despacio. Y en la radio
un programa nocturno y soledades.
Luego venia el camino solitario, la nostalgia
del alcohol y las manos. La tibieza
de tu pecho perdido. Recordaba
como el dolor de las cafeterías solitarias
tu voz cuando gritabas en la alcoba mi nombre.

Está la calle igual. O eso, al menos,
me parece al andar por las aceras.
Y miro a tu ventana. Ya no hay nadie.
Un cartel de se vende. Sólo eso.

Rodolfo Serrano



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