lunes, 25 de marzo de 2024

Desde tu ventana

 Querido marido:

Hay una soledad que te invade tu cabeza. Pero tu corazón ha de mirar más allá, a tu alrededor. Ha de mirar con amor. Estás rodeado de la familia que has elegido, que tú has creado y que mantienes a tu lado. Tienes a Cuquito, tienes a Helena, y por qué no, tienes a Maya.

Mucha gente sueña con formar su familia, y por miles de razones... Es un sueño que no sale adelante y se queda estancado en algún lugar de su interior.

Eres una pieza fundamental para que toda esta locura funcione. Nada funciona sin ninguno de nosotros. Parece que nos hicieron a medida y cada uno tiene una función diferente. Entre todos, avanzamos. Tengo que reconocer que Helena es el motor de nuestras vidas. Llegó justo cuando debía de llegar, y siempre me pregunto al mirarla... ¿quién dio la vida a quién? 

Si miras fuera... Desde tu ventana, padres y amigos, también cumplen su función de que este mundo parezca menos gris. Cada uno, a su manera, pinta de color. 

Hace tiempo que dejamos de ser dos... Creo que nunca fuimos dos. Y no creo ni en el destino ni en nada parecido. Pero creo en las ganas y en la fuerza de cada uno para vivir. Habrá días mejores y otros, pues que no tantos. Pero nadie aprendería a valorar la felicidad si solo se alimentara de ella. Hay que tener tristeza, para valorar la alegría. Hay que sufrir para saber ser feliz. Y los momentos, las pequeñas cosas del diario son las que nos pintan una sonrisa... Y las mismas, las que nos hacen llorar.

Cada vez que te pierdas en tu móvil, entre las proteínas, y en tu mundo, piensa... Qué alrededor está el verdadero motor de lo que te saca adelante. Y no te pierdas un desayuno en familia, no te pierdas los brazos de tu hija, los lamidos de Maya, los despertares en familia, las llamadas de amigos... No pierdas detrás de deseos vanos a la felicidad.



lunes, 11 de marzo de 2024

12 de febrero de 2024

 Hace poco... Estuve pensando en el verano del 2019. La peor época de mi vida. Concretamente julio. 

Nunca he contado qué me pasó. Qué hice. Solo las personas más allegadas lo saben y lo vivieron conmigo. Os diré... Que la idea de desaparecer me aliviaba, me daba paz. E hice todo lo que juré que jamás iba a hacer por respeto a mí misma o... Por miedo.

Nunca iba a quedar con chicos de internet, nunca iba a salir con desconocidos. Nunca hablaría con nadie que no hubiera conocido antes personalmente... Entre otras muchas cosas... Porque... Lo que antes me daba miedo, ya no me lo daba. Le perdí el respeto al miedo y a la muerte. Y cuando se lo pierdes, y te pierdes el respeto a ti misma te conviertes en un arma de destrucción masiva. Todo lo que tocas, lo matas. Te vuelves fría, egoísta, calculadora. Avanzas hacia lo que te da beneficios exclusivamente aplastando todo lo que se interponga en tu camino. No hay sentimientos ni para una misma.

Ahora... Estoy en una época negra, muy muy oscura. Tampoco voy a dar más explicaciones que el cúmulo de cosas y el creer que eres indestructible. Todo sale. Todo.

La diferencia de ahora es que el hielo me lo fundió mi hija al nacer. Me devolvió mis miedos, me devolvió mi calor, mis sentimientos. Helena me salvó el mismo día que ella nació. Y no lo sabe, pero cuando sea mayor, le contaré mi historia. Hay personas, hay amores por los que merece la pena luchar y dejarnos la piel en el camino. Hay mini deditos que te atan a la vida de una forma tan brutal que es indescriptible.

Ella es el motor y mi corazón, mi latido y mi oxígeno para vivir. Por ella soy capaz de mover montañas, mundos y lo que venga por delante. Soy capaz de creerme WonderWoman y salvar a papá cuando lo necesite, salvar a Maya también. Soy capaz de luchar por mi familia si es que alguno se tambalea en algún momento. Pienso ser la gasolina de esta familia, la que nos saque adelante en todos los sentidos. No pienso dejar a nadie por el camino.

Y toda mi fuerza me la da la más pequeña de la casa. Hija... Tú sí que eres WonderWoman.