sábado, 15 de julio de 2017

El amor me persigue, pero yo soy más rápida

A mí lo que me gusta es tu olor. Me mata tu olor. Podría detectarlo en un campo de fútbol lleno de hooligans sudorosos. También me gusta cuando encajas en mí. Cuando me abras por detrás, desnudos, y llega un punto en que no puedo distinguir entre tu piel y la mía. me gusta cuando me miras queriéndome transmitir todo lo que no te hace falta decir. Me gusta cuando te desnudas por dentro, del todo, despacio, y me dejas ver más allá de ti. Me divierten tu petulancia, tus manías, tu susceptibilidad, tus incoherencias, porque me veo reflejada en tu espejo. Me gustas por tu seguridad y por tus inseguridades. Me encanta tu cara de pillo cuando sonríes. Es como si te conociera de pequeño y pudiéramos jugar juntos.

Soy fan de tus comparaciones, rápidas, espontáneas, gráficas, brillantes. Eres jodidamente brillante, y lo sabes. Me encanta follar con tu cerebro. Me pone cachondísima verte correrte, me muero de deseo por sentir un orgasmo tuyo dentro de mí. Bueno, tú me pones cachonda siempre. Podrías follarme en un autobús urbano con toda mi familia como testigo sin que fuera capaz de negarme. Me encanta cuando te quedas encima de mí latiendo después de hacerlo. Me calma oír tu corazón, como un reloj, por las noches. No duermo bien si no te toco un pie aunque sea. No sé qué me provoca más ternura, tu mala leche o tu hipersensibilidad.

Te pegaría un bofetón cuando resulta que tú me puedes hacer un favor a mí, pero no me dejas que yo te lo haga a ti. Pero me encanta cuando te sientas a mi lado y rompes la barrera y me volatilizas las defensas, haciéndolas añicos, y mandas a mi parte chula a tomar por saco y sacas a la tierna, a la niña. Es un jodido don que tienes. Precioso.

Me fascina cómo te conoces a ti mismo, pero a la vez buscas mi reafirmación; me recuerdas a mí. Me reconforta que tú tampoco tengas límites, dentro de nuestros límites. Me encanta que lleves tú las riendas, pero déjame tirar alguna vez del caballo, para no olvidarme de cómo se conducía. Me encanta que seas un espécimen único, y que lo reivindiques. No hay manera ni de clonarte. Me puede oírte hablar y gesticular, no lo resisto. Y tu estilo. Podría ir contigo a cualquier parte, sintiéndome orgullosa de presentarte en sociedad o de meterte en el tugurio más cochino del mundo, convencida de que sabrías estar. Eres elegante  hasta fundirme. Sé que hay tres cosas que jamás perdonaré contigo, y que son mutuas: la confianza, la sinceridad y el respeto.

Estoy absolutamente subyugada ante tu ciento por ciento de follabilidad. Te veo caminar y podría cruzarme el Sahara a pie detrás de ti. Sin sed, sólo mirándote. Me vuelve loca que te empalmes en un bar sólo por tenerme enfrente, sin provocarte siquiera. Pero también me encanta que no seas sólo una polla andante y a veces te pueda la responsabilidad.

Todavía no acabo de entender cómo has conseguido que me sienta mejor contigo que sola. Justo porque me dejas todo el espacio y no me agobias ni me persigues. Porque tú también eres libre. Y me gustas así, asalvajado. Sin dejar de ser responsable conmigo y con tus seres queridos, tan esclavo de tus palabras como de tus actos.

Yo también soy esclava de las dos cosas, y ya no tengo miedo. No voy a esforzarme por dejar de sentir o a huir por miedo a sufrir. Es tan absurdo como renunciar a la libertad de amar por buscar la libertada a toda costa, porque al final sufres por no permitirte ser libre para amar. Y ese error ya lo he cometido en mi vida y no lo voy a hacer más, y menos otra vez contigo.

Vales demasiado como para no disfrutarte.


Me cambian

Los hombres me cambian la vida. Yo cambio cuando quiero a un hombre, como tú decías ayer de las demás. Me quedo imbécil, lo doy todo, cedo sin que ni siquiera me lo pida para estar con él, para hacerlo feliz, para que la relación funcione. Me doy por completo sin pedir nada a cambio... Y entonces el tío lo tiene todo tan fácil y me tiene tan segura que pierde toda la atracción y el morbo que sentía por mí cuando le parecía una mujer fuerte, independiente, segura y pasota, y me deja para estar solo. No con otra, no. Solo.


Comprendí

Comprendí que hay personas que brillan sin ser estrella, y silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida ramos por darle uno.


Por ser mujer

Yo es que nunca he sido muy de resistirme. Si no me atrae, no doy lugar a tener que decir que no. Y si me atrae, voy a por todas, y no me como la cabeza con que la primera noche no, ni bobadas de esas de hacerte rogar, ni de hacerle sufrir para hacerte valer, porque si te entregas enseguida, lo fácil no lo valoran. Si somos iguales, ¿por qué ellos sí pueden acostarse contigo su les atraes en cambio a mí, por ser mujer, me van a aplicar el doble rasero de que si lo hago es que soy un putón verbenero? 

El amor me persigue, pero yo soy más rápida








miércoles, 12 de julio de 2017

Sin vuelta atrás

Harta, muy harta. Sin vuelta atrás. Incapaz de volver a ponerme unos tacones y de ir a ninguna puñetera fiesta más, pintada como un coche, con un vestidazo de Moschino embutido y con el sillín de la bici en la mano para fardar de que, para bohemia, la menda.
Incapaz de aguantar a más gafapastas con los pantalones pitillo caídos, echándome su fétido aliento de las cinco de la mañana en un antro para hipster pseudointelectuales que te aturden alabando la última película somnífera de Haneke.
Incapaz de seguir saliendo cada noche a beberme Barcelona y acabar ciega como un topo, colgada del brazo de algún maromo o despatarrada en medio del Raval al estamparme con la bici contra un árbol invisible. Harta, hartísima. Incapaz.

El amor me persigue, pero yo soy más rápida




Lo mejor que puedes

Lo mejor de la existencia es que todo se acaba. Planteamiento, nudo, a veces muchos nudos y muy intricados, y desenlace, mejor o peor, habitualmente malo aunque para para mejor. Si es muy mal, ahí se acaba todo y, mira, dejas de preocuparte y ya no tienes que hacer más cambios. Pero mientras no se acabe todo del todo, lo que se terminan son las etapas, y hay que esforzarse para pasar a la siguiente pantalla de este jueguecito con el que nos ha tocado bregar sin instrucciones ni vidas de repuesto. Vives ésta lo mejor que puedes y, si no sabes, te jodes y la vives mal.


Tranquilidad

Paz mental. Tranquilidad. Soledad. Yo. A solas. Sin ruido alrededor. Sin imposturas ni impostores. Sin luces de neón ni de focos de plató.



domingo, 9 de julio de 2017

Me limité a sonreír

"Me preguntaron qué había visto en ti. Me limité a sonreír. Un pirata jamás revela el contenido del tesoro. Y yo, siendo el pirata con el tesoro oculto más grande, no iba a dejar que te descubrieran, mi amor."






Heridas y tiritas

Hay personas que pasan por nuestra vida, que son heridas. Algunas desde el principio hasta el final. Otras aparecen para salvarte y terminan matando.

Lo intentamos todo: desinfectar, tomar calmantes para el dolor... y terminamos poniendo una tirita.

El problema es que siempre quitamos la tirita poco a poco, con dolor en cada tirón, y algunas veces es mejor tirar de golpe, arrancando la piel sólo por una vez.

Cicatriz nos va a quedar igual, pero sólo una y más bonita. Y aunque esté curada siempre escuece.


William Shakespeare

"Después de un tiempo aprenderás que el sol quema si te expones demasiado. Aceptarás incluso que las personas buenas podrían herirte alguna vez y necesitarás perdonarlas.
Aprenderás que hablar puede aliviar los dolores del alma... Descubrirás que lleva años construir confianza y apenas unos segundos destruirla y que tú también podrás hacer cosas de las que te arrepientas el resto de tu vida"


Exprimir segundos

Mira en qué mundo vivimos. Cualquier día puedes salir a la calle y, por infortunios, nunca volver. Puedes viajar y nunca hacer el camino de vuelta. Simplemente estar en un sitio en el momento exacto, por desgracia. Puedes tener el día más feliz de tu vida y que aparezca al día siguiente una enfermedad que igual nunca desaparece. No entiende de edades, ni de momentos.

Con el paso del tiempo aprendes a vivir cada minuto como si fuera el último. Para que, pase lo que pase, sepas que has exprimido al máximo cada momento. Sin miedos, porque ya nada es evitable. No sabes dónde está el último beso. El último abrazo.

He aprendido a soltar todos los "te quiero" que me salen. Aunque algunas veces parezcan demasiados.

He aprendido a disfrutar de un paisaje, una canción. Una película. Un instante al lado de la persona que amo.

No voy a cambiarlo por nada. No tengo ni idea de cuántos segundos quedan. Pero van a ser apasionados.


El verdadero amor

El hombre sonrió y le dijo: Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quién es ella.

La historia terminaba con esta hermosa reflexión: "El verdadero amor no se reduce a lo físico o a lo romántico; el verdadero amor es la aceptación de todo lo que el otros es, de lo que ha sido, de lo que será y de lo que ya nunca podrá ser".




Cuando deja de llover

Hemos viajado sin comprar el billete de vuelta, tomando posición, desafiando a la tormenta.
Trato de enumerar los veinte mil motivos por los que sigo aquí y tú sigues conmigo, igual que un tatuaje que estás bajo mi piel y vas tatuándome la herida que alguien abrió ayer.
Eres agua en el desierto, eres lo que no ve, el reflejo de la calle cuando deja de llover.

Hemos cambiado los no puedo por juntos con todo.
Mientras sea junto a ti siempre habrá algún modo.
Me vuelvo a reafirmar en veinte mil motivos por los que sigo aquí y tú sigues conmigo, igual que un tatuaje que estás bajo mi piel y vas tatuándome la herida que alguien abrió ayer.
Eres agua en el desierto, eres lo que no ve, el reflejo de la calle cuando deja de llover.

Igual que un tatuaje que estás bajo mi piel y vas tatuándome la herida que alguien abrió ayer.
Eres agua en el desierto, eres lo que no ve, el reflejo de la calle cuando deja de llover.

Lucía Gil