domingo, 31 de diciembre de 2017

ADIÓS 2017

Adiós 2017...

Has sido uno de los mejores años de mi vida. Terminé la carrera y encontré trabajo. Aún sigo estudiando, es un vicio, no lo puedo dejar.

Me diste a las mejores amigas del mundo, mis langostinas. Me has mantenido a más gente como a Belén (que te adoro) y otras muchas más, que el tiempo no ha hecho mella en la amistad. Gracias por darme el mejor viaje de mi vida. Por ayudarme a descubrir mundo, por darme más escapadas de las que tenía pensadas que me las guardo para mí, por traernos un poco de tranquilidad a la familia.

Gracias, por haberme hecho aprovechar cada segundo del año y recordarlo. 
Así que sólo pido una cosa para el 2018. Seguir así, porque no cambiaría absolutamente nada. Lo que hizo daño, nos hizo más fuertes, nos enseñó a cómo superar los distintos obstáculos que nos pone la vida, sino, supongo que el día a día sería muy aburrido.

Os deseo a todos un feliz 2018, cargados de sueños cumplidos, de momento para recordar, cargado de vida. Gracias a todos lo que habéis estado conmigo este año, os deseo felices fiestas.

Patricia Izquierdo Díaz



ADIÓS 2017 - SANPALAPA

Me parecía bien hacer una entrada especial para ellas antes de despedir el año en mis redes sociales. 

Este año, como el pasado, como desde que nos conocimos en la universidad, ha sido especial, pero el 2017 un pelín más. Acabamos la carrera, tuvimos opción de que cada una siguiera su propio camino, pero aquí estamos, celebrando que llega un año nuevo. Buscando en la agenda un hueco libre siempre para ellas, y chicas, ¡vaya si nos cuesta! Y eso que somos cuatro.

Gracias por estar ahí este 2017, por haber sido partícipes del mejor verano de mi vida, empezando por Mallorca... ¿verdad, Joan?, siguiendo con mi cumpleaños y sumándonos también al máster, ¿por qué no? Es algo que seguimos haciendo juntas.

Desde Mallorca siento que algo cambió, creo que todas lo sentimos, no sé. Se creó un grupo consolidado bajo nuestro líder y los langostinos. Se creó SanPaLaPa. Y eso solo puede pasar si existe amistad de verdad. En la distancia (porque cada una vivimos en un punto de Madrid), ahí estamos, riéndonos como siempre de todo, ¡hasta de nosotras mismas! Sobran las palabras para deciros que sois lo mejor del 2017, y estoy segura que es solo el comienzo, que nos quedan más viajes, nos quedan más enfados por no poder quedar las cuatro, pero las ganas de seguir intentándolo no cesarán. 

Os deseo una buena entrada del 2018, os deseo un año lleno de sueños cumplidos, un año más para ir sumando momentos... Y como propósito de este nuevo año, me propongo quedar más con vosotras, porque cada momento es una historia que recordar... Os quiero, pero eso ya lo sabéis. ¡Feliz 2018!


sábado, 30 de diciembre de 2017

En azul, los labios eran otros después de tantos años

Hay recuerdos. He vuelto.
En cada esquina, amor,
en cada esquina.
Rezuma tu perfume por las piedras.
Se agazapa en los vasos.
Resbala en el licor, amor,
resbala.
Fue hace meses
horas, años.
No importa demasiado.
Pero está tu recuerdo.
Esa voz que decía "no me dejes".
Esos labios de angustia.
Y tu cuerpo caliente entre mis dedos.

Quisiera maldecirte,
besarte nuevamente
o volver a beber y emborracharme
de champán y tequila.
Yo recuerdo tus pechos asombrados.
El joven que vendía rosas rojas,
tu jadear oscuro,
los poemas
que nunca te entregaba.
Porque a pesar de todo,
de la áspera coraza de los odios,
de las lluvias borrosas del olvido,
del corazón prendido entre los dientes...

Porque a pesar de todo,
aunque tu nombre
me traiga la punzada
de saberte perdida,
te llevo entre mis cejas
como una maldición no merecida.
Y cada noche
daría cualquier cosa por tenerte
contra mi piel ardiente. Y en la fiebre
y entre los dedos míos, tu recuerdo.
Te sigo deseando.
Daría cualquier cosa por volver a sentir
tu aliento abrasador junto a mi oreja,
el sabor a tabaco de tu boca,
y ese temblor por siempre irrepetible,
ese ronco gemido de tu pecho,
la sensación dulcísima
de tu piel igual que seda cruda.
Ese igualarnos
con Dios y el paraíso.

Te quiero todavía.
En lo imposible.
Con esa sensación que dan los vinos,
el alcohol y el deseo.
¡Dios!
Daría cualquier cosa
por tenerte diciéndome "te quiero·,
aunque fuera mentira. He aprendido
que al final la verdad es sólo eso:
haber metido el mundo en tu cintura.

RODOLFO SERRANO


SEYCHELLES

Terminaba el sueño y yo palpaba el ambiente, cargado, medía la distancia entre la mosquitera; un velo de sueños hecho, con tacto, en algún país al que seguro, querríamos ir 
-de tener la oportunidad-,
y tu cuerpo, alejándose de la cama,
supongo que al baño
-desperté antes de saber si volvías-.
Poniendo dos dedos frente a mis ojos,
como la mirilla de un rifle al que ya no le queda munición,
y contando, en milagros, cuántos de ellos
entraban en cada paso que, con dulzura, dabas
en aquella dirección que, seguro, era la incorrecta.
Cuántos cabían desde ese fino encaje negro hasta tu pierna
en cada amenaza de paso que ibas dando.
Desperté, al final, con el calor de una zona que no lo merece,
sin café preparado, y llegando una hora tarde al trabajo.
Solo,
por supuesto.
Desperté. Nunca supe si volvías
y, sinceramente, llevo tanta
mierda encima
que, hasta el mundo, hoy,
tras esta noche, 
me huele bien.

Pablo Benavente


JUAN TROVA

Me transporto a un universo inquietante, a un espacio finito, deseable a la vez que temido. Yo, que sin ti no me encuentro, no soy contigo. Incómodo reflejo en el que no me reconozco y al que me apego consciente, peligrosamente y sin remedio. Permanencia de miradas y horas recorriendo una espiral inconclusa, cargando un nombre y un rostro que no son míos, vistiendo un disfraz de mí, anhelando tu indeseada ausencia.
JUAN TROVA

REBECA JIMÉNEZ

Ausencia a flor de piel, todas esas sensaciones y recuerdos que afloran cuando hay una pérdida de ese sentimiento universal que nos roza y nos sobrecoge a todos que es el amor, dejándonos en ese estado ingrávido como la niebla, que tú nombras.

REBECA JIMÉNEZ

Breve variación sobre un tema clásico

El amor llega
en ocasiones
cuando no debe.

Y te complica la vida.

Y te dices
que deseas 
que se vaya.

Pero se queda.

A él no puedes mentirle.

Karmelo C. Iribarren


Siempre

Quítate las dudas,
que tenemos la vida a favor
y quiero pasarme la noche
recitando poemas en tu lengua.

Hoy no me interesa la seguridad
pero me acojona no volver a verte.
Sé que todos necesitamos heridas para estar vivos
pero me he ido ya de tantos sitios, corazón,
que a veces preferiría estar muerto
y alquilarme un piso sin ventanas
en los dos interrogantes de tus ojos.

Te entregué un cuerpo roto de soledad
y me devolviste limpio de caricias,
te mostré el catálogo secreto de mis heridas
y me besaste los ojos con tus manos
y justo ahora
que veo las cosas claras si te tengo enfrente,
que tus ojos son los únicos que me salvan de este mundo,
me convertiste en invisible
y me iré para siempre.

Siempre es hoy, todavía, 
y lo que dura un paseo por Madrid
contigo de la mano.
Siempre es una terraza con las vistas al cielo,
es bailar borrachos en un piso compartido,
es tirarte al suelo y chuparte al alma,
es pintar con besos las señales de prohibido,
es esperarte
aunque sepa que no soy el único. 

Tal vez pasen los meses 
y recuerdes lo nuestro
como dos días de lluvia y otoño,
como un romance de libro,
como una inspiración,
o tal vez sea yo quien recuerde
que huí de tu nombre
porque era un lugar demasiado perfecto,
que amé tus veintiún años
con la misma inocencia que un cinco de enero,
que te entregué mi corazón a mar abierto.

Yo me alejo.
Tú no me olvide.

Y si me echas de menos
no me busques entre tus cosas,
búscame entre tus brazos.

Diego Ojeda


El error

Hace un año que volvimos a intentarlo,
el verano me explotó en el pecho,
el frío salió a cubierta
y en defensa propia salí a buscarte.

Los días sin verte
fueron playas desiertas,
informes semanales de cuentas en rojo,
monólogos con tu recuerdo.

Tú escribiste mi nombre
en una hoguera
-siempre tan dulce y violenta
como una canción de Chaouen-
y encontraste calor
en el hueco de otros brazos.
Yo busqué lo imposible
y llegaron las llagas,
los gigantes del pasado,
el presente imperfecto,
el presente imperfecto,
el quizás que contigo
siempre fue mañana.

No sé si fue un acto de amor o de locura
pero cansado de esquivar sueños,
de echarle la culpa al destino,
volví a mirarte de cerca
en el mismo coche 
donde nos despedimos.

Volvimos a estar a dos besos del suelo.

Hoy sé que fue un error
volver a intentarlo.
Pero arrepentirse de lo vivido
sería llenar de tachones de mi autobiografía.

Diego Ojeda


jueves, 28 de diciembre de 2017

Qué suerte tengo

Está en el sofá, recogida, 
hecha un ovillo. Habla 
con su madre por teléfono.
Se ríe. Luego arruga un poco el ceño.
Esas cosas.
Yo, simplemente la miro,
tiene luz, alma, vida,
me gusta verla, escuchar
su voz. A veces, no 
puedo evitar decírmelo:
"Qué suerte tienes, cabrón"

Karmelo C. Iribarren



Is your love in vain?

 1 de julio de 2012

En una noche de verano volvimos a ser campeones.

Barrimos la tristeza de este país con abrazos épicos,
abrazos que no entienden de horarios ni custodias,
míticos como el penalti de Ramos a lo Panenca,
poéticos como el 4-0 a Italia.

El fútbol no es más importante que la vida
pero son muchas derrotas diarias
y tu recuerdo es más amable
después de probar la gloria
durante 90 minutos.

Esa noche regresamos al país de la fortuna,
fuimos la banda sonora de Madrid
en el mejor garito de la ciudad,
fuera las calles rugían de euforia,
dentro, aclamábamos a Silvio, Aute y Serrat
en nuestra celebración propia, íntima,
como el primer encuentro de una pareja
donde es más importante acariciar que morder.

Cierto que no fue el edén,
pero pocas veces estuve tan cerca del paraíso 
sin haber planeado antes las circunstancias.
Cuatro músicos y un camarero,
cinco hombres especialistas en atraer a las mujeres
por nuestras heridas
fuimos reyes por una noche
que duró lo que dura un beso con quince años.

Todo acabó
-como terminan los principio de todos los finales-,
y se volvió amargo el sabor de la victoria
cuando Quique arañó mi gintonic
versionando un tema de Dylan
Is your Love in Vain?

Recogí mi corona del suelo,
cerramos el bar
y me fui con la luna debajo del abrazo.

Diego Ojeda


Para que vuelvas

Como una bala triste.

Como una décima de fiebre.

Como un libro de poemas.

Como un simulacro de vida.

Como un pelotón de flores secas.

Como un mensaje roto en el contestador.

Como cuando ya es demasiado pronto para nada.

Así me quedé yo

el día que te marchaste.

Diego Ojeda



martes, 26 de diciembre de 2017

Aunque fuera breve

Yo subía las escaleras de su cuerpo,
ella se tiraba de mi abismo.
Hacíamos una buena pareja.
Siempre nos encontrábamos a medio camino
de su caída y de mi ascenso
y daba igual todo, que subiéramos o bajáramos.
Lo importante era que en algún punto,
aunque fuera breve
ella y yo con encontrábamos.
Eso es la poesía.

MARWAN



Consejo para escapar de cualquier escabechina

Cuida como nunca tus palabras.
Nunca des excusas ni pretextos.
Y si dudas, permanece en silencio.

Aguanta el chaparrón. Si tienes tiempo,
ocasión o momento,
enciende un cigarrillo, bebe un trago.

Escucha porque en ello va tu vida.
Y muérdeme la lengua.
Todo antes
de que el abandonarte
se lleve la razón entre lo dientes.

Rodolfo Serrano


Un día bueno

No somos más
que el tiempo que nos queda
caminando hacia el olvido
que seremos.

Es duro, pero es así.

El resto, literatura.

Lo mejor
es no pensarlo mucho;
seguir andando,
tomar cafés, enamorarse,
ver la lluvia...

Karmelo C. Iribarren


De ti quiero seguir hablando

Ya he escrito algunos poemas que hablar de ti.
De nosotros. De nuestras inseguridades.
De Madrid. De nuestras mentiras.

Y de ti voy a seguir hablando.

Quiero que todos sepan
que te conocí en septiembre,
que la poesía tuvo la culpa,
que mi vida era una gramola rota
de canciones de desamor,
y tus ojos la banda sonora
del fin del verano.
Te supe antes de verte,
te sentí mucho antes de tocarte
y vi volar tu vestido
saliendo del metro de San Bernardo.
Aquel semáforo en rojo
fue una cadena perpetua.

Pactamos dos cafés
y acabó siendo una noche entera,
nos bañamos de sidra,
nos tragamos la tristeza de un suspiro
y la calma se adueñó de nosotros.

Podría publicar una trilogía
hablando de nuestros besos
pero voy a resumirlo
contando que el planeta se quedó en silencio.

No venías por nada
pero te llevaste todo
y cuando encontré tu sombra
ya habías desaparecido.

Luego vinieron otras noches,
otros planes,
otras despedidas
pero nuestro cuento
se escribe por fascículos
y esto es sólo el primer tomo.

El amor
ya está pisándome los talones,
el miedo
recordando todas las derrotas
que me trajeron hasta aquí
y el porvenir
escribiendo las seis letras de tu nombre.

Diego Ojeda



Llegué tarde

Llegué 
tarde
a tu vida.

Jamás 
volveré
a confiar
en la hora
que marca
un corazón.

Diego Ojeda


Pilotos, médicos (...)

Pilotos, 
médicos,
cantantes,
arquitectos,
cocineros,
electricistas,
boxeadores,
poetas,
funcionarios,
cirujanos, 
taxistas,
actores,
futbolistas,
diputados 
(...)

todos hemos llorado por alguna mujer.

Diego Ojeda


Casi

Ni te quitaba la ropa
ni llegaba a ponértela nunca del todo.


Fue casi sexo,
fue casi amor.

Diego Ojeda


miércoles, 20 de diciembre de 2017

Siempre, quédate

Se ha velado el carrete
de nuestro pasado
mientras tú me hablas
de volver a intentarlo.

Ya conocemos ese país
gobernado por el rencor
al que no debemos volver nunca,
le hicimos una declaración de principios al invierno
y enterramos nuestras heridas
en el tímido adiós de una despedida ficticia.

Sabemos que la felicidad
siempre corría en otra dirección, 
tal vez porque estallamos cien mil veces
en todas las esquinas
de cada malentendido.
Vivimos durante meses
cambiando de estación cada semana,
pasando página sin arreglar los desperfectos,
dejando sin saldo al porvenir.

Podría contarte
lo que piensa mi psicóloga
sobre nuestra historia,
pero mejor no me digas
lo que piensan tus amigas.

Quiero saborear el paso de los días,
quiero escribir París en tu mejilla,
quiero que el riesgo
se vuelva a apoderar de nuestros cuerpos,
mientras te hablo de volver a intentarlo,
mientras te digo, como siempre,
quédate.

Diego Ojeda


sábado, 9 de diciembre de 2017

¿Me das?

¿Me das la mano?
¿Tienes miedo?
¿Llegaré a tiempo?
¿Puedo mirarte?
¿Repetimos aquello?
¿Habrá mañana?
¿Debo intentarlo?
¿Recuerdas el instante?
¿Lo recuerdo yo?
¿Podré esperarte tanto?
¿Podrás volver entonces?
¿Lloverá de nuevo?
¿Se parará el reloj?
¿Repetimos juntos?
¿La piel tiene memoria?
¿Que nos está pasando?
Las preguntas esenciales 
a veces sin así de tontas.

Begoña Abad



En el último bar

Y qué pasó
entonces.

Pasó una mujer.

Pero que pasó.

Que era
de las que nunca
terminan de pasar.

Karmelo C. Iribarren