jueves, 31 de diciembre de 2020

Ya no tiene sitio

 Un poco eso de pedir croquetas caseras o un japo en Just Eat. Un menú del día en cualquier parte del mundo. Un poco de fruta antes de dormir. Un día de playa que siempre se nubla.

Un callejear sin rumbo. Por las calles de la ciudad o las de tu piel. Un caminar sin sentido. Alguna serie para dos, con cien capítulos. Una película que no se quede nunca a medias. Ser el peor copiloto de la historia. El bote de champú roto al resbalar de placer. 

Algo parecido a esa cola larga de mucha espera por estar con alguien, aunque sea un minuto. Eso de caminar una hora con lluvia por estar con alguien cinco minutos. Esa fe ciega en alguien a largo plazo. Alguien para recorrer el globo terráqueo. Alguien que, aunque algunas veces se enfade realmente, no quiera irse NUNCA.

Alguien que, cuando le gane el cansancio, se apoye en tu espalda. Alguien que te quiera con todo lo que tenga, sea la cantidad que sea.

O soñar que no se cuelan más mariposas en casa por dejar la ventana abierta y la luz encendida. Con las mías ya no tienen sitio.



¿Sabes?

 ¿Sabes? Nunca fuiste únicamente mi primer pensamiento del día, directamente eres el primer pensamiento de cada minuto. Me coloqué delante de un folio y le puse el color de tus ojos al sol. Para que seas siempre lo que me haga abrir los ojos. De las caricias en tu pecho por las mañanas me voy a encargar yo.

¿Sabes? Las veces que no estás tengo las manos más frías. Si me abrieras un poco por dentro, encontrarías todo lo que pienso en ti. Algo así como la carita con los ojos de corazones del WhatsApp. con algo de ojeras, eso sí, de tanto que nos gusta hablar cada noche hasta que el sueño te gana. A ti.

¿Sabes? Me arreglas las noches más oscuras simplemente diciendo algo. Podemos volar tranquilos. Aterrizar en nuestros ojos. Bailar con las manos. Que nunca te acabes todo el plato. Que me beses en cualquier calle empinada. 

¿Sabes? Tienes la fuerza de una canción de Pereza y la letra de una de Andrés Suárez.

Y cuando te des cuenta, si te apetece, dime que me quieres... Yo siempre sabré qué responder.



Adiós, 2020

 A pocas horas de que empecemos un nuevo año, he hecho un pequeño repaso por el 2020, un año que prometía tanto y que bueno, ha dado de que hablar, eso es indiscutible.

En enero comenzaba con bastantes kilos de menos y hecha una auténtica mierda, destruida, aplastada, desorientada, perdida... Nada parecía que iba a sacarme de ese agujero negro en el que me metieron y del cuál, no sabía salir... Tiempo, me dijeron, y que gran verdad. Tiempo y también cometer errores, porque cuando no conoces el camino, te confundes, pruebas, te pruebas y a veces ganas, y otras también se pierde. En este tiempo me llevé a personas por delante sabiendo que lo que estaba haciendo, no estaba del todo bien, pero cuando no te encuentras ni tú misma, el resto pasa a un segundo plano. No es excusarme, para nada, es una realidad, fue lo que pasó. Hasta que un día, tras pasar Febrero en Granada, y en marzo encerrarnos en casa como Juana "La Loca" en su castillo, ves la luz. Las miles de hora que echaba haciendo de ejercicio sirvieron para limpiar mi mente y mi mundo.

Decidí dejar atrás a persona que no me aportaban nada, no me interesaban y ni siquiera apreciaba ante la masacre el Covid hizo en mi familia. Esta pandemia no sólo nos robó abril como decía Sabina, nos ha robado momentos, personas que no volverán, planes, y quién sabe qué más, quién sabe que tenía el futuro escrito para nosotros. Una de las lecciones más importantes que aprendí en el confinamiento, es que no puedes planear nada. Yo que necesitaba cuadrar toda mi agenda con un mes de antelación. También me enseñó la poca importancia de la distancia, las videollamadas estuvieron a la orden del día y tuve más contacto con los míos que había tenido nunca.

En mayo aparecieron las mascarillas, una "Nueva normalidad" lo llamaron, y ahí estuvimos, haciendo más ejercicio, dando largos paseos por Leganés. En junio es cuando empezaron a salir planes para todo el verano: Asturias, Zamora, León, Toledo, Navarra, Cuenca, Soria... Viví el verano más fuerte, más yo que nunca, y por qué no decirlo, más guapa (resultados de los entrenamientos). Estaba curada, o al menos eso parecía, los recuerdos seguían, pero ya no dolían, eran como una película en blanco y negro y de cine mudo. La imagen borrosa y el sonido se había ido. En pleno verano me retiré de las redes para conocer pareja. Se acabaron las tres o cuatro citas diarias para conocer a alguien especial. Este era mi verano, sólo para mi, sin depender del móvil, sin importar si una foto era más o menos bonita para subirla al Instagram. Esta sola, bueno no, estaba conmigo, más cerca de mí de lo que he estado nunca. ¿Y sabéis qué? Llegué a ser feliz.



En septiembre, un seguidor de Instagram del que yo no recordaba nada (al parecer de pof), me comentó un estado político de los que pongo en mi perfil. Y desde ese día no paramos de hablar. Hubo noches, que teniendo que madrugar nos acostábamos más allá de las cuatro. Hablando de todo y de nada, pero sin más. Un entretenimiento pensé, hasta que hablar con él se convirtió en rutina y en algo, que no sabía explicar, pero me gustaba. Cultura, música, museos, viajes, experiencias, política, educación... cualquier tema... Y cuando me metí en su perfil, era guapo, de los que a mí me gustaban, macarras, sí.

Y el día 11 de septiembre, sin que ninguno de los dos lo pensara, nos cambió la vida. Una quedada que terminó a las diez de la mañana, el sábado siguiente una cita que duró hasta las dos de la tarde y el domingo que decidimos no volver a separarnos... hasta hoy.


Que octubre, noviembre y diciembre han sido especiales porque Javi entró en mi vida y por la puerta grande, justo... "cuando menos te lo esperas". Cariño, me retracto en lo que te dije en la entrada anterior, has sido lo mejor del año 2020. Llegaste justo cuando tenías que llegar, y te apuesto lo que quieras que has llegado para quedarte. Esto solo es el inicio, pero nosotros somos de construir la casa por el tejado, porque no hay normas ni reglas ni tiempos establecidos. Que ya llevamos un Cuquito, y vendrán más, que ya vivimos juntos... Que ya hemos pasado por una operación y unas fiebres, sabemos que es estar en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad y aprobarlo con diez. Javi, el camino lo tenemos hecho, pateado y recorrido, además tenemos fecha para dejarlo firmado. Más no podemos pedir, solo que el camino dure muchos años. Sabes a que nosotros el fuego no nos quema, y nada nos da miedo. Que sin querer, hemos formado el mejor equipo, el complemento perfecto y el compañero de vida. I love you to the moon and back...

Ventanitos, os deseo lo mejor para el año que entra, y gracias, gracias siempre por acompañarme en mi vida. Nos vemos a través de la pantalla.

FELIZ 2021


Cinco minutos

 Los cinco minutos de una canción que nos transporta, que nos hace pensar. O simplemente bailar hasta el amanecer.

Los cinco minutos de después del sexo. Con las caricias, la respiración agitada, el temblor de las piernas. El recuerdo de un orgasmo inolvidable.

Los cinco minutos antes de dormirte. Unas noches se alargan pensando y otras no llegan a cumplirse. Pero siempre sacas algo en limpio.

Los cinco minutos que pasan entre empieza a lloviznar y caer fuerte. Aceleramos el paso mientras abrimos el paraguas. 

Los cinco minutos que faltan para que llegue el autobús. O los cinco que necesitabas para no perderlo mientras lo ves marcharse a lo lejos.

Los cinco minutos previos al primer beso. Que sientes que va a ser. Que hay magia y conexión. Flotas y no sabes hasta dónde.

Los cinco minutos para ir al balo, pillar unas palomitas y poner el próximo capítulo de Netflix. Los cinco minutos más, que ojalá fueran eternos.

Nunca desprecies cinco minutos: pueden dar mucho más de lo que crees.





No la última en el cielo

 En homenaje a Diana Quer

En un precioso pueblo con mar, tus sueños se truncaron inesperadamente. No pudiste elegir, solo resistir. No te marchaste, te obligaron a irte. Tu última fiesta en la tierra seguro que no la última en el cielo. No lo merecías, todavía tenías mucho que aprender, muchas cosas en las que equivocarte para un día encontrar el sitio y acertar. Y no parar de sonreír.

Con esa sonrisa que solo tú sabías que iluminaba la de tu familia.

Que sepas, estés donde estés. que has dejado huella, enseñando lecciones.

Que ojalá algunas cosas cambien, tu recuerdo queda intacto.

Que tu hermana brillará siempre por ti.

Que nunca más...



Y no es de mesa

 Remake de "Jugar a un juego"

Estamos jugando a un juego que no es de mesa. Además, tiene pinta de no tener ningún ganados. Y mucho menos seré yo.

Empate a callar. Empate a ignorarnos. Ya nunca volvemos a casa. Ya no tiras el dado de quedarte sin palabras. Ya no sueñas con comparte el Royal. Ya no juegas a decir esas mentiras que los dos sabíamos que eran verdad. Es una maldita cárcel este silencio. Esas fichas que no son ganadoras.

Las que ganan son las ganas, que seguirán aculadas, como si intentar mantenernos al margen fuera a conseguir olvidarnos. Lo que es de verdad difícilmente se olvida. Eso siempre hablábamos entre risas. Cada uno seguirá con su vida. Tú con la tuya, que no sé cuál será. Yo con la mía, de esperar que algún día recapacites. Basándose en esas apariciones espontáneas a base de likes, En "me sigues" y mañana unfollow. Seguirás sin cambiar. Anotando en cuadernos y agendas los días que terminan sin recibir una caricia de las que hacen temblar de la cabeza a los pies. Pondrás canciones que sonarán a otros tiempos.

Que tontería es decirte que hay algo que extraño. Negarás con la mirada hacia abajo delante del espejo.

Y la vida seguirá... por dos caminos opuestos. Con sabor a derrota.



sábado, 26 de diciembre de 2020

Mi regalo de 2020

 Por fin ha pasado esta Navidad, tan rara, tan triste, separados todos de todos por un metro y medio de distancia. Separados de la abuela... Una Navidad diferente.

Pero soy de quedarme con lo bueno, de lo malo estamos rodeados así que quiero hablaros del mayor regalo que este 2020 me ha dado. De este año tan especial que todos hemos sufrido.  Este año, a la mesa, por fin hemos podido sumar uno más. Así que quiero dedicarte esto, tómalo como un regalo más de Papá Noel junto con los que tienes y todos los que están por llegar.

¿Quién me lo iba a decir aquel viernes en Nassica? Cuando ya no buscaba nada, cuando el amor pasó a segundo plano. Cuando más que nunca esa frase que odio tanto: "llegará cuando menos te lo esperes", se hizo más real que nunca. Y aquí estamos. Me di de frente con un luchador que no se achanta ante problemas solucionables, que pelea cada día, que busca soluciones, que llora, grita y se desespera que nunca abandona. Aquel que es capaz de abandonarse a sí mismo, para darse por completo a la gente que quiere. Que nos mima, nos protege, nos quiere con palabras y con actos.

Verle fue como ver mi propio reflejo en un espejo. Una persona con una gran mochila a la espalda y que lleva con total dignidad, cogiendo fuerza cada día y sabiendo que siempre puede un poquito más, que ha aprendido que el fuego no quema y el frío no hiela. Que la vida no es un paseo, que la vida es sobrevivir y agarrarse a los momentos felices que te van surgiendo. Sabe de qué va esto. Sabe que aprendiendo, leyendo, investigando, viviendo, las cosas pueden ser más fáciles. 

¿Casualidad? Dos personas en el mismo punto, con la misma personalidad encontrándose en el mismo camino. Yo lo llamo magia. Es más fácil que te toque la lotería que encontrarte a una persona así y que él sienta lo mismo por ti, que sea recíproco.

En estos días, en los que vivimos juntos, me he dado cuenta de que le quiero más que a nada en el mundo, y que aun estando dormida, le busco en la cama como si necesitara tocarle a cada minuto del día. Es algo que con nadie me había pasado. Ha sacado mi vena más romántica, soy capaz de quedarme mirándole un buen rato mientras habla, come o duerme. Pero sin sentirme insegura de lo que sienta o piense. Es tan difícil de explicar... que no encuentro las palabras. A diferencia de otros, él potencia todo lo que soy, saca mi mejor versión, no deja sentirme mal, insegura o patinar por algunos de mis complejos. No deja de quererme ni un momento, y eso es inexplicable porque cuando no hay besos, hay abrazos, cuando no palabras, cuando no hechos y cuando no miradas, pero siempre hay algo que nos une hasta estando lejos, un mensaje, una foto, un audio...

Le quiero, pero no como cuento de hadas, le quiero como compañero de vida, le quiero como copiloto en mis viajes cantando a gritos las canciones de todos los tipos y haciendo nuestras versiones, le quiero en mi vida como padre de mis hijos, le quiero como protagonista de mi futuro. Un futuro no tan lejano ya... A la pregunta de "¿Te quieres casar conmigo?" dijo "Sí". La persona más antiromántica del planeta (como yo), que no quiere vestirse de pastelito (como yo) y que para Navidad probó un traje y vio que le sientan tan bien como una gorra y unos vaqueros.


Creo que los dos nos hacemos crecer. Cambiar en el mejor sentido de la palabra, ver que lo blanco puede ser negro e incluso tener miles de tonalidades de gris. Que ir al chino puede ser tan maravilloso como el pollo del KFC o un italiano compararse a una hamburguesa de un euro del McDonald´s. Y eso, es magia ventanitos. Es la persona (y no solo hombre), la persona en el mundo que más feliz me hace. Me ha enseñado que es la igualdad en una pareja, el apoyo, discutir sin que vaya a más (como hacemos cada día, porque como os comentaba, es como yo, discute hasta con una piedra), reírnos de estupideces que solo nosotros entendemos por esa complicidad tan especial, intensa y bonita que se creó antes de conocernos en persona (una vez más, gracias Marhuenda).

Y por último, quiero darte las gracias por todo lo escrito y por haberme "dado" a la personita de ojos verdes más bonita del mundo. Mi Cuquito, con el que tenemos un futuro lleno de planes y más que somos un buen equipo, porque si tú y yo nos parecemos, él y yo, en fin, suerte Javi, vas a necesitarla para estar con los dos.

Feliz Navidad, cariño. Y feliz vida... Porque a tu lado cada segundo sabe mejor....

Patri Izquierdo Díaz



viernes, 25 de diciembre de 2020

Feliz Nochebuena

 Este año he aprendido a restar distancias. He cometido nuevos errores. He llorado. Me he reído solo y con mis amigos. 

Dejé de contestar algún WhatsApp, porque muchas veces es mejor no decir nada y dejar que el tiempo actúe. 

He aprendido que las fotos en compañía son más bonitas. 

He vivido una y mil aventuras gracias a los libros que leí. He vuelto a escribir más de lo que debería. 

Me enamore y conocí una versión mucho mejor de mí. Me he enfado, he discutido y he sabido pedir perdón. Aprendí a ser un poco menos egoísta y en el camino conseguí quererme un poco más y mejor. 

Mandé a paseo a cierta persona y lo reconozco «me quede muy a gusto». 

Fui a la playa y me quedé con ganas de más. 

Lloré por alguien que no merecía la pena. Me he dado cuenta de que algunas personas estando, están ausentes, y otras aun en la lejanía se nota su presencia. 

He conocido una nueva ciudad. Dejé varios complejos tontos en el camino.

Sigo teniendo cosas pendientes en mi lista. 

Dije te quiero, me respondieron con un beso y sonreí. 

No sé qué será de mí el próximo año, ni que tiene preparado el destino para mí…                      

Lo que sé, es que seguiré mirando de frente, sonriendo y con ganas de seguir aprendiendo.

Feliz Nochebuena

P.D. Sigamos haciendo camino por muchas piedras que el destino, la vida o el amor nos pongan por delante.



sábado, 19 de diciembre de 2020

Feliz cumpleaños

 Un año más ha pasado. Tan rápido que no recuerdas si han sucedido más cosas buenas que mañas. Bueno, algunas personas se han marchado y otras aparecieron para convertir tu vida en algo más fácil.

Por desgracia, otras no pudieron elegir si era mejor estar.

Un año más de madurez, recordando cosas que en el pasado no estuvieron tan bien y otras que planean un fututo más riquiño.

Comprarás una tarta, con muchísimas velas. Soplarás fuerte, cerrarás los ojos y pedirás un deseo.

No se lo dirás a nadie, que ya sabes que así no se cumple. De todas maneras, sospechas que sabrán cuál es. Dirás que este año no quieres regalos, pero aparecerán en un papel que no durará mucho tan bien envuelto. 

Te tumbarás en la cama y mirarás al techo... "Este año toca comerse el mundo".

Feliz cumpleaños.



Notando el silencio

 Iker besó a Sara inesperadamente delante de todo el mundo. Con la mirada inimitable del amor.

En el momento en que tú me miraste por primera vez, el mundo entero desapareció de repente. Dejé de escuchar ruidos.

Y todavía hoy, cada vez que me besas, noto como si no hubiera nadie más en las calles. Como si todos hubieran desaparecido para dejarnos solos durante un rato.

Notando ese silencio. Ese del que otras veces he hablado. El silencio del amor.



Decisiones

 Fue el momento de tomar una decisión. No era, desde luego, la más fácil ni la más cómoda. Pero fueron demasiadas noches en vela y días de pensar mirando fijamente un punto. Si lo comentaba por ahí, con mi familia y amistades, las caras siempre eran las mismas.

Aunque muchas veces no dijeran nada, reflejaban decepción. Como si al tomarla fuera a cagarla para siempre. De todas maneras, entiendo que querían lo mejor para mí.

Y sí, ha pasado el tiempo; y sí, a contracorriente, decidí tomarla. No niego que con miedo. Los cambio acojonan y más de ese calibre.

Pero ha pasado el tiempo...

Me sirvo un café, me siento frente a la ventana. Le echo un poco más de azúcar, pongo un poco de música.

Qué buen sabor de boca que las cosas salgan bien. Que el tiempo ponga en su lugar las decisiones más complicadas.



La bonita soledad

 La vida siempre será más bonita compartiendo grandes momentos con la gente a la que más quieres. Encajando instantes que no tienen sitio en las fotos. Pero guardo un secreto: me encanta disfrutar de mis ratos de soledad, de una película, de esa canción que suena distinta cuando no hay nadie en casa. Escaparme a un concierto en la última fila. Mojar os pies en la arena y escuchar cómo se acerca una ola más.

Disfrutar de í y no aburrirme nunca de esos momentos.

Poder pensar, reflexionar y sentir. Darme cuenta de que ahí siempre voy a estar.

Que nada más necesito. Un ratito en soledad.



Nuevo capítulo... En Caracol

 Así es. 

Hace poco más de un mes, me llamaba la directora para ofrecerme un puesto, y poco me faltó para decirla que sí, el tiempo justo para decir a la anterior escuela infantil que retiraba mi candidatura. Ayer me enteré de que por lo menos en Enero, vuelvo. 

Todos los que seguís "Desde mi ventana" sabéis lo importante que es para mí trabajar, no solo por el dinero, sino porque es una forma de salir de casa y no vivir aquello que me atormenta cada día. Y cuando la directora ayer me dijo que me ampliaban, fue como escuchar música celestial. Primero pensé en Javi, en "dale a la siguiente pantalla que vamos a por nuestra casa", pensé en Patri, que estaba allí a mi lado y que sin ella, este escrito no hubiera sido posible. Además de que trabajar con ella es un placer (podría haber sido un caos, puesto que ya sabéis lo que dicen de la confianza... ahí lo dejo), pero ha sido maravilloso y pensar que al menos unos meses más voy a estar con ella dándole un poco el coñazo, es algo a celebrar y así se lo dije. ¡Tenemos una quedada pendiente e invito yo!

Pero este escrito es para dar gracias a mis compañeras que se alegraron del hecho, a las que sin querer (porque al trabajo vamos a currar) ha sido increíble conocerlas y las he cogido un cariño enorme, supongo que es la vida misma, encuentras a gente maravillosa y la cosa fluye. Y en el trabajo es tan importante como en el día a día. No voy a dar nombres porque el blog no deja de ser un sitio público y no tengo su consentimiento. Pero empezando por las chicas de limpieza que me acogieron como a una más y a día de hoy tengo una confianza bonita con ellas, como con mis compañeras o con mi Patwo.

Ir a trabajar tan contenta, tan feliz, haciendo lo que de verdad amas en este mundo, porque recordad: la educación es vocacional, te tiene que gustar para poder ser un buen maestro, te tiene que nacer, y para mí, es un estilo de vida. Es ver algo en las tiendas, y ver en ello un recurso para enseñar matemáticas, lengua, para practicar psicomotricidad... Estar por la noche pensando y que tu cabeza sea un caldero de ideas y decir, se lo voy a comentar a Patri. La vida del profesor... podríamos llamarlo. Y tengo al mejor ejemplo en casa, mi tía. La mejor profesora del mundo que conozco que en treinta años de experiencia aún sueña en la cama con miles de historias y actividades que llevar a cabo dentro de clase.

Es un estilo de vida como he dicho. Así que, gracias Caracol por darme la oportunidad de seguir escribiendo un capítulo más.



miércoles, 16 de diciembre de 2020

Sin pulsar el stop

 Me siento contigo enfrente. Y nos reímos mucho. La comida se enfría, algunas horas desaparecen por arte de magia. El hielo se deshace en la copa; yo, en tus labios. Yo, en ti.

Comentamos lo que pasa en el mundo y muchas veces lo vemos igual. No somos normales, pero mejor. 

Deseando una vez más compartir cama, o suelo. ¿Qué más da?

Apagar la luz y hablar hasta que los párpados ganen la batalla de gallos.

Despertar de noche y notarnos al lado. Tocarnos, aunque sea de refilón.

Retumba el corazón, pero esta vez es en estéreo. Y no vamos a presionar el stop.



Menos mal...

 Menos mal que todavía quedan post-its bonitos en la nevera. Besos en la frente. Gente que hace cosas por otra sin esperar nada a cambio.

Menos mal que existe quien nos hace pensar con cada palabra. Que nos excita con cada cosa que susurra. Que nos besa la espalda mientras se cuece la pasta y se nos queda pasada.

Menos mal que quedan personas que prefieren volar contigo mientras caminan por la ciudad de tu mano. Que son capaces de convertir un apartamento de setenta euros la noche en toda una vida.

Menos mal que apagamos la tele para acariciarnos un ratito más...

Y tu boca... menos mal que queda tu boca. Acércate. Ya no quedan miedos, se convirtieron en ganas. 

Menos mal que en este mundo de pirañas nos quedamos solos mucho tiempo en la bañera. Subiendo el calor.



Nunca serás hogar

 He llegado a este nuevo lugar. Tiene de todo; más que una nueva vida (que también), es un mundo lleno de posibilidades.

De nuevas personas, cosas que ver y disfrutar. Mucho por aprender. El sitio perfecto para vivir. 

El lugar para soñar.

Eso me dice la gente, al menos. Que todo está ahí, al alcance de mis ojos y de mis manos.

Pero se olvidan de algo más importante. Algunas veces dan igual los minutos, días, meses, años, lustros... que pases en un lugar. Da igual la nueva compañía. Da igual lo que grite el mundo. Hagas lo que hagas, jamás se convertirá en tu hogar. Eso necesita muchas más cosas. Y no podría explicarlo con palabras.



Aunque me destaparas

 Lo que más me gusta de ti es que nunca te rindes. No es algo que diga por decir, se nota. Cada vez que vinieron tormentas de miedo, las apagaste con tus risas, con tus fuerzas, con tus ganas. No había nada, pero, incluso así, apagaste el miedo.

Y mira que no te lo han puesto fácil. Otra persona en tu lugar estaría perdida en medio del Sáhara. Pero tú aguantas. Que no sea por no intentarlo. Cumples siempre que esperan algo de ti, y si no, también.

No necesitas estar pendiente del móvil, ni de la vida de nadie para demostrar que estás a gusto. Sí, exactamente lo contrario a la mayoría.

Un día desapareces para perderte con el coche por sabe Dios dónde y el siguiente vuelves a aparecer risueña como el día que naciste.

Te gusta disfrutar las cosas al máximo. Los pequeños detalles que nadie encuentra. Tantos que algunos no se los cuentas jamás a nadie.

Te gusta poner la música alta, que suene Ed Sheeran, que se apague la luz y que llegue mañana, bailando en el espejo.

Y yo qué sé, tienes unos labios tan bonitos que no me importaría dormir en ellos. Aunque me destaparas.



domingo, 13 de diciembre de 2020

Valentina ya nació

 Valentina llegó al mundo con un poco de retraso. Ya llevaba mucho tiempo con ganas de vivir ese momento.

Traía mucho pelo y le faltaba un poco el aire de tanto esfuerzo. Piel con piel. Besos contra besos. El primer pañal y buscando el pecho.

Al poco tiempo conoció el hogar, tocaba adaptación. Algún lloro que despertaba a los vecinos y muchas noches en vela. Glotona y sonriente, nos sacaba toda la ilusión que acumulábamos dentro.

Valentina coleccionaba esbozos en su cara. Todavía no encontraba el gusto al baño calentito ni al patito. Todo el mundo quería verla y flipaba con su melena negra. ¡Maldita!, que nunca lloraba con las visitas.

Cada vez más fuerza en sus piernas y en su cabeza.

Intentando erguirse. deseando hacerse mayor sin reloj.

Valentina tiene toda la vida por delante. Pero nos tiene a todos conquistados desde el primer segundo.



Ojalá nunca

 Ojalá nunca dejes de mirarme con ojos de "no quiero irme nunca".

Ojalá nunca perdamos la ilusión que conservamos desde el primer día.

Ojalá nunca desconfiemos el uno del otro sin mediar palabra.

Ojalá nunca dejes de coger la mochila y cuatro prendas para dar la vuelta al mundo de mi mano.

Ojalá nunca tus sueños se agoten y, aunque lo decides tú, ojalá pueda ser el acompañante en tus cruceros y en los botes a punto de hundirse que traiga tu vida.

Ojalá nunca la intensidad de tus orgasmos baje del gemido.

Ojalá nunca nos importe lo que digan los demás, ya que no nos entienden.

Ojalá nunca pierdas tus rarezas, tus defectos, tus sueños.

Ojalá nunca olvides cada canción que nos dedicamos.


Que ahí estaré yo... para sonreírlo todo contigo.




Mensaje dentro de una botella

 Se te extraña.

Todavía me sobresalto al escuchar tu nombre.

Eso es todo.

Pero no quiero que vuelvas. Bonito nuevo traje de felicidad.



No pasa nada

 Ella siempre dice que no pasa nada. Los minutos del reloj pasan, eso sí. Pero, por lo demás, no pasa nada. "No pasa nada" cuando le preguntan qué le pasa.

Supongo que a eso se acostumbró de pequeña, cuando esa era su respuesta a demasiadas cosas que hoy no quiero recordar.

Pero vaya si pasaron.

Una infancia llena de timidez, una sonrisa que destacaba, las envidias de una clase por su buen hacer. Un novio controlador de esos que anulan. Un miedo al cambio y un empezar a vivir. Todas las secuelas, los sueños, los miedos que le dejó de recuerdo.

El solo buscar ya algo que le haga sentir bien. El soñar con poco pero bueno. Con un detalle de verdad. Con reencontrarse consigo misma en el espejo. El "ponte guapa para ti".

Y ahí, ganando el miedo al pasado, a perderse de nuevo en el agobio. Que no salga todo como se lo merece.

Ella siempre no se atreve y luego siempre arrepiente. Por las noches, bombas nucleares en la mente. Hoy le habla porque no quiere perderle, mañana  se vuelve a callar "para siempre".

Algunas veces la veo pasear por un paso de cebra, mirando siempre a los dos lados; siempre cruza en verde.

Sigue sonriendo, como si no pasara nada.

- Yo siempre sabré que eres lo mejor, aunque no te pase nada.

- Da igual, no lo digas. Los dos pensamos igual, pero ya sabes que yo nunca lo digo.



Con el paso del tiempo

 El tiempo siempre sin avisar. Hay noches en las que echamos la vista atrás para recordar y han pasado veinte años, cuando realmente parece que todo sucedió ayer.

Conciertos, besos, pulseras, botas, notas, cartas, escapadas, hoteles, exámenes, trapos sucios, manteles y fotos.

Han cambiado nuestras ropas y modas. Los libros que leíamos. La música. Unos amigos están y otros se han marchado. Algunas veces, mejor. Incluso ha cambiado nuestra forma de pensar, aunque hace un tiempo nos parecía imposible. Aquello que veíamos tan moderno ha evolucionado hasta otra cosa que parecía imposible. Nada es igual.

Lo que sigue siendo inevitable es el amor. Ya no solo es que aparezca siempre sin avisar, incontrolablemente. Lo hace siempre con fuerza. Da igual el tiempo que pase, las generaciones que pasen, lo moderno que sea todo ahora. Da igual que tengas quince años o sesenta. El amor siempre sobrevivo de una forma u otra al paso del tiempo. Con sus ilusiones y decepciones.

Siempre habrá canciones para momentos. Canciones que son vida. Vidas que son canción.

Y no, nunca podremos rebobinar la vida, pero sí seguir hacia delante. Hasta la próxima canción que nos haga volar.



Esa historia

 Esa historia que te sucedió casi sin avisar, que te hacía sonreír cada día.

Esa que nadie sabe, que es puro secreto entre los dos.

Esa que todavía te hace temblar todas las noches cuando la recuerdas.

Esa que así seguirá. Esa que no se olvida.

Cierras los ojos y te das cuentas.



Demostraciones

 Tus inoportunas demostraciones de que sigues ahí.

(Sí, sí, esos mensajitos y señales para recordar que no estás, pero que, a la vez, ahí sigues).

Vete a la mierda.



De memoria

 Aunque pases página, o quemes el libro.

Aunque lo escondan en el trastero o no lo vuelvas a abrir.

Aunque lo prestes intentando que no te lo devuelvan nunca más, como suele ser habitual.

Aunque la historia pase de moda.

Aunque la historia ya tenga una nueva historia.


Siempre vas a recordar, al menos, la mejor parte, porque te la sabes de memoria.



DICIEMBRE 2021

 1. Me gusta todo lo que me recuerde a ti.

2. Las dos únicas respuestas validas a la pregunta “¿Eres feliz?” deberían ser: “lo soy” o “estoy en ello”.

3. El amor hay que agradecerlo siempre porque es lo único en esta vida que no se puede comprar.

4. Le estoy cogiendo el gusto a las siestas desde que son contigo.

5. Nos faltó experiencia. A mí para saber que hay mil como tú, y a ti para saber que no hay dos como yo.

6. Qué duro se hace pasar una noche solo cuando te acostumbras a alguien…

7. No has nacido para ser el segundo plato de nadie. Tú te mereces el menú completo y el final con las perdices.

8. Enamorarse es apostar por algo difícil que consiga que vivir sea fácil.

9. A mí que no venga nadie a llenarme la cabeza de pájaros, bastante tengo con los míos.

10. Quiero un domingo que dure para siempre contigo.

11. Cuando alguien afirma que no cree en las relaciones a distancia, lo que realmente dice es que no quiere lo suficiente a una persona.

12. A la mierda el tener miedo. Si algo no te hace feliz, no te suicides poco a poco al no intentar cambiarlo.

13. Valora como se merece a quien renuncia a algo para que tú lo tengas.

14. No se duerme igual con quien se puede que con quien se quiere.

15. Salvo que de verdad lo sientas, no me pidas que te espere. Te quiero tanto que lo haría hasta autodestruirme.

16. Detrás del humo de su cigarrillo, se esconde la más bonita combinación de sueños, miedos y ojos marrones.

17. Serendipia: Hallazgo de gran valor que se encuentra de manera casual e inesperada mientras se está buscando otra distinta.

18. Sincericidio: Llevar la verdad hasta el extremo, sin pensar en las consecuencias que pueda provocar esa mencionada verdad una vez dicha.

19. Le echamos la culpa de nuestras desgracias a cualquier cosa o persona antes que a nosotros mismos. Y así no va.

20. Eres el tren con retraso que voy a esperar siempre. Porque sé que vas a llegar, sólo te falta darte cuenta.

21. Lo llaman síndrome postvacacional porque, momento de la vida en el que te das cuenta que no eres feliz con lo que haces, deprime demasiado.

22. Que hablen, que digan que tú no vales, que se rían de ti. Que hagan lo que quieran. Tú sólo quédate con que pudiendo emplear su tiempo en mil cosas, lo están malgastando en criticarte. Tan mal no lo estás haciendo.

23. Abrázame como si al soltarme me fuese a romper.

24. Qué guapa estás cuando duermes en la misma cama que yo.

25. Hay personas con ganas y personas con excusas. Todos buscamos a las primeras, pero, por desgracia, siempre terminamos con las segundas…

26. Me apasiona conocer a gente nueva porque nunca sabe cuándo nos van a cambiar la vida.

27. Todos hemos pasado por la situación de tener que olvidar a alguien que no quieres olvidar y que su vez ya te ha olvidado.

28. Mi sonrisa es directamente proporcional a lo cerca que te encuentres de mí.

29. Nada vale menos la pena que esforzarnos por ser quien no somos para estar con gente que no encaja con nosotros.

30. La gente que te critica cuando haces lo que te gusta y comienzas a destacar, al mismo tiempo te indica que estás en el camino correcto.

31. Te quiero porque contigo es muy fácil ser feliz, y ser feliz no es nada fácil.



lunes, 30 de noviembre de 2020

En los cuentos te rescata un príncipe. En la vida real una amiga.

 Hace mucho tiempo que no escribía, no porque ya no lo necesite sino porque ya no tengo tiempo. Pero llevo una semana dándole vueltas a este texto.

Primero quiero darte las gracias por meterme en una nueva aventura, de tu mano, como hemos hecho tantas y tantas veces desde que nos conocimos en la universidad. Gracias por acordarte de mí cuando más necesitaba volver a mi vida laboral, cuando más necesitaba volver a sentirme valorada en este ámbito.

Sé que te da mucha vergüenza que escriba cosas de ti, pero quería agradecerte mi fácil adaptación en el cole y que una de las ilusiones que tenía de trabajar con una de mis langostinas, la has hecho realidad. Que volver a verte cada día es lo mejor, y trabajar a tu lado, un placer.

Así que gracias, gracias por seguir sumando momentos, experiencias y días, cuando pensaba que verte se iba a convertir en una vez al año, ¡pues mira! La vida. Todas las cosas suceden por algo, y si la cosas va de estar juntas, mejor.

Te quiero, Pa, desde que pasabas apuntes con tu tablet, desde ese mítico viaja a Mallorca, a cada quedada en Primark comprando lo que sea... y por supuesto, te quiero también de compañera en clase.



sábado, 21 de noviembre de 2020

Tú ya no sales

 ¿Sabes todos esos sueños y proyectos de los que te he hablado sin parar?

¿Sabes esos viajes que solo con pensar en ellos me hacían sonreír?

¿Recuerdas cuando las cosas no salían y yo lo seguía intentando?

Pues en todos esos proyectos, tú ya no sales.

Contaba contigo, pero decidiste que arriesgar por tus sueños era demasiado para ti.



A punto

 Y estás ahí, a punto de darle a enviar. Esperando una respuesta que no sabes si llegará. Quizá estás soltando todas tus vísceras para alguien que no tiene corazón.

En todo cas, ya has decidido que sí, que lo de borrar ya no lo contemplas.

Que la noche siempre dice medias verdades y tú siempre fuiste la empalagosa mentira entera.



viernes, 20 de noviembre de 2020

La chica del metro

 

Era viernes noche en Madrid. Oleadas de personas llenas de prisa se desplazan hacia todas partes y te hacen sentir partícipe del ritmo de vida madrileño y de su magia. Algo irónico, porque, precisamente, lo peor de Madrid es ese estrés que todos te transmiten con tanta facilidad. Voy vestido de traje y corbata –acabo de salir de trabajar-, algo que me ilusionaba mucho cuando conseguí el trabajo, pero que en pocos días he empezado a odiar. Me parece algo caro, incomodo e innecesario, aunque supongo que no estoy para exigir.

He quedado con un amigo del pueblo en las afueras de Madrid, cerca de donde vive, para irme con él en su coche y así pasar el fin de semana en casa. Ahora mismo me siento un poco nervioso porque es la primera vez que cojo el metro –llevo muy poco tiempo viviendo aquí, y para ir al trabajo no lo necesito-. Voy solo, como todo lo que hago en esta ciudad –aquí estoy lejos de familia o amigos y apenas conozco a nadie-. Al subir al tren, consigo asiento en un rincón. Inmediatamente después, un poco avergonzado por estar rodeado de tanto desconocido, dirijo mi mirada hacia el suelo e intento pasar desapercibido en un vagón atestado de gente.

“Al final no se ha dado mal”, me repito una y otra vez. Por norma general me considero bastante inseguro, y salí del piso con el miedo a equivocarme de tren o a protagonizar una de mis frecuentes torpezas, pero al final no he tenido ningún contratiempo.

Las paradas se van sucediendo y, poco a poco, el metro se va vaciando de gente según vamos recorriendo la línea. La mía es una de las últimas paradas, y ahora, con el vagón algo más vacío, me siento más valiente para levantar la vista y fijarme en las personas que quedamos en él. Quienes más llaman mi atención son un matrimonio joven, que están sentados a mi lado intentando controlar las trastadas de su hijo pequeño, al que ya se le ve en la cara que es un diablillo. También hay dos chicos, de unos veinte años, que van escuchando música, un tanto rara, a través de un altavoz portátil, cosa que no entiendo y que me molesta a partes iguales. Uno de ellos luce una camiseta en la que aparece una foto de Michael Jordan con una de sus citas célebres: “Key to success is failure”. Y, la persona que más me llama la atención, es ella. Es guapa. Guapísima. De pelo negro y uno sesenta y pico de altura, estimo. Lleva una sudadera gris ceniza, unas mallas negras y unas zapatillas de color blanco nuclear. Ella sola ilumina el vagón. Me atrevería a decir que su sonrisa destaca más que la luna llena sobre el cielo estrellado que luce hoy, orgullosa, Madrid. Va acompañada de un chico, supongo que será su novio. Tras deducirlo, siento envidia de él y vuelvo a mi mundo.



lunes, 16 de noviembre de 2020

Al final el problema no era yo

 Hay personas que tardan años en darse cuenta de lo que uno vale. Es irónico, porque pese a que nos pasamos toda la vida esperando encontrar a alguien que nos quiera, cuando nos lo ponen fácil no lo valoramos por parecer insuficientes. Y así nos pasó. Yo estaba ahí para ti, para lo que necesitases cuando lo necesitases. Te quería. Me hacían feliz cosas tan estúpidas como conseguir que sonrieras o que contases conmigo el primero cada vez que tenías un problema. Te quería tanto, que nunca me di cuenta que cuando te ofrecía mi mano. No lo hacías a propósito -o eso quiero seguir pensando a día de hoy-, pero lo hacías.

Siempre pensé que algún día te darías cuenta de que no podría haber otro chico que tuviera tantas ganas de quererte como yo. Que tarde o temprano vendrías a mí y me pedirías perdón por no haber venido antes, mientras yo te abrazaría fuerte y te diría que no pasa nada. Estaba completamente seguro de que eso tendría que funcionar. Pero no, no funcionó. Contigo pensé entonces que había aprendido cómo funcionaba el amor, que no podía seguir dando tanto sin recibir algo antes. Que no podía intentar enamorar a alguien siento bueno, cariñoso y atento.

Han pasado ya varios años y, aunque he tardado mucho tiempo, al final creo que he aprendido cómo funciona el amor realmente.

El problema no era yo, ni que estuviese siempre ahí, para ti, tratando de enamorarte siendo tal y como soy. El problema fuiste tú, que no parabas de quejarte de que nadie te trataba bien, y fuiste tan gilipollas que dejaste escapar a la única persona que sí lo hacía.



Te quiero (mucho más de lo que expresan esas palabras)

 Escribo esto con miedo a no conseguir plasmar todo lo que siento. Es un poco como lo que me pasa contigo. Te digo trescientas veces al día que te quiero porque es una expresión que se me queda corta, o más bien, es una expresión que todos, sin medir su importancia, regalan a cualquiera. Es por ello por lo que al decírtela la percibo como devaluada. Porque cuando te lo digo a ti, pretendo darte a entender que el punto que marca el antes y el después en mi vida, eres tú. Te quiero, varias veces más de la dimensión que abarca esas palabras.

Creo que el amor son dos personas que se dan la mano sin apretar demasiado, confiando en que no se van a soltar el uno al otro. Por eso es tan difícil que funcione, porque a veces uno siente la necesidad de apretar por los dos, o el otro se siente demasiado apretado y por ello no puede irse. Ausencia de equilibrio que desemboca en destrozo y destrozados. Suerte que en el nosotros en el que ahora vivimos, sí percibo ese cincuenta y cincuenta. Por eso, contigo, nunca tengo dudas.

Y aunque ya lo sabes, me gustaría decirte nuevamente que yo nunca voy a ponerte condición o voy a apretar demasiado. Me enamoré de ti cuando eras libre, y libre te quiero. Únicamente, mientras quieras y mientras quiera, voy a dedicarme a quemar meses contigo. Si la cosa funciona, a coleccionar años. Y si esto es definitivo, a gastar el resto de tiempo de vida que me queda, a tu lado, invirtiendo en nuestro nosotros lo más valioso que poseo.

Lo que quiero trasmitirte, lo que quiero expresarte, se puede resumir en un: Ojalá funcione.

Porque como ambos leímos en aquel libro de Albert Espinosa: 

"Puedo vivir sin ti, pero no quiero".

Te quiero.

*(mucho más de lo que expresan esas palabras)



domingo, 15 de noviembre de 2020

¿Qué es ser feliz?

 Realmente yo no sabía dar respuesta a esta pregunta hasta que te conocí. Supongo que estaba subido en el tren equivocado, y en él no me lo explicaron como tú. Nada grave ya, sólo errores que todos hemos cometido alguna vez. Y menos mal que subiste para sacarme de ese tren, porque estaba destinado a descarrilar conmigo dentro desde el momento en el que me subí.

El caso es que comenzaste a enseñarme que era eso de ser feliz con pequeños detalles, con risas y momentos sencillos, pero nuestros. Yo más que gusto le fui cogiendo vicio a eso que experimentaba contigo; "eso que sientes es ser feliz", me decías. Y adicto a ti, fueron pasando los meses.

Aprendí que ser feliz no está ligado a que sea fácil. Porque en lo fácil no se puede saber si está lo duradero. Y llegaron los kilómetros, las ausencias y la ansiedad por esa droga de ser feliz que tú me das. Y aunque fueron meses duros en los que la mayor caricia que nos dábamos era un "buenas noches" por WhatsApp, sobrevivimos.

Hoy estamos juntos. Drogados por lo que sentimos el uno por el otro. Y tras los errores, lo fácil y lo difícil, por fin puedo responder qué es ser feliz. Ser feliz es estar contigo.




Tu puto lema

 Tú sabías que esto no iba a ser fácil. Precisamente por eso lo querías. 

No eres ni la primera ni la última persona que se estanca, que siente que no avanza o incluso que comienza a pensar en rendirse. Es lo que tiene cuando se intenta conseguir eso que los demás tachan de imposible.

No tires la toalla. Te lo pido por favor.

Sé que tienes la cabeza de dudas y que rendirte comienza a no sonar mal, pero no puedes hacerlo. Tienes que seguir. Es más, quiero que sepas que esta frustración es buena. Que este sentimiento de estar haciendo las cosas mal o de que no salgan como deberías no es malo, sino una señal de que vas por el buen camino. Imagina que es como una frontera. Aquí es donde "los que hablan mucho y hacen poco" se rinden. El momento exacto idóneo para demostrar que somos distintos. ¿Acaso no eres alguien distinto al resto?

Pues DEMUÉSTRALO. Estamos rodeados de personas que hablan mucho, piensan poco y hacen menos. ¿Quieres ser como ellas? Pues entonces da un paso adelante. Sigue intentando cosas. Sigue luchando. Reinvéntate. Medita si realmente estás dando el cien por cien. Si es que no, comienza a darlo. Si es que sí, no es suficiente, da el ciento veinte. Y si tienes que volver al principio, vuelve. Ahora eres más fuerte que cuando empezaste y es más probable que lo consigas. Y sigues, mañana lo seas aún más.

Grita a los cuatro vientos: "ESTO NO SE ACABA HASTA QUE YO GANE". 

Que sea tu puto lema.

¿Qué otros lo han conseguido? Significa que tú también puedes. 

¿Qué no lo ha conseguido nadie? Mejor. Tú serás la primera persona que lo logre.

Es difícil porque merece la pena. Y lo quieres porque es difícil. No lo olvides.

"ESTO NO SE ACABA HASTA QUE YO GANE". Recuérdalo a todas horas.

Y sigue luchando.



sábado, 14 de noviembre de 2020

Magia

 Desde pequeños, siempre me han hecho creer que la magia es cosas magos, que tiene truco y que no existe, pero es porque no te conocen...

No saben que la magia es verte despertar a mi lado, sin prisa. Como si el tiempo esperase a que nos diésemos un poco más de amor hasta ponerse en marcha. Lo que nosotros queramos y cuando lo queramos.

No saben que la magia reside en los pequeños detalles, como, por ejemplo, en tu forma de coger el café con las dos manos como si fuese una niña pequeña a la que le da miedo que se le caiga al suelo su taza favorita, o en tu forma de morder el bolígrafo mientras estudias y, sobre todo, en esa manera que tienes de jugar con tu pelo cuando estamos tan cerca el uno del otro que ni el aire se atreve a molestarnos.

No saben que la magia es tener un mal día y que aparezcas tú de repente, por detrás de mí, tapándome los ojos y preguntándome: "¿quién soy?", convirtiendo un insignificante a cualquier problema por saber que te tengo a mi lado para enfrentarlo. Como si estos fuesen un mar y tú el barco de rescate.

No saben que la magia es todo lo que tenga que ver contigo.



El juguete roto

 Hace unas noches volví a soñar con que me dejaban. Recuerdo el sentimiento de estar sola rodeada de todas mis amigas, apoyándome, como han hecho siempre. Sin soltar una lágrima. Y no porque no le quiera. Sino porque siempre tengo a mano ese escudo que cada día es más fuerte, más robusto, más a prueba de balas, más impermeable a cualquier emoción humana.

El vacío, el dolor, el recuerdo de los que anteriormente lo hicieron se juntó, y aún así, no lloré, no sentí. Es como si un juguete no pudiera estar más roto, un juguete que ya no funciona, ni funcionará. Un monstruo lleno de cicatrices, de heridas, frío. Pero es que cuando has rozado el fondo, cuando perdiste todos los caminos, cualquier luz que te iluminara, cuando te sumiste en la oscuridad más dolorosa, pocas veces sales ileso de ello.

Vi la película del francotirador, no sé si la habréis visto, pero me siento algo identificada con el personaje. Ves, sientes, haces, te hacen cosas que te marcan de tal manera que no vuelves a ser tú, que tu esencia se pierde con cada disparo que recibes, que tu forma de ser, tu amor hacia los demás se va junto con la sangre que se derramas.

Respiras, es cierto. Vives, sí. Pero los días no cuentan, los días solamente pasan. 

Eso sí, cuando desperté y le vi a mi lado. Hice lo que siempre hago cuando dormimos juntos, buscarle. Se ha convertido en mi bote cuando la marea amenaza, en mi aire cuando siento que no puedo respirar, mi suelo si siento que mis cimientos se tambalea. Le busqué y le toqué. Esa es su magia, darme la paz que necesito hasta cuando él duerme.

No es mi pegamento, no es mi escudo, ni es mi príncipe azul que vino a salvarme de toda la mierda que tengo encima, no es el borrador que vino a limpiar mi pasado. Es la paz, la estabilidad y la felicidad que un juguete roto necesita para volver a vivir.



El pajarillo y la tortuga

 Es difícil escribirte algo porque todo lo que tenga que ver contigo siempre es difícil. Tú eres así. Libre, loca y aventurera. Hoy aquí y mañana allí, como si fueras un pajarillo que vive con la única preocupación de encontrar a la próxima rama en la que posarse.

Algunas veces me he preguntado si yo para ti he sido tan importante como tú para mí. No sé, yo antes de conocerte era como una tortuga, alguien que iba despacio por la vida, escondiéndose en su caparazón a las primeras de cambio y lleno de inseguridades y miedos a todo. Y apareciste tú, contagiándome tu filosofía y tus ideas. Tardé un tiempo, pero quiero que sepas que conseguiste que al final cambiara mi caparazón por unas alas. También quiero que sepas que ya no soy una tortuga miedosa.

Ahora sé que, para llegar a ser quien quiera ser, necesitaba estar contigo durante un tiempo. Me faltaba acción y me sobraban dudas, pero por suerte me lo hiciste ver. Y vale que no podíamos estar juntos para siempre, porque tú eres muy especial y yo creo que tampoco me quedo corto, pero sí creo que estuvimos el tiempo suficiente para que dejases huella en mí.

No sé cómo ni dónde vas a terminar con la manera que tienes de ver la vida, pero yo, sinceramente, creo que no te va a ir mal. Piensa que, mínimo, le has cambiado la vida a alguien, y creo que, solamente por eso, ya merece la pena todo lo que eres.

Más de una vez he pensado que me voy a encontrar contigo cualquier día por Madrid, y también más de una vez he pensado que no, porque quizás estás en Francia, en Australia o de mochilera en Sudamérica. De ti no me iba a extrañar nada.

En cualquier caso, si lees esto, gracias por haberme enseñado a volar.