viernes, 30 de noviembre de 2018

Mi Gran Muralla China

Hoy, hablando con los profes de educación física, me han dicho que tengo aires de dura. Si ellos supieran... Qué cualquiera se mete conmigo... Si ellos supieran... 

Si ellos supieran algo de mi Gran Muralla China. Lo disimulo basta bien por lo que veo. Me gusta hablar con los chicos de todo, más que con las chicas, me gustan las provocaciones, las bromas groseras, las charlas de sexo abiertamente, los doble sentidos. Me lo paso bien, y no por eso voy a disculparme.

Menuda guerrera tienes en casa. Le han dicho a mi tía. Si todo el mundo supiera... A veces lloro, a solas, a veces siento que el mundo me queda grande, a veces me miro y me siento como si todos fueran mejor que yo en todo. A veces... A veces... 

La gente no tiene por qué saber de ti. Sonrisas a la galería y escudos en el pecho. Es la única manera de salir viva cada día. Ríete, esa es la mejor medicina, y haz todo lo que te apetezca, que la vida valga la pena y vivirla también, que cada día sea distinto. Colócate el escudo, guerrera, y cómete la vida.

Patricia Izquierdo Díaz






jueves, 29 de noviembre de 2018

Continúe

Tras unos días pensando. Abandono, lo dejo, me despido, adiós. Se acabó el estar pico y pala, se acabó el ser la única que se lo trabaja. 

Me retiro, no voy a competir con otras por ti. No voy a pedir, no voy a exigir, no voy a adorarte como si fueras el hombre más maravilloso de la tierra. No.

Voy a continuar mi camino, sólo me he desviado un poco, aún puedo encontrarme. Sé que debía seguir adelante, como dice mi GPS, "continúe", pero no hice caso a la razón. Me juré a mi misma no escuchar al corazón, pero éste me susurra que "tranquila, ya hemos pasado por esto". Por amores no correspondidos, por querer más y no recibir, y mira, hay ciertas cosas que queremos, pero que si hay que pedirlas pierden todo el valor... y la magia.

Hubo un momento en que pensé, que si nos esforzamos, si lo intentamos, si practicábamos, podría salir bien. Eso fue en un momento puntual, el mar estaba cerca y eso nubla la razón a cualquiera. 

Pero ya está, hasta aquí la novela que de romántica no tiene nada. ¿Te cuento el argumento? Era la historia perfecta, era especial, pero acabó como todo en la vida real. Como diría Coco Channel, por mucho en que nos golpeemos con una pared, no se va a abrir una puerta. Tú eres mi pared, y no me voy a sentar a esperar que tú algún día quieras abrirme esa puerta.

Patricia Izquierdo Díaz


lunes, 26 de noviembre de 2018

Desastre


He desempolvado viejos recuerdos. Por un momento he pensado que si echo la vista atrás pueda seguir hacia delante. 
Me siento estancada, agota y perdida. Necesito buscar un camino. Y no sé, quizás haya veces que necesitemos pensar en lo que hemos vivido para no cometer los mismos errores.

Sin dudarlo, he abierto el armario, he buscado una caja. Esa caja. Mi caja. La caja donde metía lo que para mí tenía un valor incalculable. La caja que contiene mis secretos, lo que para mí un día fue importantísimo. La puñetera caja que era tan secretísima, que mi madre jamás podría encontrar y que obviamente, ahora ni yo sé dónde está.

Vale en el armario, entre la ropa no está. Busco al fondo de la estantería, detrás de los libros de "Kika Super Bruja". ¡Joder! aquí también está la virgencita esta que me trajo mi abuela de vete tú a saber  de qué pueblo, que me da un miedo que pa que, pero mi madre no la tira porque dice que la da cosilla. Claro mama, no vaya ser que el señor se nos enfade.

Detrás de los cds de María Isabel, porque yo también antes me moría que ser sencilla y los de RBD, porque fui un poco rebelde… ¡está! Mi caja de madera. La verdad es que la caja es muy fea, por que es una caja de esta de los puros. Pero me la regalo mi abuelo, y oye, a mí me hizo mi apaño. Creo que nadie pudiera pensar que dentro de una caja como esta hubiera secretos de una adolescente.

Antes de abrirla, me pongo mis cascos. Y sin pensar busque esas canciones que escuchaba antes. Y sin poder evitarlo me traslado a mi vida de antes. A mi pasado. A la Belén que era una niña…

La caja está llena de cartas. Cartas de mis amigas preguntándome que chico de la clase me parecía más guapo. Cartas de chicos. Dibujos de corazones. Las entradas de cine de una película que era para mayores de 18, pero mis amigas y yo nos colamos. Un CD de música que lleva una dedicatoria de mi amiga del pueblo. Hay un llavero con A, de mi primer novio. Ese que me duro toda la ESO, que era el más guapo del insti y al que le hice la vida imposible porque él era muy soso y yo muy torbellino. Más cartas… y mi diario.

En el diario están reflejado mis vivencias con el que ha sido, hasta hoy, el amor de mi vida. Todas nuestras peleas, las reconciliaciones, las canciones que nos dedicábamos, los comentarios que nos poníamos en el Tuenti. Nuestra primera vez. Escribo detalladamente lo enamorada que estaba. Pero también hablo de otra persona. Una persona que sigue en mi vida, que es importante desde que tengo uso de razón. Y que siempre ha estado ahí, a un lado. Acompañándome. Paralelo. Mi amor del pueblo. Con sus canciones, con sus momentos en ese mundo, que era otro mundo para mi… ¡dios mío que vértigo me está dando leer todo esto!

Cierro el diario de golpe. Por mis cascos suena “qué tal” de fondo flamenco. Y sin poder evitarlo, lloro. Lloro como una niña.

Y caigo en la cuenta de que mi vida es un desastre. De que siempre ha sido un desastre. Que soy un desastre. Pero no puedo evitarlo, me gustan los desastre. Me han gustado siempre. Siempre he pensado que no todos los desastres son horribles, porque hay desastres bonitos, que te provocan una sonrisa. Y a pesar de que siempre nos empeñemos en buscar lo normal. ¿A quién quiero engañar? A mí lo normal me aburre, me agobia, me satura. Qué la primera que no es normal soy yo. Así que que creo que no voy tan mal. Q no estoy tan perdida. Y aunque la terapia me ha hecho darme cuenta que voy desastre tras desastre, porque es como mi seña de identidad. No estoy tan desencaminada. Y  ¿Por qué? Porque estoy viviendo otro desastre con nombres y apellidos que podre plasmarlo en mi diario, más adelante.

Belén Triguero Guijarro




domingo, 25 de noviembre de 2018

Piénsalo...

En menos de 24 horas la tortilla ha dado la vuelta. Tú me alterabas bastante y ahora soy yo la culpable. Gracias a mi enfado corrí, salí huyendo a quien sé que me iba a dar todo lo que necesitaba, que me iba a decir todo lo que quería escuchar. Es así, pero no pasó más. Sabemos donde están los límites. Conocemos nuestra relación y nuestras normas. La situación era mágica para un cuento de hadas, pero esto no deja de ser la vida real.

Aquí hemos venido a sufrir supongo. No lo sé, tú me dirás. Cometí un error, en vez de hablar las cosas contigo, opté por el silencio. No lo suelo hacer nunca y tú lo sabes, y me equivoqué. Hay ciertas cosas que me molestan de ti, que no me gustan, que me enfadan. Pero estoy en ese punto en el que no sé si decirlo o aceptarte como eres, y ya está. Mira, no quiero perder el tiempo, ni quiero ni puedo. Los años pasan y tengo planes de futuro a los que quiero llegar sin tener muchas canas. La vida es corta.

Se acabaron la vergüenza y la timidez. Las cosas claras como siempre te he dicho. Sé lo que hay, lo sé. Nada. No hay absolutamente nada. Y me cuesta dar pasos, me cuesta abrirme, ser yo con personas "nuevas", por mil miedos e inseguridades, pero eso tú no lo sabes. Ves la vida desde otro punto de vista, acomodado en las normas sociales, siendo tan perfecto, sin soltarte la melena, viviendo a medias.

Te puedo invitar a mi caos, a mi locura. No te vas aburrirás, te lo prometo. Aunque te guste la tranquilidad. Piénsalo...

Patricia Izquierdo Díaz


Efecto Paracetamol

Bueno, quería retractarme de lo que escribí ayer. Supongo que el entusiasmo con el que escribí las dos entradas de mi blog, eran la euforia del momento. Tenía un día malo, y supongo que necesitaba un "Paracetamol" para atajar el dolor y la pena que esta semana me invade. De hecho, hasta veo películas románticas, cosa que nunca hago. 

Después de una buena bronca por parte de mi amiga Belén (gracias por estar ahí siempre y decir las cosas tal cuál las piensas, aunque hoy no estemos en el mismo bando), me he dado cuenta de que salir huyendo a unos brazos, a los mismos brazos de siempre, no es la solución. Huir nunca puede ser la solución a los miedos que tenemos.

El viernes me enteré de algo que no me hizo gracia. No sé cómo contarlo sin que me muera de vergüenza. Ha aparecido un chico en mi vida, alguien nuevo, que no sé cómo se ha hecho un hueco en mi caos, pero está ahí, lejos, pero está. Le he ido conociendo muy poco a poco, demasiado despacio para una impaciente como yo, pero el camino ha sido muy intenso. Creo que hemos vivido más cosas en este tiempo que muchas parejas. Es muy opuesto a mí, pero a la vez tenemos muchas cosas en común. Es como... (dejarme pensar, para que no quede mal el texto). Es como si todo lo que hubiera pedido en una carta a los Reyes Magos, se concentrara en él. Es el hombre perfecto. Aunque viva lejos. Sí. Bueno, en fin. Espero que esto no lo lea nunca...

Necesito, por mi personalidad, sentir a la gente a mi lado. Los necesito cerca, y volver a pasar por una relación a distancia no estaba en mis planes, la verdad. Hay días, semanas, meses, donde la vida te come con patatas, y no buscas sexo del bueno, no buscas más que una caricia, un beso inocente, un "¿qué tal?", "¿cómo llevas el día?". Eso no lo he encontrado en él, por lo que sea. Tengo una teoría, quizás el disfraz de "corazón de hielo" en el que me escondo cada vez que conozco a alguien le haya podido confundir. Me gusta hablar de sexo, practicar sexo salvaje, odio las flores, los sentimientos, las relaciones estables... todo eso que aparece en las películas y que en la vida real no pasa. ¿Pero sabes una cosa? Ese disfraz es mi Gran Muralla China, si te he ido enseñando mis partes más débiles, mis inseguridades, mi forma de ser, la real... Piensa por qué. 

Quizás es una pérdida de tiempo. Quizás hemos perdido el tiempo, el verano o no lo sé. Pero yo soy de pedir, y quiero más, y no sé hacerlo delante de ti si me miras, porque la timidez me deja sin lengua y tú sin respiración. 

No te voy a engañar, mi pasado va a estar ahí siempre, pero depende de ti y de mi que se convierta en recuerdo o que siga latiendo. Él ha conseguido seguir adelante con su vida, y yo me estoy esforzando por trabajar en una amistad (que como diría mi amiga Belén) no tiene sentido. Estamos jugando con fuego. 

Además, lo nuestro no es una relación, nunca lo fue, nunca lo ha sido. No tengo derecho a pedirte más, aunque quiera, y las señales que me das no son las indicadas, o no las entiendo por tener a tu juicio muchos prejuicios. Lo he escrito muchas veces, creo que tú no estás para dar más, que vives en tu vida cómodamente y ya está, no creo tampoco que quieras algo más, no lo sé. Yo hablo y tú te callas mucho. Ni en eso coincidimos. Pero... Es que yo no estoy para menos. Y sé que salir huyendo a los brazos de otro, no es la solución, pero es la que me dejas despachándome en las conversaciones que, por cierto, inicio yo. La verdad es que interés por tu parte veo poco, en todo prácticamente, y quizás yo me esté haciendo un lío enorme, estando aquí pico y pala para... no sé, ¿me lo dices tú? ¿Merece la pena?

Si llegas a leer esto, no te preocupes, estoy bien, de todo se sale. Es una semana con dieta de chocolate y clínex, no tiene más, la receta es muy fácil. Ya he salido de situaciones peores sola. Como diría Aitana, "yo ya he estado sola, y sola yo estoy bien. No necesito a nadie".

Patricia Izquierdo Díaz


sábado, 24 de noviembre de 2018

Ven

Ven, tápate esos ojos traviesos que me hacen cosquillas. Eres muy guapo, ¿lo sabes? Con los ojos tapados también. Tócame, encuéntrame y tápame los ojos. La música ya suena.

¡No te quedes ahí parado! Ven, pon las manos en mis caderas, ¡no las bajes más, listo! Yo las pondré en tu cuello, para acercarte más a mí... poco a poco. Sintiendo ya tu respiración en mis labios. Debemos de estar muy cerca. Ahora, shhh y escucha, sólo escucha la música, el ritmo de nuestros corazones, la melodía de nuestras respiraciones. 

No digas nada, sólo siénteme. Sí, estamos realmente cerca porque me acabas de pisar un pie. ¿Por qué será que hasta los momentos más bonitos y románticos los hacemos cómicos? A mí me da por reírme y a ti por acercarte un poco más. Por subir tus manos acariciando mi espalda. Yo las bajo y me acurruco entre tus brazos, en lo que un día fue mi paraíso. Me quedaría durmiendo aquí, en el sitio más seguro del mundo. Nunca me dejarías sufrir por nada. Y es en ese momento cuando los recuerdos, de ya seis años, vienen a mi mente como si de una película se tratara. Aún me estoy aguantando esas dos palabras. No las voy a decir, no nos merecemos sufrir más.

¡Eh! ¡Forastero! ¿Acabas de bajar tus manos? ¿Me estás tocando el culo? Pues estás jugando con fuego, cariño. No te voy a besar, pero voy a hacerte eso que odias tanto. Respirar en tus labios, rozarlos, casi humedecerlos, morderte un poquito aquí y allá... todo ello con los ojos cerrados.

¡Me has vuelto a pisar! ¿No estás concentrado? ¿Y eso? 

No estamos para trabajar la paciencia. Soy toda tuya...


Patricia Izquierdo Díaz


¡Hola Gran Vía!

¡Ay, Dios mío! Me faltan todas las palabras del mundo para describir esta tarde. Si es que por algo me enamoré de ti.

Te juro que nunca creí que volvería a asomarme a mi ventana con vistas a Gran Vía, la protagonista de este blog. En la que me he sentado tantas veces a escribir, a ver llover, a ver a esas personas de ahí abajo como se mueven de un lado a otro, a la multitud de coches que pasan por allí... ¡Qué ilusión me hace volver a escribir desde aquí! ¡Hola Gran Vía!

¿Por qué haces que cada vez que estamos juntos parezca un cuento? ¿Por qué eres tan bueno conmigo después de todo lo que hemos pasado? ¿Por qué me miras así mientras le doy a la tecla? Haces que aún me sonroje, y es que los años no pasan por nosotros. El juego de miradas, de caricias. No se me olvida como acaricias mi pelo, mientras intento que no leas lo que estoy escribiendo. Haces magia, cariño. Estando a mi lado haces que Madrid brille más que nunca, que sus luces sean insignificantes. 

¿Sabes ese momento en el que te encantaría volver al pasado? A un recuerdo específico me refiero. No sé cómo lo haces. Traes lo mejor del pasado al presente, haces que se nos olvide lo malo del pasado. ¡Dios! Estoy viviendo un sueño ahora mismo. Tengo la piel de gallina, por estar en esta ventana, por tus susurros, por tu besos en mi cuello... Sé que lo haces para ver lo que escribo, nada más. A mí no me vas a poner tontorrona por eso. A la guerrera de hielo, ¡estás soñando! Y sin embargo no paro de morderme mi labio, imaginándome cómo sería volverte a besar. 

Vamos a respetar esta "amistad", vamos a respetar a nuestro presente. Vamos a vivir este momento con la piel de gallina, con una sensibilidad que no conocía. Recuerda que estás hablando conmigo. Pero no sé lo que me pasa estas semanas. He empezado a escuchar a Pablo Alborán, creo que mañana veré Titanic. ¡No me reconozco! ¿Crees que me estoy volviendo romántica? ¿Pero cómo no lo voy a hacer? Si estás a mi lado, más cerca que nunca, sin dejar de mirarme. Eres mi sueño hecho realidad, aun después de seis años, eres mi magia de Navidad. 

No. No voy a decir lo que me apetece ahora mismo. Diremos que son dos palabras que te diría con o sin luz, en la cama o en la ducha, en la encimera o en el suelo, cuando escribo o cuando bailo contigo. Shhh... Escucha, sí, es mi corazón, está rebelde. Él te diría mil cosas. Las que estropearían el momento, las que liarían y complicarían las cosas. Eres lo mejor de mi vida, aunque seas mi amigo, ¿no?

¡Sí! ¡Ya voy! Recrearemos nuestro momento. Nos taparemos los ojos, pondremos música y bailaremos en el salón, sin decirnos nada. El silencio es maravilloso a tu lado. Déjame bailar en Braille contigo, déjame sentirte, como siempre decimos, una última vez. No me dejes bajar de este piso, no me dejes irme esta noche.

¿Cómo voy a iniciar algo nuevo? ¿Cómo voy a querer conocer a alguien? Todo a tu lado parece mediocre. ¡Nos faltó un viaje! Que no fuera Valencia, claro está. Nos faltaron muchas cosas. Fue el amor perfecto en el tiempo incorrecto. Y esto, ¿cómo se lo cuento a mis amigas? Como les digo que me he levantado hecha una mierda... Y he acabado el sábado levitando. Eres magia, lo sé yo. Me llevas de la mano a ver museos, exposiciones, todo caótico por cierto, te falta planificar un poco más, pero eso... lo hace especial. Es que sino... no serías tú. Tú eres el caos y yo la agenda. En fin, que sí, ¡que ya voy! 

¡Ah! No me sueltes nunca...

Patricia Izquierdo Díaz


viernes, 23 de noviembre de 2018

Tiene un nombre... Experiencia

Lo que más me supera en la vida, lo que de verdad me desquicia es no comprender las cosas, por eso me encanta escuchar, aprender y que me sorprendan cada día.
Cómo contaros esto, sin que sea muy evidente de la persona que hablo, sin que nadie se sienta ofendido, sin que nadie piense lo que no es...

Bien, lo proyectaré en mí. No soy exigente en encontrar a alguien, de verdad que no, es que estoy pasando por una etapa en la que tras superar una relación de cinco años (que se dice pronto), y en la que por fin hemos normalizado las cosas. Hemos dejado los sentimientos buenos y malos a un lado y hemos aceptado el final, dejando paso a una... ¿amistad? Ya sabéis que no soy de etiquetas, esas se las dejo al tiempo. Pero bueno, llamémoslo así. Pues encontrar a alguien nuevo está resultando un desastre.

Encontrar a alguien, lo que he dicho al principio, que te sorprenda, no es fácil. Desde que me cuido, y he vuelto a sonreír... y he vuelto a ser yo por fin, con sonrisas de cara a la galería, el mundo ha cambiado... o lo veo distinto. Voy con esa armadura de "me como el mundo", aunque en casa nadie se engaña. He vuelto a decir a todos "oye, que estoy en el mercado" y sin querer me han escuchado.

Os cuento que un dependiente de una tienda de ropa me dio su número por ser borde con él, por estar en esos días del mes y ser una apática-asexual y muy borde, sí, sorprendente. Según mi amiga Belén, estaba ligando aunque yo no fuera consciente (porque según ella, supongo, que "intercambiar opiniones de forma acalorada" es ligar). ¡Eso es a lo que me refiero! Sin querer, he vuelto a estar en el mercado, pero no es suficiente. Otro caso es el de un amigo, un amigo que siempre será amigo, que moriremos siendo amigos (creo que ya me entendéis), ¡lo mismo! ¡Socorro! Eso por no hablar de los compañeros en el trabajo cuando se enteran de que eres una chica libre a la que le gusta el sexo más que el comer y lo ves tan necesario como respirar. No. No me estoy vendiendo, estamos teniendo una conversación sobre gustos terrenales, que seguramente ellos también los tengan, lo que pasan que lo omiten. ¿Por qué? Este es un texto dedicado a lo que no comprendo, lo siento. No tengo respuesta.

Algunos van a tope, no sólo te lanzan ficha, sino dados y hasta el tablero. Algunos lo ponen más fácil, otros no terminan de lanzarse, otros son aburridos, otros son... ¿cansinos? Yo que pedía un "alguien". Tampoco me entiendo. Me parecen todos iguales, como constantes Déjà Vu. Es como si te vieran fácil, incluso desesperada. ¡Pues no lo estoy! De verdad que no, si este es el mercado que me espera, me voy comprando un gato. No soy una princesa, no soy una niña, no necesito cuidados intensivos, ni que me comas la oreja, ni por supuesto que me digas lo maravillosa que soy cada cinco minutos... Lo único que vas a recibir a cambio es un "vete a tomar por culo". Sí, así soy yo, clara y concisa. Quizás con esas actitud, lo que obtenga en el futuro, serán muchos gatos. Pero en serio, el mundo me agobia. 

¿No hay nadie que te sorprenda para bien? Que hable contigo, simplemente por hablar, que esté contigo simplemente por estar y de repente, surja algo. Es como estar en una guerra, ¡hemos venido a ganar! Sí, lo entiendo sois hombres, y os va el rollo ese, pero no soy un trofeo de a ver quién la consigue antes y que mi nombre pase a formar parte de una interminable lista de chicas. 

Después de leer esto, vosotros no me comprenderéis a mí. Quiero a alguien, por supuesto que sí, que empiece siendo me amigo, demostrándome que va a estar ahí, sin mentiras, sin venderme la moto, sin tirarme fichas, ¡que al final me vais a hacer un chichón! 

Complicamos lo fácil, lo hacemos de telenovela, y es que la vida puede llegar a ser sencilla. Lo único que hacemos así es tener una mala experiencia detrás de otra, coger miedo a querer que debería ser la base de todas las relaciones, tener miedo e inseguridad a empezar algo. Eso es lo único que conseguimos. Llenarnos de prejuicios y normas absurdas que lo único que hacen es limitarnos, pero tiene un nombre "experiencia". Si creéis que tras esta semana yo puedo salir a la calle como si nada, ¡estáis soñando!

Y lo peor de todo, es que no me creo nada. Porque las hay "más". Más guapas, más listas, más simpáticas, más inteligentes, más ricas... Yo no soy nada. Me gusta pasar desapercibida por la vida. No busco nada y dentro de poco, ya no me sorprenderá nada.

Patricia Izquierdo Díaz


Desde el infierno

Cuántas veces necesitabas escucharme gritar «no» para que eso no sucediera. Cuántos empujones y arañazos no debería haber evitado para que te alejaras de mi piel. Me manipulaste, me sobornaste y me obligaste a dejarme hacer (que no a hacer) algo que no quería. Algo que me daba asco. Algo que me mataba por dentro. Fue en el momento que rompiste mi ropa cuando te veía desde el infierno. Y hasta me veía a mí misma gritando (que no de placer) desde lo más alto del techo. Qué asco. Cuántas veces te habrán dicho que hay gritos que piden socorro y no sexo. ¿Hace falta decir que las minifaldas no piden a gritos ser bajadas? No sé dónde estarás ahora, pero sí que sé que eso lo llevarás clavado en tu mente para siempre. Yo no soy culpable, yo no me dejé. Yo confiaba en ti, y tú te aprovechaste de mí. De mi inestabilidad y de mi alma rota. De mi sangre en alcohol. De mis lágrimas.
Ojalá te arrepientas toda la vida de lo que me hiciste vivir. De mi mayor pesadilla. Ojalá siempre tengas que recordarme y verme. Aunque sea desde el infierno.

Laura Escanes


jueves, 22 de noviembre de 2018

Te presto mi piel

Ahora que no nos escucha nadie y no hay miradas cómplices a nuestro alrededor, te presto mi piel. No preguntes cuánto tiempo puedes acariciarla ni si tendrás que devolverla pronto, porque no me gustan las despedidas. Y las despedidas de piel, menos. Te la presto con algunas condiciones. No la arañes. No quiero ver ni un rasguño en ella. Ni un golpe. Ni un grito. Te pido que la escuches y recorras cada esquina de su mundo con ella. Que te metas tan dentro que hasta la confundas con tu piel. Que la mires como si fuera la única vez que pudieras mirarla. Saboréala. Mímala. Pero no la oprimas, no la escondas. No tengas miedo de enseñarla porque es mucho más poderosa de lo que crees. Puede sola con todo, pero solo quiere compartir el camino contigo, compañero de viaje. Dure lo que dure, haz que la piel siempre viva. No dejes que muera, no dejes que se apague. Y cuando veas arrugas y manchas, no la abandones. Ya sabes que lo que importa siempre está debajo de la piel. Por dentro brillará y solo si tú quieres ver esa luz, la verás.

Te presto mi piel.
Ámala.

Laura Escanes



A pesar de

A pesar de que nos juzguen.
A pesar de lo que digan.
A pesar de los insultos.
Amenazas.
A pesar de los chistes.
A pesar de los veintidós años que nos separan.
A pesar de la experiencia.
A pesar de la inocencia.
A pesar del miedo.
A pesar de los desconfiados.
A pesar de todo,
vivimos.

Y a pesar de ellos, te vivo.

Laura Escanes


miércoles, 21 de noviembre de 2018

Error número uno

Me arrepiento de demasiadas cosas como para contarlas en un libro. Aunque seguro que en alguna página habré dicho que nunca me arrepiento de lo que hago. Mentira. Incoherencia. Desorden. Ya me conoces.

Pero si tuviera que contarlas empezaría por esa. Maldito día en el que me dejé llevar y no pensé en la de veces que me vendría esa imagen a la cabeza. Maldito día en el que te quise y confié. En el que dejé de querer y amé a la vez. Maldito. Si pudiera retroceder, no dudes que lo haría. Aunque tal vez me llevaría la lección aprendida. Me arrepiento porque creí ser libre sin saber que eso sería mi propia cárcel. Y yo carcelera y presa a la vez. Me arrepiento porque perdí horas y días llorando tu ausencia. Sin saber que nada me iba a aliviar más que la distancia entre los dos. Y ojalá no te vuelva a ver nunca más. Ojalá te alejes de mi vida y por fin me dejes volar.

Ojalá desaparezcas hasta de mi memoria.

Laura Escanes



Querer bien

Te quiero bien
libre,
tuya,
loca,
feliz.
No te quiero mucho,

te quiero bien.

Laura Escanes


Señal

El otro día abrí un libro. Empecé hojeándolo y acabé subrayando las frases y las palabras que me apuñalaban el corazón. Siempre con lápiz. Me gusta tener el poder de cambiar de opinión, borrar líneas y subrayar las de más abajo. Y luego volver a leer esa página del marcador amarillo y pensar que estaba loca sintiendo aquello que sentía. Qué más da. El caso es que pasando páginas, me tropecé, sin querer, con una arrugada. Una de esas que vienen mal de fábrica, hasta medio borradas y con palabras sombreadas. Y me quedé paralizada en esa página, sin poder pasar. «Llora todo. Y después vuela».

Y empecé a llorar como si alguien me estuviera obligando. Como si Alejandra Remón, autora del libro con el que me tropecé, Cuando nadie me mira, me estuviera obligando a llorar todo desde esas letras desordenadas. Por eso, después de pasar un rato lloriqueando y humedeciendo las páginas del libro, me di cuenta de que hay señales. Hay señales que nos rodean y nos hacen vivir. Algo que aparece en el momento justo y perfecto para que nuestro cuerpo sea todo menos cuerpo. Para que nos convirtamos en lo que hay dentro de nosotros. Sin apariencias ni máscaras. Hay señales que existen para que nos dejemos llevar y lo saquemos todo fuera. Una canción que suena en la radio cuando te has despedido de alguien. El perfume de alguien que pasa por tu lado en otro país a más de 10.000 kilómetros de esa persona. Una palabra que se conecta con un recuerdo. Un gesto, una sonrisa y hasta un sabor.

Hay señales que existen y están esperando el momento justo para invadirnos y dejar que todo fluya. Hay señales que te activan y otras que por fin te despiertan y hacen que le pongas fin a tu dolor.

Pero hay señales tan jodidas que a veces tardan demasiado en llegar. Pero llegarán.

Laura Escanes


martes, 20 de noviembre de 2018

Salvando a las habitantes de mi cajón

Hace muchísimo tiempo que escribí mi primera novela. Es posible que no tuviera ni 18 años. Fue una experiencia maravillosa para mí y al final, un sueño hecho realidad. Nunca pensé que sería capaz de algo así. Nunca pienso que soy capaz de nada, y aquí estoy, cumpliendo sueños poco a poco. Y luchando constantemente por cumplirlos, sin rendirme.

Hace unos días, cuando abrí mi página de Facebook, tenía un mensaje. ¡Qué raro! Muy pocas personas me hablan por esa vía, así que con curiosidad abrí el mensaje. Era una compañera del instituto. Para que os hagáis una idea, tengo 26 años. Del instituto ya hace mucho tiempo, ¡ha llovido! como se dice. En fin, a lo que vamos. 

Me preguntó si aún seguía escribiendo. Pues algo sí, le respondí, en mi blog. Aún recordaba mi novela, y le apetecería volver a leerla, es más, leer algo nuevo. ¿¡Cómo es posible que no hayas escrito más!? Pues supongo que la falta de tiempo, tú (ya sabes quién eres, Señor Editor con olor a polvora valenciana), y supongo que porque mi segunda novela se quedó junto a la primera, en un cajón. Os aseguro que la segunda es mucho más madura, más mujer.

Con la escritura me pasa algo que no me pasa con la música, con el piano por ejemplo. Sí, cuando estamos juntos, sé que le he echado de menos. Pero para mí, escribir, es una forma de expresarme mucho más clara que hablar, más sencilla que cantar y más cómoda que cualquier otra expresión. Pero el caso, es que me hizo ilusión que alguien se acordara de aquella novela que duerme en mi cajón, que espera que algún día la lean. Seguiremos esperando porque no es el momento. 

Pero sí es el momento de, quizás, volverme a poner delante de un teclado, y soltarme la melena, dejar totalmente libre a la imaginación. Necesito que vuelvan a fluir las palabras a través de mis dedos. Aún tengo mucho que contar al mundo, tengo muchas ideas que escribir, y todo lo que te quedas dentro, se atraganta, duele, te crea úlceras. Sí, hacerme caso, es ¡horrible! Y los cuadernos que utilizo para mis ideas, crecen y crecen.

Volveré a sentarme en la ventana estos días de lluvia que tanto nos inspiran. Esta vez, no va a ser desde una ventana con vistas a mi amada Gran Vía, esta vez será distinto. Retomar aquello que olvidas por el día a día (puñetera rutina). Quiero volver a hacer miles de personajes que me hablen por la noche, que me cuenten su historia. 

No quiero ser Megan Maxwell, ni Cervantes, ¡oh, no! Ni Matilde Asensi, ¡qué va! Escribo por pasión, por amor al arte, si es que se puede llamar así. Porque escribiendo me siento mejor. Y porque una chica del instituto me ha recordado lo feliz que era haciéndolo, y cómo puedes llegar a hacer sentir a los demás a través de tus palabras (tras muchos años, ella aún lo recuerda). Nunca te podré agradecer jamás lo que ha significado tu mensaje para mí. A veces necesitas eso, no sé, ¿un empujón? Alguien que te recuerde qué es lo que te gusta hacer, que serás rara por preferir una tarde de lluvia escribiendo a salir de fiesta, pero que es tu vida y es tu felicidad. 

Así que, gracias, amiga, por salvar a las novelas que duermen en el cajón.

Patricia Izquierdo Díaz


Hay amigos que hieren

Hay amigos que hieren y si no te los has encontrado aún, prepárate porque te los vas a encontrar. Yo los llamo amigos porque si algo duele y escuece, importa. Los enemigos no hieren. Los enemigos pierden su tiempo. Los amigos también, pero hieren. Habrá veces que será por error y otras no entenderás muy bien por qué. Ni tú, ni ellos. Pero hieren. Y duele.

A mí me gusta pensar que si hubieran sabido lo que perdíamos lo hubieran hecho de otra manera. Por eso aunque hieran, les llamo amigos. Aunque luego desaparezcan y nos convirtamos en desconocidos, fuimos amigos.

También tienes que pensar que hay amigos que desaparecen porque tienen que marcharse, porque están dejando espacio para algo mejor, porque hay amigos que es mejor que no estén. Y aunque cuando te hieran, duela, piensa que todo pasa por algo. Hay amigos que serán más amigos para ti que tú para ellos. Y lo sabrás con el tiempo. Los descubrirás por mucho que se maquillen. No quiero asustarte con esto. Solo te pido que no tengas miedo porque eso te hará más fuerte, y nadie podrá quitarte lo que fue vuestro y solo vuestro. No quieras eliminar sus recuerdos de tu alma y guárdalos bien porque también son parte de lo que eres.

Si sucede, es porque algo mejor está en camino. Bienvenido seas. Despedido también.

Laura Escanes




El amor es un género literario (que le da sentido a la vida y a la literatura)

¿Qué recuerdo de ti?
La noche inevitable que arde como un rito,
la norma temeraria de castigar los límites
y el negro maltratado de tus ojos.

¿Qué recuerdas de mi?
La noche inevitable que arde como un rito,
la norma temeraria de castigar los límites
y el negro maltratado de mis ojos.

¿Qué sabrán de nosotros?
La noche interminable que ardía como un rito,
la norma temeraria de castigar los límites
y el negro maltratado de los ojos.

Luis García Montero


Lee esto cada día

Nota mental: lee esto cada día.

1. Despiértate y sal de la cama bailando, cantando, saltando. Como quieras pero con energía. No te quedes mirando el techo aunque pienses que es el peor día del mundo.
2. Vístete como si fuera el día de tu cumpleaños, el de tu primera entrevista o el último día de clase. Siéntete bien y disfruta.
3. Recuerda que si te maquillas es porque tú quieres. No hay nada mejor que ver en tu piel cicatrices y ojeras. Deja que se noten si te apetece y deja que el mundo vea que eres real. No te escondas.
4. Sal de casa y cómete el mundo. Sin preguntar por qué. Sal y cómetelo.
5. Dedica sonrisas a la gente con la que te cruces.
6. Da las gracias.
7. Perdona. Pero de verdad. Perdona sin reproches.
8. Si quieres probar algo nuevo, pruébalo. Que nada ni nadie te detenga nunca. Eres libre.
9. Llama a tu madre, a tu hermano. Llama a tu abuela y diles lo importantes que son para ti. No esperes a que lo hagan ellos. Quiere a la gente que quieres.
10. Piensa en tu día y quédate con una cosa buena que quieras recordar toda la vida.

Y 11. Vive.

Laura Escanes


lunes, 19 de noviembre de 2018

Lea las instrucciones

Lea todo el prospecto detenidamente antes de empezar cualquier relación porque contiene información importante para usted.

Conserve este libro ya que puede tener que volver a leerlo.
Si tiene algún amigo, también puede consultar con él este libro, pues el amor se debe compartir.
Si usted está empezando a amar y no se ama lo suficiente debería aprender a quererse antes de querer a otras personas, aunque tengan los mismos síntomas. No todo el mundo ama igual.
Si experimenta efectos adversos durante este camino, consulte las veces que haga falta este prospecto y en concreto el siguiente párrafo.

El uso indebido del amor puede producir efectos adversos, aunque no todas las personas los sufran. Los efectos adversos de los sentimientos como el amor son comunes en todas las personas, sin importar sexo ni edad. Si la dosis diaria de amor está por debajo de la recomendada es posible que sufra alguno de los siguientes:

Soledad: El amor puede asociarse con el riesgo de sufrir un ataque de soledad (sus componentes léxicos son: solus, más el sufijo -dad como cualidad). No confundir con abandono. La soledad muchas veces se presenta sin riesgo y es solo una manera de tomar conciencia de la importancia de saber disfrutar de ella.

Abracitis: Este síntoma aparece después de la sensación de soledad. Se conoce como el deseo incontrolable de abrazar a alguien. La única solución ante esto es abrazarse fuerte hasta que tiemble y sienta que está en casa. En ese momento usted estará curado.

Hay otros efectos adversos frecuentes cuando se experimenta con el amor (pueden afectar hasta a 1 de cada 10 personas):

Felicidad repentina.
Mariposas en el estómago.
Ganas incontrolables de ver a alguien.
Ganas de quedarse todo el día en la cama con mimos.

Si se experimenta cualquier tipo de efecto adverso, consulte con su yo interior, amigos, familiares o lo que usted desee, incluso si se trata de posibles efectos adversos que no aparecen en este prospecto. La comunicación en el amor es muy importante y recuerde que con su experiencia puede ayudar a muchas personas y contribuir a proporcionar más información sobre las relaciones.

Laura Escanes


Mío

Cuando te leí por primera vez, fue el día que más mía me sentí. Destrozaste mis teorías y construiste mundos nuevos. Quemaste el dolor y liberaste mi pasión. Me vaciaste sin saciarme. Me saciaste sin vaciarme. Quería más. Ese día sentí como si fuéramos la misma persona, la misma alma. Con las mismas historias que contar. Con las mismas ganas de llorar. Con las mismas ganas de encontrarnos. Me sentí mía y me sentí tuya. Te sentí mío. Me sentía robada y que había robado el diamante más valioso de la historia. Habías entrado en mí, sin permiso, para quedarte aunque estuvieras a kilómetros de mi cuerpo.

Y de repente, apareciste. Y te encontré. Nos encontramos. Y en ese momento fue cuando entendí que siempre había sido tuya y a la vez mía. Siempre habías sido mío y a la vez tuyo. Tú tan tuyo y yo tan mía. En ese momento entendí que hay almas que se dividen en dos para luego encontrarse y ser una.

Y hoy más que nunca, soy mía, tuya y lo que decidamos ser.

Porque nadie más que nosotros siente esto que es solo nuestro.

Laura Escanes


Luz

Hay personas que brillan solas
y luego estás tú,
que iluminas todo lo que tocas.

Laura Escanes


domingo, 18 de noviembre de 2018

Carta a una amiga


Desde hace un tiempo vivimos historias paralelas, parecidas y muy reales. Chica conoce a chico. Chico conoce a chica. Se encantan. Viven momentos geniales. Pero se separan. Hay muchos kilómetros de distancia. Y sin saber cómo ni por qué, aun estando lejos la historia continúa…

Así visto, son historias cualquieras. La típica relación a distancia que muchas personas viven. ¿Pero quién nos iba a decir a nosotras que viviríamos algo así? Siempre hemos tenido claro lo que no queríamos, y esto, formaba parte de nuestra interminable lista del “tía, yo paso de eso”.

Antes de que se nos cruzara el cable, porque querida amiga, esto es una cruzada de clave en toda regla, hemos tenido millones de conversaciones donde nos dejábamos claro la una a la otra que aun siendo tan diferentes, teníamos muchas cosas en común. Y fíjate tu por donde, vivimos lo mismo, en el mismo tiempo y con los mismos problemas.

Tú, tan culta, tan correcta, tan responsable… tan de ver museos, levantarte pronto para ver exposiciones, tan perfeccionista…. Y yo tan dejada, tan de salir y comerme la noche y levantarme a las mil, tan chula, tan de quedar por encima… Tú querías una persona con la que viajar, visitar lugares con historia, con la que sentarte a leer y disfrutar del silencio. Y yo quería un terremoto con el que discutir, que me siguiera el ritmo, que me sacara a bailar, con el que tumbarme a mirar las estrellas y reírnos hasta de la forma de las nubes…

De cierto modo llegaron a nuestras vidas eso que buscábamos ¿no? Sin avisar, en el sitio menos pensado… aparece el chico que cumple todas tus expectativas. Piénsalo, tu chico es listo, muy listo, inteligente, habla de lo que te gusta, te hace reír… el mío es el bruto con el que discutir por todo, que me hace bromas para reírnos, cariñoso pero no pegajoso… pero supongo que nada es como en las películas, y aunque hay miles de cosas que nos maravillaron de ellos, ahora vemos que no todo es de color de rosa… y estamos en esa fase de no saber si salir corriendo o insistir un poquito más…

Somos muy distintas, y ellos también son muy diferentes. Aunque hayan actuado parecido. Cada una lo ha intentado llevar a su manera, pero lo hemos intentado llevar juntas. Nos hemos aconsejado, nos hemos reído de lo que le ha pasado a la otra, hemos vivido el sufrimiento cuando algo no iba bien… la única diferencia es que yo me he retirado… ¿y tú? 

Yo solo puedo decirte que espero que una de las historias salga bien. Espero que eso que nos hace diferente, haga que lo vuestro también sea diferente.  Voy a estar aquí para lo que necesites. Para recoger tus pedacitos cuando el furby te rompa. Para recomponerte y decirte que si él no ve lo maravillosa que eres, lo veré yo. Que no dejes de creer en ti. No dejes de buscar lo que realmente esperabas del amor. No te conformes. Que te quieras como te quiero yo. No sé si lo vuestro va a funcionar, que no me haya ido bien a mí, no quiere decir que haya dejado de confiar en lo vuestro. Pero si no sale… se supera. ¡Mírame! una semana mal y listo. 

Lo único importante aquí es que seas feliz, no recibas menos de lo que te mereces. No dudes. No dejes de ser tú.


Te quiere, tu amiga. La doctora amor, la que vende consejos porque para ella no tiene.

Belén Triguero Guijarro



sábado, 17 de noviembre de 2018

No estoy para menos

Sé lo que quiero. Después de estar reflexionando esta semana entre trabajo y trabajo, me he dado cuenta de tenemos muy poco tiempo, que las semanas pasan, los años también, y por lo tanto, no voy a perder el tiempo.

Interesados: Leer atentamente.

Me quiero a mí, me respeto a mí, trabajo duro para conseguir lo que quiero. Tengo mis propias metas que me pongo yo. Es importante que lo sepas en las primeras líneas. Si aún no estás asustado o no piensas que soy una especie de egoísta egocéntrica, sigue leyendo.

Quiero a una personas como yo. Que tenga su vida, sus metas y objetivos y que trabaje por ellos. Que tenga ambición y le guste lo que hace. Que sea pasional con aquello que le motive y lo demuestre, no sé, que lo exprese, ¿me explico? Quiero que lo comparta conmigo, que no me deje a un lado, que me lo cuente, que me haga partícipe de aquello que le apasiona en la vida. 

Quiero a un amigo al que contarle todo, con el que sentirme segura en cualquier momento. Que podamos hablar de todo y de nada. Los silencios son muy importantes. Si nos sentimos incómodos con ellos, es que algo va mal. 

Quiero que me complemente, que acepte mis defectos y me ayude a mejorar, que me permita hacer lo mismo con él. Quiero compartir mi vida, toda entera con ese alguien, siempre basándonos en la parcela individual que he explicado al principio. Yo soy yo y tú eres tú. Aquí no se pierde la cabeza por amor. Me gusta lo racional. 

Podemos construir un "nosotros" siendo la suma del tú y del yo. Recuerda que me considero una naranja entera, no estoy buscando a mi mitad, puesto que no existe. Quiero que me toques el pelo cuando me vaya a la cama, que me mires, no como a la más guapa, sino como a la que te deja sin respiración, a la que te ha cambiado la vida porque te deja ser tú.

Quiero que me hagas el amor y la guerra. Piensa en la guerra como la tormenta que precede a la calma, a las reconciliaciones, en el fondo es bonito, ¿no crees?. No me bailes el agua ni me vendas la moto. No intentes cumplir mis expectativas de "hombre perfecto", si estoy contigo, sólo te querré a ti. Ya te lo he dicho no soy de "medias", o todo o nada. O somos o no. 

Puedo asustar un poco al principio, pero es que tengo claro lo que quiero. Y a estas alturas no me conformo con menos. Ya no estamos para perder el tiempo.

No lo dudes si estás interesado. Te repito: No estamos para perder el tiempo, y entre mis virtudes no está la paciencia. La vida pasa, y muy rápido. 


Patricia Izquierdo Díaz