sábado, 31 de octubre de 2020

No volveré a perderme

 Tengo miedo a romperme de nuevo. Tengo miedo a tener miedo, a no ser tan valiente como otros creen, a que me vuelvan a atropellar problemas ajenos que no son míos sino que son pasajeros que se han montado en mi viaje, y que me van a acompañar. Tengo miedo a desestabilizarme de nuevo, a no saber encajar nuevos golpes cuando aún mis heridas siguen frescas, a que me den de lleno en cicatrices que creo curadas, a sangrar hasta la última gota de mi esencia. 

Tengo miedo. Miedo a no cumplir con mis propias expectativas y con las promesas que hace unos meses me hice. A caer. A que todo se descontrole y pierda mis riendas que tanto sudor me han costado cogerlas. Mantenerlas, sujetarlas. A serme fiel a mí misma y no perderme por lo que me rodea o a simplemente perderme.

Me siento bien conmigo misma, ahora mismo soy la mejor versión que he conocido de mi. Y lágrimas me ha costado, un corazón roto, sudor, sangre y muchos sacrificios... No volveré a perderme.



martes, 27 de octubre de 2020

Siempre nos quedará Instagram

 No sé cómo, he acabado en tu perfil de Instagram. Está lleno de fotos tuyas sonriendo, con tu chico. Se te ve radiante, feliz. Después, sin saber otra vez cómo, he acabado en el perfil de tu chico y, de las últimas diez fotos, en nueve salía contigo. Sonriendo igual o más que tú. Besándote, abrazándote y siempre con cara de felicidad.

El caso es que me alegro por ti, de verdad. Nosotros ya no podemos estar juntos. Bueno, eso creo. Y si algo te mereces, es alguien que te llene, que te complete y que te tenga como en vuestras fotos, riendo siempre e irradiando felicidad.

Me alegro de que no hayas acabado con algún capullo o alguien mediocre. Eres muy especial, fuerte y con capacidad para brillar por tu cuenta. Y quiero que sigas siendo así, aunque yo no lo vea salvo por tus fotos de Instagram. No supe conseguir que lo nuestro durase, pero me consuela saber que alguien que sí. Alguien que consigue que sigas siendo maravillosa.

Te deseo que seas muy feliz.



Sin ti, yo ya no, ¿sabes?

 Creo que estoy entrando en esa fase en la que ya te echo de menos desde que te digo adiós. A ver si me explico. Estoy donde sea, y siempre pienso que sería mejor si tú también estuvieses. Hago planes, y en el fondo el sitio me da igual, lo que me importa es que vayamos juntos. Es más, cualquier detalle me recuerda a ti. Desde un café, hasta lo raro que se me hace ahora dormir solo una noche.

Sin ti... no te imaginas cuánto me pesan ahora esas palabras.

Admito que me da vértigo en cierto modo, porque, sinceramente, nunca he sabido pensar en mí; y, de repente, ahora cuando pienso lo hago por dos.

Sin tu, yo ya no, ¿sabes?

Y es que siempre me he sentido preso de una vida que pedía fuga, pero digamos que nunca he pensado que fuese el momento. Quizá era sencillamente cobardía, aunque, desde que te conozco, sólo me bastaría un "vámonos" tuyo para mandar todo a la mierda. Porque motivos no me faltan. Y ganas, contigo, menos.

Sin ti, no, pero contigo, CUANDO QUIERAS.



Si quieres...

 Si quieres ser musa, me inspiro contigo.

Si quieres volar, te construyo unas alas.

Si quieres ser guapa, yo te miro.

Si quieres ser valiente, yo te empujo.

Si quieres cantar, yo te doy palmas.

Si quieres sentirte única, te vuelvo a recordar que para mí ya lo eres.

Si quieres un reino, te ofrezco el de mi cama.

Si quieres escaparte, te tapo con mis sábanas.

Si quieres leer algo especial, te escribo un libro.

Si quieres un abrazo, yo te doy tres.

Si quieres ahogar penas, yo te acompaño de bares.

Si quieres sonreír, yo haré que lo hagas, prometido.

Si quieres visitar cualquier ciudad, agarrar fuerte mi mano. Yo te llevo.

Si quieres bailar, yo dejo que me pises.

Si quieres quemar Madrid, yo hasta el final, contigo.

Si quieres llorar, no, no te voy a dejar que llores.

Si quieres volver a sentirte niña, te tiro de las coletas.

Si quieres ser diosa, desnúdate y yo te adoro.

Si quieres perderte, me fugo contigo.

Si quieres que te encuentren, yo te busco.

Si quieres un final feliz, yo pongo las perdices.

Si quieres... yo... contigo.

Si quieres.



jueves, 22 de octubre de 2020

Morretes

 Es rozarme con su mano y mi cuerpo se pone alerta.

Mi piel se eriza y un escalofrío pasa por todas mis terminaciones nerviosas. Sus besos tienen el mismo efecto, ¡y qué morretes! Podría estar mordiéndole días y días... Dormirme en su boca donde sé que no hay pesadillas. Y su nariz. No sé, es la primera persona a la que le miraría un brazo y me parecería sexy. 

Somos tal para cuál en el sexo, pero estas reacciones ocurren con muy pocos. El sentimiento de orgullo, de llevar a alguien como él a mi lado cada vez que vamos por la calle andando de la mano, sí, habéis oído bien, ¡yo andando de la mano con alguien! Es de las pocas veces que me gusta hacerlo, sino, la única.

Simplemente es él. Me gusta todo. Su voz, ese lenguaje tan macarra y a la vez tan culto (es raro, lo sé), cuando entra en una conversación te llena de detalles, fechas, acontecimientos históricos... Me pone su cerebro ágil, lleno de información, lleno de conversaciones y lleno de estupideces, por qué no decirlo. Me encanta también esa parte de me río con él y las horas pasan sin ser consciente de ello.

No me canso de verle. No me canso de que me escriba, de que esté ahí, de él en sí. Creo que es la mejor persona que he podido encontrar bajo la faz de la Tierra.



martes, 20 de octubre de 2020

El amor son dos personas que tiran de una goma

 Recuerdo el día que dijiste: "Tú por tu camino, yo por el mío, y sálvase quien pueda".

Siempre me imagino las relaciones como una goma de la que tiran dos personas. Cada enfado, cada discusión o cada diferencia la tensa un poco más. Al final, cuando está claro que está demasiado estirada, hay uno que se cuenta -el que suelta- y otro que aún cree que es posible -el que se lleva el gomazo-.

Está claro quien se lo llevó en nuestro caso, pero te aseguro que es lo mejor que pudo pasar. Yo me merezco a alguien que no la suelte a las primeras de cambio. Tú, bueno, ojalá termines con alguien que te haga feliz, pero ojalá aún que te lleves primero unos cuantos gomazos.

Por karma, más que nada.



La longitud de un paso según quien mira

 Anhelamos lo mismo, pero a la vez no lo vemos, o no lo queremos ver.

Admito que no me es difícil imaginarnos juntos, porque nuestra historia sería tan perfecta que hasta aburriría en película. No hay brujas, malvados ni bandos enfrentados, sólo un paso por dar -pequeño a ojos de cualquiera, y extremadamente inmenso en mi opinión-.

Pero no sé... al final pasan los días y lo único que hacemos es hablar como si nada mientras nos miramos como si todo. Sin que nadie más se dé cuenta de lo que está naciendo entre nosotros.

Yo creo que nos intentamos decir un: "dispara tú primero" o algo así. Y no te niego que tengo un argumento de peso para hacerlo: sabemos hacernos reír, ¿quién podría pararnos?

Sólo me falta atreverme a dispararlo.

Porque, si te soy sincero, pienso a diario en ti. No diría que estoy enamorado, no me atrevo contigo, ni tampoco debo, añadiría, pero cada día que pasa necesito verte un poco más. Tener noticias tuyas es sinónimo de ahuyentar a los pájaros de mi cabeza. De que se escape una sonrisa de esas que salvan días de mierda.

Y soy consciente de que no estamos enteros. De que, a base de desengaños, nos han destrozado demasiadas piezas en nuestros corazones. Que a nosotros ya no se nos ilumina con palabrería, que no es tan fácil. Pero creo sinceramente que, si juntamos nuestros restos, si nos arriesgamos, podemos llegar a ser algo. Quizá un roto, un bonito roto. A mí me vale.

Yo... yo no voy a dar el paso. Lo siento, pero no. Al menso por ahora. Yo nunca he sido el más rápido en el amor, sino el que más siente. Y, por desgracia, éste siempre paga los platos rotos. Aunque te aviso, si al final disparas, si me das pie, si me haces verlo claro, te vas a hartar de cenar perdices conmigo. Porque yo soy un desastre en esto de querer, pero ya sé hacerte reír. Y no hay cosa que me haga más feliz que verte a carcajada limpia.

No sé si al final dispararás tú o tendré que hacerlo yo, pero, sea lo que sea, que suceda pronto.

Lo nuestro promete. 



En la salud y en la enfermedad

 Hace una semana estábamos en el hospital, operándote.

En una sala de espera vacía en la que pasaban las horas y no sabía nada de ti desde las ocho de la mañana. La cosa salió bastante bien para lo que era. Hemos cuadrado para poder pasar la semana juntos, seguir viéndonos todos los días (para no poder nuestra tradición). Hemos hecho malabares y es que somos especialistas en caminar sobre una cuerda... Nuestra vida es un circo en la que nos crecen los enanos.


En poco más de un mes, no me han podido pasar más cosas contigo, y es que si nos ponemos a contar Javi, parece que llevamos toda una vida juntos. Las dos palabras más difíciles que se dicen, me costaron poco verbalizarlas. Te quiero, y se queda corto. Me da vértigo ver la velocidad que llevamos, ¿pero quién establece los tiempos adecuados para dar pasos? No hay nada escrito todo relaciones. Y contigo todo es fácil y sencillo, los gestos, las palabras y los hechos, brotan.

Una semana después, me toca a mí estar pocha, vi tu cara cuando viste 39º en el termómetro, he visto como no has parado en toda la noche de cuidarme, de ponerme toallas frías, de mirarme, de tener un ojo abierto si escuchabas algún movimiento. He sentido la preocupación por mi que en muy poca gente que no sean mis amigos he podido ver. Javi teníamos superado lo de en la riqueza y en la pobreza y ahora, un punto más, en la salud y en la enfermedad.



Me da miedo decirte que esto va para delante porque los sentimientos verbalizados los sueles poner tú, pero como echamos cuentas el otro día, con datos objetivos te quiero más que tú a mi, y me remito a los hecho. Que podremos discutir mil veces pero es que nos va la marcha en todos los sentidos. ¿Una vida fácil y perfecta? Eso no va con nosotros.

La noche de hoy solo ha hecho confirmarme algo que ya sabía, y es que quiero pasar el resto de mi vida contigo. ¿Por qué? Es muy fácil. No he visto una persona más inteligente, más listo y más fuerte que tú. No te da miedo el miedo, al contrario. Entiendes las relaciones como yo, nada de a medias, o todo o nada, y así lo estamos haciendo desde el 11 de Septiembre. ¿Quién dijo que el 2020 es malo? Porque yo he encontrado lo que llevaba años pidiendo. La libertad de ser yo misma junto a alguien que quiero, y que da lo mismo que yo. Damos todo de nosotros sin pensarlo, como reacción a lo que ambos sentimos. Poseemos la seguridad de que esto solo acaba de empezar, y ha empezado muy como nosotros, ¡a lo grande! Porque no somos de medias tintas ni en política. Somos el equilibrio que necesitábamos y que estábamos buscando y que ha tardado en llegar... Pero estás aquí, has llegado para quedarte. Y sí, en un mes, no tengo palabras para agradecerte tanto amor que recibo todos los días. 


Y no me refiero al amor cursi de las películas, no es nuestro estilo, el nuestro se basa en estar al lado del otro cuando lo necesitamos y cuando no, el nuestro no va de montarse en unicornios del que luego nos podemos caer. Por primera vez, siento que estoy con una persona madura, en una relación madura... Por primera vez abrazo alguien y siento que estoy donde debo estar.

P.D. ¿Te casas conmigo? (fui la primera que te lo pedí, ¡copiota!)

viernes, 16 de octubre de 2020

Si decides quedarte

 Si decides quedarte, te aviso que a mí es un poco difícil quererme. Soy una persona especial.

Siempre dejo lo que no me gusta para después. Acostumbro a tomar decisiones extrañas guiándome por corazonadas. Me considero extremadamente emocional, por eso me hace feliz cualquier detalle. También tengo facilidad para sentirme mal cuando algo no me sale bien o me preocupa. Mis amigos dicen que soy un desastre que no sabe dónde va. Extremadamente indeciso. Un día te diré que quiero ser escritor, al otro futbolista y al siguiente actor. Me quema estar metido en casa todo el día, pero la echo de menos en cuanto paso dos días fuera de ella. Prefiero las series a las películas porque los capítulos suelen ser más cortos, aunque al final termino viendo varios y pierdo hasta más tiempo. Si me da por escuchar una canción, la escucho treinta y siete veces al día. Suelo estar a dieta, y suelo aún más saltármela. Siempre encuentro una excusa para darme un capricho, o para da un abrazo, de saludo, despedida o demostración de aprecio. Me encanta querer y sentirme querido. Y no sentirme solo, aunque a veces lo necesito.

Te lo puedo resumir en que estoy lleno de manías y peculiaridades. No sé hacer las cosas sin ponerle cariño, y en el fondo soy todo inseguridad y nervios.

Si tras todo esto te sigo pareciendo interesante y decides quedarte, por favor, que sea para apostar por algo único.

Para cualquier cosa, tienes al resto.



                            

La chica de la oficina

 Próximo tren: Dos minutos.

Alguien mira el reloj nervioso. Es él. El que se levanta cada mañana media hora antes para asegurarse de coincidir con ella en el mismo vagón. El tren llega. Se sube y consigue sentarse. Saca un libro y comienza a leer, aunque su mente no termina de concentrarse porque está pensando en ella. Las paradas se van sucediendo. Sube y baja gente, pero nadie que le importe. El móvil vibra: "Estoy a cuatro paradas". Es ella. La que sí importa. Y él sonríe. Al final va bien de tiempo si se da prisa.

Ahora toca transbordo. Nada más pisar el andén, corre por toda la estación de metro como si le fuese la vida en ello. Al llegar al otro andén, vuelve a mirar el reloj nervioso. Esta vez no por el tiempo, sino por ella.

Próximo tren: Un minuto.

"He llegado a tiempo", se dice satisfecho a sí mismo.

El tren va a efectuar su parada en la estación.

Ya viene. Él, como siempre, se pone justo enfrente de donde queda el primer vagón. Donde ella lo espera. Mientras el tren se detiene, puede verla por las ventanas. Sonriente. Radiante. Está sentada y tiene un asiento guardado para él. Se abren las puertas, y más gente que no importa sale por ellas. Él se siente como un atleta en una carretera de cien metros lisos, esperando la señal para correr hacia ella. La última persona que se dispone a salir del vagón, lo hace. Ahí está su señal. Anda rápido, calmado como puede sus ganas de correr -está seguro de que si estuviese un poco más lejos no podría evitarlo, dándole igual lo que puedan pensar los demás. Los que no importan-.

Por fin llega hasta ella y se sienta a su lado. Ya están juntos, otra vez. Se sonríen. Se miran. Se miran muy intensamente sin decir nada, pero diciéndose todo. Acto seguido examinan a su alrededor. No hay nadie que los conozca de su oficina.

Por fin se dejan llevar.

- Te he echado de menos.

- Yo más.

- Tú siempre más.

Se ríen. Se besan. Se sienten libres, rebeldes y felices.

Sus vidas siguen gobernadas por la misma rutina de mierda, pero, durante tres palabras, escondidos en ese vagón de la línea nueve donde nadie les reconoce, se abrazan, cierran los ojos y sienten que todo lo demás, como la gente del metro, no importa.



miércoles, 14 de octubre de 2020

6º PARADA: "L"

 Digamos que L es "la chica de la oficina".

De L no me quería enamorar. De hecho, intentaba evitarlo. Ella era mi compañera de oficina y me daba pavor imaginar que tuviésemos algo, por si luego salía mal y acababa por hacerme sentir incómodo en el trabajo. Recuerdo que evitaba mirarla como algo más que una amiga, incluso llegué a creérmelo. 

Pasó el tiempo y, poco a poco, cada vez estábamos más unidos. Un día fue quedar para cenar, otro día fue un cine... Poco a poco, yo ya iba sintiendo necesidad de estar con ella siempre. Seguía evitando pensar en ella como en algo más que una amiga, pero al mismo tiempo no quería saber nada de ninguna otra chica. Es como si huyera de ellas para no estropear lo de L. Y era de locos, porque no había nada que estropear. Mi yo enamoradizo atacando de nuevo y yo defendiéndome como podía.

Hasta que un día, de repente, le di un beso.

Más que un beso fue un pequeño beso. Algo minúsculo: "a ver qué pasa", pensé.

Y al final pasaron muchas cosas.

Descubrí a la chica que más me ha complementado como persona, a la mano que siempre estaría ahí para levantarme, al susurro que siempre estaría ahí para animarme y a la caricia que siempre estaría ahí para cuidarme.

Con L descubrí a la chica que me ha hecho más feliz en toda mi vida. La que le ha dado sentido a todo el camino recorrido.

Por eso, a día de hoy, y ojalá que siempre, ésta es la última parada.



sábado, 10 de octubre de 2020

Llamarte

 Hoy por casualidad he visto tu número en mi teléfono y, fugazmente, me he replanteado llamarte. Pensamiento estúpido, porque, después de todo, ¿qué nos íbamos a decir? Quizá podría decirte que estoy como incompleto, roto y vacío. Que echo de menos arañar minutos de sueño por hablar contigo, sintiendo por la mañana que las ojeras nunca merecieron tanto la pena. Que no he vuelto a dormir con alguien que me sacase una sonrisa al despertar y verla enfrente. Que no me escribe nadie que me haga mirar el móvil con la misma ilusión que lo hacía cuando me escribías tú. Que no te echo de menos, pero echo de menos lo que éramos.

Sinceramente, me ha sorprendido pensar esto, porque concebir algo entre tú y yo es imposible. No quiero, ni querrás. Nuestros cinco minutos juntos ya están caducados. Tú ya te sabes todas mis bromas y yo ya te he escrito todo lo que me ofrecías como musa.

Y, aunque no lo he hecho, ni lo haré, quizá me gustaría después de todo, porque , aunque me equivoqué contigo, no me arrepiento de haberme equivocado.

Porque ni quiero ni voy a intentar el imposible, pero por un momento he pensado en llamarte y me ha seducido la idea de ser estúpido y hacerlo.



A veces me da por pensar en ti

 A veces me da por pensar en ti. En cómo te irá, en si estarás con alguien y, sobre todo, en si a ti también, a vece, te da por pensar en mí. Seguro que sigues durmiéndote tarde mientras te pierdes en Youtube buscando nuevos grupos. Siempre tenías una canción para cada momento, para cada emoción. Dabas al play y comenzabas a hablar de tus sueños, bonitos e imposibles a partes iguales. Estabas loca. Jamás entendí cómo no te dabas cuenta de que vivías en una utopía, aunque ¿quién era yo para cortarte las alas? Más aun teniendo en cuenta que yo me enamoré de ti gracias a ellas y a tu filosofía de "tú sonríe siempre, que a los demás les jode".

Aunque debería de darme igual, espero que sigas teniéndole alergia a todo lo que tenga que ver con ser realista o con tener los pies en el suelo. Supongo que era eso lo que te hacía única: tu capacidad para soñar por encima de tus posibilidades. Tu capacidad para que yo terminase soñando del mismo modo.

Sé que no hubiera funcionado -directamente ni funcionó-, pero, aunque no lo creas, te tengo cariño. El tiempo hace que nos quedamos con lo bueno y, ha pasado tanto que, si volviese a verte, quizás haría algo descabellado como decirte, por ejemplo, que a veces me da por pensar en ti.



Quiero-Odio sentirme solo

 A veces me siento solo. Desde luego no es malo estarlo, pero hay días que me gustaría tener alguien con quien ir al cina, salir a cenar o escaparme un fin de semana. Alguien que piense en mí cuando necesite sonrisas y abrazos; que dé color a lo gris que se puede ver todo de vez en cuando. El problema surge cuando aparece alguien interesante. A veces me gusta estar solo, y me apetece estarlo. Y me aterra ver que puedo dejar de ser rey de la vida que tengo por reino. No quiero decidir con nadir si nos dormimos con la tele encendido o apagada, ni qué serie vamos a ver. Tampoco quiero domingos de comidas con suegros, ni viajes en coche sin poner la música que a mí me gusta. Los sábados me gusta que me bailen, y los domingos me gusta tener la cama entera para mí.

Y entre este conflicto de estar solo o acompañado, estoy yo, agobiado cuando la balanza se decanta por cualquiera de los dos estados. En semifelicidad cuando encuentra equilibrio, y diciendo tonterías cuando vuelvo a pensar en ti, sabiendo que hablo de balanzas porque no puedo hablar de ningún "contigo".

Al final no es bipolaridad ni querer o no estar solo. Es querer estar contigo y no estarlo.



jueves, 8 de octubre de 2020

Mi titán

 Vuelven los problemas de estrés, el dolor de tripa que no cesa, el dejar de comer cuando toca, las bajadas de defensa, las inseguridades cuando me miro al espejo... Las chichas que no están en su sitio, la vigilancia extrema de la comida. El tragar como si doliera, las digestiones pesadas, los vómitos... con tan solo mirarme.

La talla 38 me vuelve a quedar holgada y aún me miro al espejo y veo que no me gusta lo que hay. Horas de machaque en el gimnasio, entrenadores que me indican, me dirigen y que cesan al verme como me voy demacrando por horas, como mi cara va tomando palidez. 

- ¿Estás bien? - me pregunta el "langostino" como lo llama mi Bollo.

- Es cansancio - respondo sin ahondar en el tema y costándome subir a la bicicleta.

- Quizás deberías parar por hoy - me ayuda sujetándome los pedales.

- Aun no he echado todo lo que tenía que echar - le digo sin mirarle a la cara y recogiéndome mejor el pelo.

- ¿Qué quieres echar? - me pregunta.

- Un montón de problemas... - me río - No preguntes más, no es necesario.

- Los vacíos no se llenan subidos a una bicicleta, ni corriendo, ni escribiendo como haces tú. Se arreglan buscando el origen de ellos y tomando soluciones. Esto es simplemente la vía fácil. 

- ¿Y si no tienen solución?

- Todo tiene solución salvo la muerte. Es posible que no tenga solución a corto plazo, pero se te ve una tía fuerte, de las que no se vienen abajo con nada, de las que no se asustan, de las que el propio miedo las teme... - hace una pausa y me mira - Solo hay que verte como estás a punto de entrar en colapso porque tu cuerpo no responde y tu mente aún tiene gasolina para moverte.

- Mi mente tiene energía para mucho y no porque le de azúcar, créeme - le dije riéndome.

- Y sonríes, tienes fuerzas para sonreír - se ríe él también - Miedo le tiene que dar a ese chico que te tiene, el tesoro que se ha llevado. Patri, ¿me permites darte un consejo? - asiento con la cabeza - No seas tan dura contigo misma, no te exijas tanto porque hay cosas que no están en tu mano. Lamentablemente, o quizás por suerte, no lo sé, pero no vivimos solos y aislados... Hay cosas que dependen de otros, de circunstancias ajenas a nuestras manos y tenemos que aprender a resignarnos, jugar con las cartas que nos ha tocado y no machacarnos por no tener un As en la manga... Juega, reparte, barajea e intercambia... Usa a los demás, y usar entre comillas, apóyate en los tuyos, toma decisiones y cómete el mundo... Porque sin conocerte bien del todo, creo que eres de las pocas que lo levanta cada mañana y se lo come en el desayuno. Aunque llores por la noche, aunque rabies, aunque te mates en el gimnasio... Y si me permites una cosas más antes de empezar la clase, no creo que estés buscando aquí el cuerpo perfecto, sinceramente, no lo necesitas, detrás de esa cara bonita tienes mucho que dar, estás aquí expulsando toda la mierda e intentando llenar esos vacíos, pero... sabes que matarte aquí no es la solución. Enchufar al saco siete horas no te va a dar lo que necesitas...

- Me has calado, ¿eh? - me reí.

- Llevo observándote mucho tiempo - dice apoyándose en la bici - Como tú hay pocas personas, y no me refiero a chicas, no me malinterpretes... A personas en general. Hoy en día, la gente busca el lado fácil y los placeres inmediatos. Eso saca un egoísmo que perjudica al de al lado. Y esa gente... cuanto más lejos mejor.

- Me quedo a esta clase y me voy, ¿de acuerdo? - le miro como si en el fondo le estuviera pidiendo permiso.

- No te esfuerces demasiado - se va a su puesto guiñándome un ojo.

Después me voy a los vestuarios donde los espejos me matan y siguen pensando que, aunque no quiera el cuerpo perfecto puesto que nunca lo tendré, tampoco quiero volver a ser la de antes. No por mi pareja, sino por mi. Este tiempo dedicado a mi, me ha enseñado eso: ser feliz conmigo misma. Pero es cierto que hay días en los que el mundo nos supera y que mi peor enemiga sale de lo más profundo como un titán y acaba conmigo.



viernes, 2 de octubre de 2020

La Puerta del Sol

 Estoy en medio de la Puerta del Sol, esperándote. Me siento solo, rodeado y desarmado ante la idea de que he quedado contigo. "¿Sólo un café?", me digo a mí mismo. El problema es que contigo no es sólo un café. Es volver a verte, volver a escucharte reír, volver a contagiarme de ti. Es volver a pensar en tonterías para conseguir que te rías. Es volver a mirarte los ojos y sentir cómo el mundo se calla, se oscurece y se detiene. Es volver a llenarme de ilusión. Es volver a volar, como nunca he volado después de ti. Es volver a soñar. Es volver a cruzar los dedos apra que salga bien. Es volver a ese hormigueo que tan bien provocas dentro de mí. Es volver a las dudas sobre qué estará pasando dentro de tu loca cabeza. Es volver a nuestras largas noches juntos. Es volver a sentir que eres como La mujer de verde de Izar, pero la mía.

Es volver a muchas cosas. Cosas que no sé si al final van a volver. La rayada de mi vida. Pero yo aun así estoy sonriendo, cual estúpido, porque en cualquier momento vas a aparecer entre la multitud que circula cada minuto por Sol. Y cuando lo hagas, por mucho que le joda a la puesta más emblemática de Madrid, la vas a eclipsar.

Siempre serás para mí lo que es la Puerta del Sol para Madrid.



Estúpidamente duro

 Yo no soy de los que se sienten cómodos cuando hay que hacerme el indiferente por un mensaje que realmente estoy deseando que llegue. Tampoco me gusta escuchar consejos de gente que cuestiona mis acciones o que me dice lo que tengo que hacer, cuando no saben de lo que siento o dejo de sentir. Estoy harto de construir barreras entre nosotros por miedo a parecerte desesperado. De disfrazarme de fortaleza, cuando sufro debilidad por ti. De callarme la necesidad de disparar a los cuatro vientos los bonito que me parece todo lo que tenga que ver contigo.

Yo te aviso: ya me estoy quedando sin excusas para seguir con mi cabezonería de no escribirte. Y aunque quizás no debería, en el fondo me dan igual nuestras rayadas y enfados. Me apetece un montón verte. Te lo perdonaría todo si me escribieses, y que que, aunque no lo hagas, también. Cada día me cuesta más aguantarme las ganas de salir corriendo hacia la guerra que tú supones porque sé que merece la pena el riesgo que conlleva cada paso que me acerca a ti si acabamos en un nosotros.

Cuento las horas para atreverme, por fin, a tirar al suelo el escudo en forma de orgullo tras el que me escondo, y así dejar a la ilusión que me hace la idea de volver a verte.

Pero, mientras tanto, aquí estoy, sin saber cuánto más voy a aguantar y esperando que me hables tú primero, para hacerme el duro.

El estúpidamente duro.




Islazul

 Me bajé del coche y escuché su moto. Su sonido es inconfundible. Volver a escucharla es darte cuenta que las demás no suenan ni parecido aunque cada vez que escuchara una el corazón saltara sin dejarte aire que respirar. 

Entramos por la puerta del parking y le vi subiendo la rampa con otra al lado (pobrecilla, pensé), agarrados de la mano, y en su susurro dije... "Samu", no sé a quién iba a dirigido, si a Javi o simplemente era un pensamiento en alto. No le había vuelto a ver tan de cerca y mis piernas me empezaron a temblar. Según Javi, nos vio. Según yo, no lo sé, ni me importa. Agarré fuerte la mano de Javi, como si tuviera miedo de hundirme de nuevo. Volver a caer en todo lo que ya había sufrido. 

Es cierto que el impacto hizo que mi cuerpo reaccionada con temblores, pero a la vez, me sorprendí al no sentir nada. Absolutamente nada. Ni rabia, ni tristeza, ni angustia... Solo sorpresa, de verle tan cerca. Ni siquiera la compañía que paseaba me provocó ningún sentimiento. "Ha cambiado a Dios por un gitano, el payaso ese", me dijo Javi. "Teniéndote a ti... Qué fea es". Mire a Javi y sonreí. Con el corazón anestesiado. 

Escribí a todas las chicas, escribí a Dani y por supuesto a mi Bollo. Todas las chicas se sintieron orgullosas de mi reacción: ya estás curada, amiga. Disfruta del chico que tienes al lado. Él sí que te quiere de verdad.

Estar en el Primark los cuatro, tampoco me provocó nada. Todo lo contrario, es decir, miré a Javi. Y sí ya tenía claro que le quería en mi vida por tiempo indefinido, ahora estoy segura que quiero firmar los papeles que hagan falta para tenerle siempre cerca. Para él, no sé qué pudo sentir. Ver a la persona con quien estás, reaccionar por su pasado... No debe ser fácil. En mi caso, la falta de reacción. La paz y tranquilidad que nunca habría esperado de mí por mi forma de ser.

No solté su mano. Me agarré a él como una niña pequeña sabiendo que una bofetada sin manos así podía dolerme, pero no fue así. Javi me hace la vida soportable, llevadera, dibuja sonrisas que creí olvidadas... Eclipsa el pasado que tanto duele aunque te lo encuentres por casualidad en Primark. Javi es lo mejor que me ha pasado desde hace tanto tiempo... Que el día de ayer, sí que me provocó sentimientos, pero no hacia el motero, no. Miré a Javi y lo vi claro, con quién debía estar, con quién estaba construyendo una vida y con quiero seguir haciéndolo. Si su mano es capaz de salvarme de mi peor pesadilla, qué más cosas me quedan por descubrir junto a él.

La noche ha sido dura. Sumado a mis problemas de siempre, una madre llamando cada hora, veía las imágenes de Samu en Islazul, una y otra vez, y a la vez, a mi, impasible ante ello. No se giró a mirarme cuando, en el fondo, yo también sé que me vio y confirmó lo que todas y todos piensan, sigue siendo el mismo cobarde y miserable de hace un año. 

Lo tuve tan fácil anoche para cargarme una moto... Pero ni siquiera rabia o venganza me inspira. Es la persona más mierdas que conozco. Es posiblemente la peor persona con la que me haya cruzado, y este pensamiento me devuelve a Javi. Es él. Es todo lo que creía que jamás iba a encontrar y detrás de una cara que me vuelve loca a juego con un cerebro que muchos lo quisieran y a la par que un corazón que no le entra en su pecho. 

Quería escribirlo porque mi reflexión va de por qué no sentí nada. Nada. Lo vuelvo a repetir. Y si mis chicas tienen razón, y siempre la tienen. Es que estoy curada del todo, así que... Javi, agárrate a mi mano que tenemos muchos planes y una vida que compartir. Te quiero, macarra.

P.D. A todos los que me habéis preguntado... Sí, Javi sabe toda la historia. El motero ha formado parte de la etapa más oscura que he vivido, y Javi debía saber de dónde parto. Sin sorpresas, sin mentiras, entendiendo cada paso que he dado y que doy. Ambos creemos fielmente que el diálogo y la confianza es la base más sólida para cualquier relación. Así que, sí, lo sabe todo.

Patri Izquierdo Díaz



jueves, 1 de octubre de 2020

Su truco

 Quizás su truco consiste en parecer ser todo lo que buscabas en una chica, cuando no tenías ni puta idea de lo que buscabas. Irónico. No saber si estás mejo solo o acompañado, y que aparezca alguien que, sin quererlo, elija por ti. Alguien que te haga verlo tan nítido como un día soleado y, a la vez, tan borroso como un día nublado; porque parece que sí, pero sientes que no, que no puede ser tan fácil.

- Todavía duele desde la última vez que cerré los ojos - te lo advierto.

- Todavía sonríes desde la última vez que te besé -me respondes.

Y haciéndome el loco ante el miedo, kamikaze ante lo que pueda pasar y valiente antes soles y nieblas, por ella, vuelvo a cerrarlos confiando en alguien.

Ese es su truco. Consigue que cierres los ojos y confíes. Un pequeño gesto imposible con las personas de hoy en día; al menos para mí.

Al menos con cualquiera que no sea ella.



OCTUBRE 2020

1. Qué bonito es encontrar a esa persona con quien no tienes que aparentar nada.

2. No es tan difícil. Bueno, no lo es cuando se tiene claro –que es distinto-.

3. Yo tardo muy poco en ilusionarme. Y si ya me recuerdas a alguna canción, la cosa es grave.

4. No te imaginas las ganas que tengo de que me hables. Ojalá te las pudiera contagiar por telepatía.

5. Temer la caída distrae del vuelo.

6. Ve hacia donde quieras estar, no hacia donde debas estar.

7. No pido tanto, me conformo con que pienses en mí y sonrías.

8. Querer apuntar alto mientras a la otra persona le da miedo hasta disparar.

9. Cualquier día es bueno para celebrar que nos tenemos el uno al otro.

10. A veces nos agarramos a una esperanza que es más ilusión que esperanza.

11. Crecer, vivir y luchar juntos por la utopía de ser felices.

12. Nosotros, como nuestra relación, siempre mal y tarde.

13. Es una putada vivir la situación en la que, hagas lo que hagas, vas a hacer daño a la persona que más quieres.

14. Justo ahora que por fin conozco a una chica que me hace olvidarte y que me hae sentir que hay vida después de ti, apareces.

15. Te voy a echar de menos...

16. Tú y yo juntos para siempre. Es una apuesta segura.

17. Hay veces en las que es mejor no empezar a volar si se sabe que se va a terminar estrellando.

18. Llevo demasiado tiempo preocupándome por los demás, ya es hora de que comience a mirar sólo por mi.

19. Sabes de sobra lo importante que eres para mí y que, sea lo que sea, voy a apoyarte siempre hasta el final.

20. No merece la pena vivir si no se dispone de liberta para disfrutar de ello.

21. Si vas a dejar irse a alguien, asegúrate primero de que quieres dejarle ir.

22. Los dos hemos cometido fallos, pero tiene arreglo. Siempre lo tiene.

23. ¡Que le den a lo correcto!

24. Contigo pretendo llegar hasta tal punto de que la gente nos vea y vuelva a creer en el amor.

25. Tienes que hacerlo. Está en juego tu felicidad.

26. Si no me vas a elegir primero, no me elijas.

27. Con el paso del tiempo, he aprendido que el dolor que ha sufrido otra persona es incapaz de compensar el que hemos podido llegar a sentir. Puede dar paz, pero no cambiar el hecho de que en un momento de nuestra vida lo hayamos pasado mal.

28. Como puedes comprobar, el amor se me sigue dando como el culo.

29. En la vida, por difícil que parezca, al final siempre ganan los buenos.

30. Hacer planes y soñar no merece la pena si no se apunta alto.

31. Se sufre más con el dolor de una persona querida que con el de uno mismo.


A mí me vale

 Te plantas en la puerta de mi piso armada con cervezas, con una sonrisa confiada y con un vestido que estás deseando quitarte. Sin ropa te sabes invencible y estás deseando llevarme a tu terreno.

Por un momento pienso en pararte los pies. O quizás en huir, que suena más fácil. Mi instinto de supervivencia aflorando en última instancia para recatarme. Me imagino que salgo corriendo, aunque en el fondo sé que no puedo escapar de ti. "Rescate fallido", me digo a mí mismo.

Tú sonríes.

Yo me rindo.

Nos besamos.

Otra vez me tienes donde querías.

Mañana me volverás a dejar en la estacada. Pero hoy eres todo que podríamos ser juntos.

Y con eso, por masoquista que suene y por imposible que sea, me vale.