martes, 31 de marzo de 2020

"A"

Es un terremoto.
Baila sin pensar.
Sueña muy despierta.
No podría vivir sin chocolate ni besos en el cuello.
Intenta ser de piedra, pero un roce la mata.
De placer. Solo quiere que la mimen y reír.
Aquella tarde...
Aquella tarde: pelis francesas, Kinder bueno, algún abrazo y mis besos en su cuello.
No podía ser menos, ruido en la calle, latidos en su pecho.
Apoyada en mis hombros, sobrevivía...
Así estirada en el sofá, estaba preciosa, le di un beso en la nariz y se enfurruñaba: "La nariz no, idiota".
Y me besaba.
Apoyé un cojín en su cabeza mientras la desnudaba.


Una de Tim Burton

Lo mismo la encuentras jugando unas partidas a la Play o viendo una peli de Tim Burton, hasta arriba de golosinas, que relajándose en el baño o cocinando un buen plato, sin pensar en nada.

Fiel a sus amistades. Dispuesta a hacer algo por quien lo necesita, sin buscar reconocimiento.

Otras veces, esconde detrás de las ganas de sol lo triste que está su mirada.

Con la mayoría de la gente cuela. Como sonríe y le brilla tanto el pelo, nadie desconfía. Como piensan solo en morderle el labio, no se enteran de que tiemblan.

No lo puede evitar, le gusta seducir. Puede que gruña, pero entre gruñido y gruñido te puede hacer el año en la bañera. Pero aun así se muere por un abrazo fuerte y apretando. De esos tan difíciles de conseguir y casi en extinción para ella. Quiere un masaje, uno de esos de la cabeza a los pies.

Que la deje relajada y excitada. Para sentirse de nuevo así: llena de deseo.

Llena de silencio. Respira.


El tren de las 14:36

La vi apoyada en la estación de tren. Pegada a una columna, sonreír sola.

Iba sin medias aunque hacía frío. A ratos movía los pies al ritmo de su iPod.

14:36, lle el tren.

Sube pausada, y se coloca el bolso por delante. Su asiento está al lado del mío. Se coloca el pelo en el reflejo del cristal y esboza media sonrisa. Lleva un libro, pero no me da la vista para ver cuál es. Paisajes muy gallegos. Mucho árbol, cielo nuboso.

Saco un papel, medio lápiz me queda. Escribo cinco líneas y se lo entrego.

No os descubro qué ponía, pero me lo devuelve con una sonrisa. Lo leo y me siento a la izquierda y le doy dos besos.

No se acabó aquí el cuento.

Aún quedan paradas.

O toda la vida.


Tú y la luna

Vivir en la tierra, pero, joder, tú eres mejor que la luna.
Desde el suelo lunar de tus clavículas, observo y cuento lunares en vez de estrellas.
Cuento en besos tu espalda y en caricias tus muslos.
Me vuelvo loco al admirar la marca de nacimiento que cubre esa zona de tu cuerpo.



Y que te invite a cerveza

Había una vez una chica. Siempre reía. Alta, con unas piernas superbonitas.

No necesitaba, ni quería nunca, tacones para salir. Pasaba de discotecas, era feliz en bares de la zona antigua. Bebiendo en los soportales.

Era preciosa. Ella siempre decía que no, pero los chicos se volvía locos por ella. No necesitaba chicos guapos, mataba por uno que le hiciera sentir momentos especiales. Su primer amor la dejó marcada. Nada la hacía sentir, y se guiaba por instantes.

Era tajante, pero la mejor persona que te podías encontrar en la vida. Te vacilaba y solo querías abrazarla. Un día me besó, yo no lo esperaba.

Me hizo sonreír muchos días y se marchó de la noche a la mañana. Pero no del todo, y ya sé, podéis pensar que eso no es bueno, que es una putada. Os equivocáis, es de esas chicas a las que solo les deseas la mayor felicidad. Y aunque no esté contigo, que se quede lo más cerca posible. Y que te invite a una cerveza.


Hola, ¿cómo estás?

No sé si te acordarás de mí: soy esa persona que un día te vi con tu carpeta y ya nunca más me olvidé de ti. Terminamos hablando, ya sabes, confío mucho en mí.

No querías quedar, aunque tu sonrisa delataba que era mentira. Muchas tardes, algunas cervezas, con tus gafas de sol y nuestro primer beso, mitad robado, mitad mordisco.

Algunas veces veíamos la luna con el techo puesto y la tormenta se hacía dentro del nórdico.

Ya no hablo contigo, pero los demás están hartos de que les hable de ti. He probado otros labios que no tenían sabor a nada. Bueno, a nostalgia.

Me han contado que hay otra persona por ahí, que tiene el pelo más bonito.

Me sirve, si estás bien y te hace reír. Al menos que se dé cuenta de lo mucho que vales. 

Me despido ya. 

Besos.


Menos de cien palabras

Muchas veces me he preguntado la razón por la cual ya no estás aquí.

Muchas horas sin dormir, repletas de dudas.

Pero hoy me he dado cuenta de que seguramente fue mi culpa. Solo mía.

Por intentar hacer sonreír a alguien que no quiere, por dar todo por alguien que da la mitad. Por hacer esfuerzos y encontrar reparos. Por dar besos con ganas y encontrarlos sin ellas.

Y sí, es lo que pasa cuando sabes que algo va a salir mal y te lanzas a la piscina con ganas. Con lo mal que sé nadar yo. Así me ahogué, claro.

Pero no te preocupes, aparecerá alguien y seguiré dando todo por nada. Nací así y, aunque duela, seguiré.

Y aquí, en menos de cien palabras, te lo explico.


La vida y momentos

Qué bonito nos parece siempre todo lo fácil. Nos encanta complicarnos.

Unos días tan Diario de Noa y otros de corrernos pegados a la pared. Nos llenamos de silencios que no nos dejan enseñar lo que pensamos. Nos gusta que nos abracen para dormir. Otros días nos falta cama. No queremos, pero odiamos estar solos...
Bailamos en el espejo nuestra canción favorita. Cantamos mal en el ducha. Compramos ropa interior bonita, esperando que nos la arranquen. Y callamos todos los secretos. Lloramos cuando nadie nos ve. Sonreímos sin querer.

La vida.

Momentos.


Mi viaje preferido

Te voy a contar una historia real.
De lugares y viajes.
Totalmente verídica.
Con solo algunos ejemplos bastará:
He subido a lo alto de la Torre Eiffel.
He paseado por los canales del Barrio Rojo.
Recorrí las tiendas de Milán.
Toqué el Muro de Berlín.
Vi cómo sonaba el reloj astronómico de Praga.
Recorrí Buda y también Pest.
Me bebí una cerveza en Bratislava.
Noté el frío de Estocolmo y el calor de Malta.
Lo pasé genial, saqué miles de fotos.
Pero he de confesarte que nunca he disfrutado tanto como entre tus brazos:
ese fue mi viaje preferido.


Como tú lo hacías

Y alguna noche, una cualquiera, da casualidad, te volveré a ver dando saltos con tus amigas en alguna discoteca o apoyada en la barra de algún bar de mala muerte. Y no tendré valor suficiente para confesarte que no han vuelto a abrazarme como tú lo hacías, sin avisarme. Y me iré... dando tumbos me iré.


Se llama Patri

Es bonita, mucho más de lo que ella dice. Odia la cebolla. De esas personas que siempre dicen que sí, que sí, aunque tengan cero ganas de ponerse las botas.

Pídele un favor y ya estará debajo de tu casa.

Le gusta estar y saber, tener todo bajo control, los vestidos y bailarinas. Y sin Coca Cola light no puede vivir. Cree en el amor, y eso que la mataron. Bueno, no, la mataron y la remataron. Conoce un chico que le giró la vida, lo conoce como su mano, enganchada a sus miradas. Se la puso rosa (la vida, digo), se la hizo hermosa. La destiñó y quedó en ruinas.

Ahora está en obras. Luchando por colgar el "Otra vez: abierto por inauguración". Y daría su sangre por volver a su boca. Sin que sepa a derrota, y sí a nueva victoria.


lunes, 30 de marzo de 2020

Marzo

Parece solo el último lunes de un marzo lluvioso. Frío como un noviembre. 

Para algunos un día más. Para otros, seguro, algo inolvidable. Quién sabe para quién y en qué lugar del mundo es un día especial.

Y yo, como siempre, dispuesto a hacerte reír, a hacer como que nos encontramos, cuando llevo tres horas en tu portal. Con gominolas en el bolsillo que igual no me atrevo a darte. Con tu cazadora desabrochada aunque te mueras de frío. Odiando los paraguas como yo. Somos más de besarnos mojados. De ver cómo no estudias por leer lo que escribe Sara Búho. De hacerte el amor contra tu mesa de estudio. Y comer helado de Háagen-Dazs.

Es una lástima que tampoco vayas a estar en abril.

Ni en mayo, claro.


Lanzarse al vacío

Estabas muy abajo. Y desde allí, apareció tu cielo. Escalaste, poco a poco.

Respiraste fuerte al llegar. Saltabas y reías. Era el precipicio más bonito por el que habías paseado jamás. Te arrimabas al borde de sus labios cada noche. Te columpiabas fuerte de sus caderas. Pero un día se rompió la cuerda de vuestra mirada y caíste... sin paracaídas, sin control. Al vacío.


Alma alquilada

Se despertó una mañana, tras una noche más de desprecios, de no poder dormir, de ojos como platos.

Se acabaron aquellas risas que rompían el silencio. Solo quedan fotos. Y duelen.

Le arropó aunque no lo mereciera. Hizo una maleta llena de recuerdos y borrones. Una nota simple en la nevera, vacía como ella. Así se despide ella, poco equipaje.

No quedan lágrimas. Una sonrisa de libertad al salir por la puerta. El futuro de la felicidad está ahí, aunque duela. Solo le queda seguir adelante.

El alma no se alquila.


Crees que todo va bien

Crees que todo va bien, que lo que tienes es felicidad. 
La costumbre del amor cuando ya no te lo esperas porque tu vida tiene un camino marcado.
En la situación más rara e inesperada, aparece alguien que te lo desvía al cielo.
Que todo da un vuelco.
Tu mundo patas arriba.
Las bragas mojadas de nuevo.
Tu corazón otra vez excitado.
Temblar. Dudar.
Y la sonrisa marcada en la boca.


domingo, 29 de marzo de 2020

Del 20 al 31

Me gustaría abrazarte en 20 eneros distintos.
Ya sabes que mañana 21 es primavera.
Que suene Taylos Swift y su 22.
Ver el sofá contigo el número 23 y follarnos las 24 horas del día.
25 ojalá, si existieran.
Escribirte 26 cartas y 27 caricias contra la luna.
28, qué inocente tu mirada.
29, como el de febrero cuando faltas.
Como cuando reduces a 30 para besarme.
Hasta el 31 el cava me sabe a tu boca.




Va a ser un viernes de mierda

Me gustan esas historias que empiezan con un "Va a ser un viernes de mierda" y terminan siendo distintas: por amigos en común, por dos besos de presentación, cuatro miradas furtivas y dos sonrisas que hablaban. Que se convierten en un sábado al sol, de la mano, de beso en la frente. De ponerse de puntillas y olvidarse de las fotos, del ruido, del mundo.

Y así fue.

Ahora escribo desde estas cuatro paredes, llenas de Post-it. Con la radio sonando, preguntándome cuándo te volverás a poner en mi camino, a posarte en mi pecho. Recordando cómo esas madrugadas me desperté, salí a la terraza descalzo, por si pasabas. Y me volví a la cama, Me arropé, como tú me arropabas. Y me descubrí sonriendo cuando resonó en mi cabeza el "ser valiente no es cuestión de suerte". Ese que tanto tarareabas. Que ahora odio, y tú seguro aún cantas. A otros ojos, a otras manos.


Cosas que haría por ti

Bailaría contigo aun sin saber. Aunque no sonara música. Y en la cama también. Pararía el ascensor. Te besaría contra el espejo y te dejaría sin bragas.

Escribiría cada noche una canción para ti. Quizá te la leería después de hacer el amor. Cogería el primer tren a ninguna parte. Te taparía los ojos desde atrás. Y que le jodan al revisor mientras no besamos. Convertiría los inviernos en primaveras. De tu mano, todos los otoños se harían verano entre tus piernas. Y si no existiera la playa, la haría en tu piel. Mordería tu pecho dentro del agua.

Pintaría tu nombre en la arena. Esas noches aburridas, te esperaría en el portal, para irnos a los columpios, como clandestinos.

Besarte en la frente y dormir en tu sofá. Pelear con la almohada hasta tirarte de la cama. Y mirarte a los ojos antes de acostarme diciendo un te quiero solo con la mirada.


Rubia

Había una vez una chica que adoraba ver el mar y escuchar a Leiva.

Siempre bien vestida con la sonrisa puesta. Y la ropa también. De esas sonrisas que no pasan desapercibidas para nadie, que sin ser perfectas dejan marcado.

Que sus vestidos le hacían unas caderas encantadoras. Impecable, como si todo fuera siempre bien. Tan cabezota que te daban ganas de comerla o de matarla.

Llena de miedos, llena de dudas que no compartía con nadie. Con un fondo tan bueno y tan sensual que daban ganas de mordele los labios. Y ahí sigue, a su manera se hace notar, nunca está, nunca se marcha. Solo le falta un paso más, por una vez en su vida arriesgar.

Y seguirá endulzando entre semana esta ciudad de mar con su sonrisa sana.


Un martes cualquiera

Martes, un lunes encubierto.
De comienzo de semana.
De sonar el despertador.
De alguna foto rota.
De "mi rutina preferida".
De borrar mensajes antiguos y recuerdos que duran todavía.
De ir a Granada o a tus piernas.
De ni frío ni calor.
Algunas tapas mientras se va el sol.
De aquella canción que bailábamos.
Bueno, yo solo lo intentaba.
De una cerveza a las ocho.
De tu silencio a las nueve.
De ojalá un gol en Balaídos.
De trapos sucios.
De echar en cara.
De follar haciendo el amor.
O de fallar en él.
De mandar a la mierda todo y de quedarme contigo.
De agarrarte fuerte a mí. De bésame y destrózame.
De viajar a Praga de una mano y en la otra una cerveza.
Por si dudas. De ti, chica rubia, que te escondes por la ciudad.
Que temes, por si me bebes.
De momos y nórdicos.
Y mordiscos. De ve, que te va a doler.
De escribir mierdas sin sentido.
Sí, como esta.
Que no dicen nada, pero para ti igual todo.
De este martes sin sentido.


El mundo deja de ser una mierda

El mundo era una jodida mierda.
De días grises.
De lluvia que no paraba.
De ganas de mandarlo todo a la mierda.
Entonces aparecías y sonreías.
Se detenía todo. Incluso dejaba de llover en tus pestañas.
Y te juro que me daba igual que fuera una mierda si tú me abrazabas.


Hasta siempre, tía

En una mañana me he enterado de que estabas en el hospital y de que te has ido. En unas horas el coronavirus, de nuevo, ha ganado la partida a mi familia.

Una tía la que adoraba, tanto, como ella a mí. La que me preguntaba cuándo me iba a echar novio, y la que me miraba con cariño el día que llevé a Samu al pueblo. Le hizo hasta entrar en su casa. Siempre me metía en situaciones así, pero con el más grande de los cariños. Ella veía más allá de las palabras, de los gestos. "¡Qué delgada te estás quedando, hija!" no va bien la cosa con el de los ojitos azules, ¿no? Pues no tía, no acabó bien la cosa. 

Siempre me daba de comer para que no perdiera ni un gramo y estuviera guapa y lustrosa. Adelgazar es de enfermas. Me llamaba para todo. Su casa siempre la he sentido mía. Y solo pienso en el tío... Porque, el día que fui a sus bodas de oro, la fiesta más impresionante y bonita que yo hay visto, se les veía enamorados. Él la amaba, la ama. Me daba vergüenza, cuando la llamaba "cariño" y la tocaba el culo delante de todos. Eran amor los dos, del que ya no existe, del que ya no queda.

Ocultaba todos sus males. Ella siempre estaba bien. Adoraba a los niños, jugaba con ellos. Era familiar, era la gallina que juntaba a todos los pollitos, hijos, sobrinos, nietos, ¡todos! Su casa era la de toda la familia, y el primer punto al que ir cuando llegábamos al pueblo. La cena de los viernes, obligatoria con los tíos. 

El pueblo se está muriendo a causa de la pandémia, de los insensatos madrileños que fueron allí hace quince días, supongo que a celebrar el fin del mundo. El bar... ¡El Mirador! El foco de una enfermedad que me está arrebatando a muchas de las personas que conozco y que quiero.

Cuidaremos del tío tanto como tú lo hiciste, como mujer adelantada a tu tiempo, siendo una mujer de carácter. Queriendo aprender todo. Buscando que yo te enseñara cómo funcionaba el móvil o cómo funcionaba la tele. Muchas veces me he visto reflejada en ti. Y te voy a echar mucho, muchísimo de menos...

Seguramente que esta carta podría estar mejor redactada, pero aún no me hago a la idea y estoy soltando sentimientos junto con lágrimas. Escupiendo que ya está bien. Que me están robando familia porque la gente no entiende lo que es quedarse en su casa.

Te voy a querer toda mi vida, y aún no soy consciente de nada porque ni siquiera podemos acompañarte en este último tramo. Te voy a echar de menos, siempre.

Hasta siempre, tía.

Patri Izquierdo Díaz


sábado, 28 de marzo de 2020

Heridas y tiritas

Hay personas que pasan por nuestra vida, que son heridas. Algunas desde el principio hasta el final. Otras aparecen para salvarte y terminan matando.

Lo intentamos todo: desinfectar, tomar calmantes para el dolor... y terminamos poniendo una tirita.

El problema es que siempre quitamos la tirita poco a poco, con un dolor en cada tirón, y algunas veces es mejor tirar de golpe, arrancando la piel solo por una vez.

Cicatriz nos va a quedar igual, pero solo una y más bonita. Y aunque esté curada siempre escuece.


Me gusta

Me encanta cocinar para dos, tararear canciones, dormir abrazados y hablar entre risas hasta tarde. Pasar la mano por el pelo, ver pelis en DVDRip y la persiana bajada. Dar placer y reírme de tonterías hasta que duela el pecho. Adoro las bufandas y a Extremoduro. Ver el mar, el , el mar. Sí, tres veces. Sacar fotos. Que me den un lápiz y escribir frases sin sentido. Las noches de Andrés Suárez. Ver la luna con gafas de sol.

El Todo de Pereza. Viajar en tren. Comprar billetes de avión. El Nesquick de fresa y las golosinas con azúcar. Besar con mordisco. Follar en las mesas. Los días sin despertador. Saltar en conciertos. Ragdog. Las copas de naranja. Volver andando a casa. Los besos de madrugada, sabor tequila.

Me gusta una melena rubio. Las sonrisas de Amélie. Quiéreme si te atreves.

Las tortugas y los perros saltando. Los bocadillos bien cargados. Madrid en sus labios. Los bombones de coco. La tortilla con cebolla. Las lentejas de mi madre.

Y sobre todo, me gusta tu mirada.


Sólo quiero a alguien que...

Sólo quiero a alguien que me quiera tal y como soy. Que se ría conmigo de los ridículos que he protagonizado a lo largo de mi vida. Que le proponga un plan y no ponga de excusa su rutina. Que esa persona sea la excusa para no quedar con la mía. Que levante sin importarle mancharse de pena, cuando fracase en algo y no pueda o quiera levantarme. Sólo quiero a alguien que se sienta orgullosa cuando vaya conmigo de la mano, ¿sabes? Que se le note en la cara que es feliz a mi lado. Que entienda que algunos días no me apetece sonreír, y que sepa que los días que a ella no le apetezca sonreír,  y que sepa que los días que a ello no le apetezca, voy a sonreír por los dos. Que ella sea en mi día a día lo que es un viernes a la semana. Que me abrace todo el rato: en las penas, en las alegrías, en la cama. Sólo quiero a alguien que me diga: "yo confío en ti", cuando me propongo luchar contra imposibles. Sólo quiero a alguien que esté dispuesta a declarar una república independiente si la forman dos personas y yo soy la otra. Sólo quiero a alguien que no repare en alturas cuando hable conmigo de sueños.

Sólo quier a alguien que me quiera tal y como soy, sin que tenga que esconder nada.


La que nadie entiende

Ella siempre se enfada demasiado, algunas veces se ríe porque no conoce la razón. Tiene un corazón tan grande como su pronto, que en algunas ocasiones aparece sin avisar.

Es pura iniciativa. Fiel por naturaleza, aunque en el pasado la jodieran bien.

Ella sin hacer magia ni nada, es capaz de convertir el verano en invierno y el invierno en verano en cuestión de segundos.

Le gusta bailar, bailar y volver a bailar.


Shhhhhh

Hola, son las 2:30 de la madrugada y quiero escribirte esta carta. Seguramente nunca llegue a tus ojos, pero en esta noche tan fría como el chaleco antibalas de tu corazón, quiero que el mío, sin chaleco, hable por mí.

Sí, me hago un "shhh",  no pienses nada, no recuerdes otra vez. Pero es difícil hacer eso. Difícil dormir.

Alejarte de mí parece que te ha resultado fácil. Me causa miedo que en esta ciudad tan "pequeña" no te encuentre cruzando cualquier calle ni en ningún Mercadona.

De todas maneras, aquí seguirá esta persona dulce y habladora, por si algún día vuelves o me regalas un "hola". Y ya sé que no soy nada, pero mis labios te buscan y mi mente te piensa, en silencio y en espera.

Y prometo que si algún día apareces, no diré nada, te abrazaré y sonará Pereza. Y lo haremos absolutamente todo.


De cuando era niña

Lo recuerdas, eras casi una niña. Recorrías los locales de moda, ese Malibú.

Lo conociste y no pensabas en otra acosa. Solo en verlo y besarlo. Era tu vida, se lo perdonabas todo, incluso esas noches donde el mundo sabía dónde estabas tú y te hacías la tonta por no sufrir. Cuántas lágrimas en el cama cuando nadie te veía.

Y ha pasado el tiempo, sin cicatrices por fuera, algunas por dentro. Él sigue haciendo lo que le da la gana y tú te mueres por dentro. Te atrapa la costumbre y el miedo a... Dios sabe a qué.

Le das un beso para no tener que hablar. El sexo es un recuerdo y la pasión se pierde en la basura. Nadie te entiende, quieres escapar...

Cuando el amor se convierte en solo acumular... Se acaba. Y entonces llega el miedo. 














Castilla y León

Llegarás deprisa pero con mucha risa. No como si fueras a salir de fiesta, pero con los labios bien pintados. Con el flequillo para cualquier lado y el corazón bien escondidito. No vayas a ser que parezca que tienes ganas.

Me encargo de la cena, tú eres más de llevar de beber. Me pillarás haciéndome el despistado, observándote mientras llevas el tenedor a la boca. Te reirás y yo te diré que estaba mirando para otro lado.

Muertos de risa nos tiraremos en el sofá. Te cotaré alguna historia de 2005 y rozaré tu mano casi sin querer. Buscaremos el postre en la nevera. Y mi boca, tu nuca. Mis manos, tus caderas. Tu cuello, piel de gallina. Apartaré tu cazadora de mi cama para poder morder mejor tu espalda. Algún beso de película, pero en este caso de verdad. Con sabor a ti. Las yemas de mis dedos por tus hombros. Tu boca seca me dice: "Una caricia más".

Ojalá no te tuvieras que ir nunca.


Las 17:07

Las 17:07 de un día cualquiera. Es martes. Podría ser otro. Exactamente igual que el día que apareciste.

Que, aunque tú no lo sabías, yo en el fondo te esperaba. No sé si fue por culpa de esas cervezas que quedaban en tu casa o por la simple inspiración de una noche cualquiera, pero conseguimos lo que nadie hacía conseguido en tan poco tiempo: confiar. Tú. Confiar. Yo. Descubrir que detrás de esa roca que llevas por corazón, hay cosas. Cosas que te cuesta horrores soltar. Que es como si te clavaran un cuchillo cada vez.

No eres común. Y precisamente eso es lo que te hace especial: tu seguridad en ti misma, y esos días -tantos- en que no tienes ganas ni de abrir la boca.

Boca con sabor a jamón serrano, cerveza y a tabaco. Que en ti hasta sabía bien.

Ojalá algún día sepa por qué unos días son tan blancos y otros tan negros. Qué callas. Dónde olvidas tu sonrisa hasta en los días de sol. Y aunque todo te dé igual, aunque no quieras decir ni mu, ahí estaré, esperando que algún día digas: "Aquí estoy otra vez, no te vayas".

Dejo de tener ciudades favoritas, me quedo en tus lunares.


Desde el primer día

No aguantaron más. Se deseaban desde el primer momento en que se vieron, aquel día en que sonaba Iván Ferreiro y llovía. Tiras y aflojas y el primer beso en aquel parque.

Contra aquel árbol sin hojas, le mordió el cuello, le lamió todos y cada uno de los miedos de su cuerpo. La abrazó fuerte, sonrió con ansias. No se escucha nada...

Esa mirada cómplice en el portal y el vestido subido hasta el pecho en el ascensor. Lanzaron las llaves al suelo y le subió las manos pegadas a la pared. La devoró allí de pie. Pasó sus laboos por el pecho y solo había calor y calor.

La llevó de la mano a la ducha y, entre espuma y vapor, le hizo el amor contra la mampara.

- Un poquito más - susurró.

Y el sudor...


viernes, 27 de marzo de 2020

Mirarte a los ojos

Si te mirara a los ojos una vez más, quizá te abrazaría. O lloraría, no lo sé.

Seguramente es tarde para decirte que me he parado mil veces en tu portal, por si por casualidad bajabas a tirar la basura. Que hay zonas de la ciudad que no atravieso por si te veo de otra mano. Y hasta aquella camiseta, que te olvidaste en mi casa, está planchada y doblada dentro de mi armario. Suenan canciones de Pereza en la radio, las que siempre sonaban en tu iPod, para joderme un poco la vida. O lo que es peor: Cero, de Dani Martín. Eramos tan veinte que empezando de cero todavía eres diez.

Y el mar dejó de oler a mar para oler a tus caricias. 


Chica bonita

Es bonita. Esa clase de personas que todo el mundo ve bonitas. Siempre con su sonrisa. Con su mirada que te deja marcado.

Nadie se para a preguntarle si es feliz. No saben que ella es un metro sesenta de cicatriz. Con sus vestidos del Pull&Bear, que le hacen bailar en el espejo de su habitación, mientras espera que alguien le dé un abrazo por detrás. Y nada más.

Con eso respiraría hasta las estrellas. Sentirse deseada, no solo una noche de discoteca. Sentirse deseada hasta cuando mira por la ventana y no habla. Se calza sus bailarinas, y sale a la calle un día más.

Chica bonita, haces salir tú al sol. Mira cómo brilla hoy.


Tenerse y sostenerse

Tenerse es sostenerse mutuamente. Si no te sostienen, no te tienen. E igual sostener es dar un beso inesperado, una cena para dos, improvisada en el suelo de la cocina. Hacer el amor en el balcón. Y hacerse reír. Conocer de memoria el tacto de su piel, aunque no puedas tocarla. Saber que algo va mal y no decir nada, abrazar muy fuerte y, como duele, apretar mucho más. Y secar las lágrimas con la manga de la camisa. Y cuando llegue el invierno, arroparse sin ropa. Que sea verano en la habitación u que suene: "Imposible... es caminar sin un motivo... Imposible es no girarme si te veo marchar... Sé que volveré a encontrarte, imposible es ignorarte, la verdad".


La videollamada

Estos días estoy recibiendo bastantes videollamadas, pero hay una que tenía muchas ganas. Podría estar hablando con ella horas y horas, ¿sabéis por qué? Porque somos muy parecidas, porque tenemos visión de futuro y planes muy similares, porque siempre estamos ahí, y quién me lo iba a decir a mi cuando la conocí en la universidad y me caía tan mal por esas miradas que echaba y por esa mala leche que tenía dentro (siendo sincera, la misma que la mía). 


Su perfección y exigencia en los trabajos, en la vida, su forma de enfrentarse a los problemas y su propia historia han hecho de ella una súper heroína. WonderWoman solo se puede rodear de gente así, de personas que dejan huella a su paso, que enseñan, que te guían, que te escuchan y te echan broncas, y que son un modelo producto de la admiración. Porque estar ahí, porque decirte las cosas tal cuál son, es la mejor manera de decir "te quiero". Nos damos la libertad de no hablar todos los días, y así pasa... la vida se nos acumula, y las videollamadas llegan a las dos horas.


Lo que más me gusta hacer con mis amigas, es planear cosas para el futuro, viviendo en el prensente, obvio. Pero que planeemos para después de la cuarentena es otra manera también de dar cariño, de mostrar interés. Compartir la mayor pasión de todas, hace que sumemos puntos. Nuestro trabajo, no es solo trabajo. Es una forma de vida, es una vocación, es algo más. Es lo que nos mueve, no nos deja estar paradas, queremos más, ampliar más, estar todo el rato buscando y buscando actividades para nuestros bebotes. 


En definitiva, contar con ella, para todo, es una de las mejores cosas que me dio la universidad, y que seguiremos trabajando, estoy segura que por parte de las dos, para que sigamos muchísimos años más, y si a ella la quiero con locura... ¡Sabe que por Axel es puro amor!

Porque a la vuelta, empecemos a escribir nuestro futuro (tú ya me entiendes). ¡Te adoro!

Patri Izquierdo Díaz


jueves, 26 de marzo de 2020

Una nueva estrella en el cielo

Se llama Daniel. Para mí, un tío más. Un ciclista de élite, un campeón, un luchador, un ganador, un hombre de oro encima de la bicicleta y fuera de ella. La bici fue su vida hasta el último momento. He vivido desde pequeña rodeada de bicicletas. Y él fue el mejor. Si no lo conocéis, buscarle en Google: Daniel Yuste. Llegó a las olimpiadas de México, teniendo una corta carrera en lo más alto. 

Seguro que os podéis imaginar todo el esfuerzo que hay detrás de un campeón, una familia que lo dio todo, lo que tenían y lo que no. El esfuerzo de la familia Yuste Escolar no entrarían ni en un millón de páginas.

Hoy, el coranavirus ha ganado la batalla, te ha hecho un Jaque Mate, pero te has convertido en una estrella más en el cielo que alumbrarás tanto como mis abuelos, los tíos, como toda nuestra familia que tan rápidamente, nos abandona. Tenemos esa carga genética. Pasamos poco tiempo en la tierra, pero brillamos una eternidad. 

Siempre te recordaré en tu coche de policía, en mi casa cogiendo cerezas, en la piedra durmiendo la siesta, en tu casa que parece un auténtico museo del ciclismo. Has hecho historia en la familia, en Leganés. Formas parte de la historia del deporte. Me siento orgullosa de pertenecer a la quinta generación de pepineros donde pisamos fuerte, donde dejamos huella.

Cuando salga por la noche a la terraza, miraré al cielo... Seguro que una nueva estrella, empieza a brillar.


Patri Izquierdo Díaz


WonderWoman sale a la calle

Hoy he bajado a hacer la compra. Pero hoy no ha sido buscando media hora de libertad, ni para ver a un amigo de forma casual, no para gastar bromas con mi pollero favorito de Mercadona. Hoy ha sido casi por obligación, porque había que comprar. Pero es que justo hoy, la vida la veo de otra manera.

Tres pérdidas en esta semana, en una semana, nos ha dado por la derecha, por la izquierda y nos ha rematado. Por primera vez he sentido al bicho, como dicen mis ositos, muy cerca, tanto que me ha susurrado "¡Jaque!". Hoy salgo a la calle con miedo, mirando tras cada esquina, detrás de cada par de ojos que me miran con miedo, con precaución, con angustia, con cuidado...

A uno de ellos, y manteniendo su anonimato totalmente... Te vamos a echar mucho de menos, allá, en mi lugar favorito en el mundo. Nada va a volver a ser igual. Esta semana el cielo se llena de nuevas estrellas.

Patri Izquierdo Díaz




miércoles, 25 de marzo de 2020

MARZO

  1. Ojalá supiera escribir tan bonito como tú pestañeas.
  2. Los cinco segundos previos al primer beso. Las invasiones de sofá. Las manos que se rozan sin querer queriendo. La ropa en el suelo. El amor.
  3. Lo bonito es cuando no miras el móvil durante horas porque todo lo que necesitas lo tienes enfrente y está hablándote mientras te mira.
  4. Hay abrazos que te salvan. Que te hacen no querer soltarte nunca. Donde sabes que, aunque todo vaya mal, ahí, apretado, estás bien. Muy bien.
  5. La gente ya no prepara sorpresas. Con lo que molan las sorpresas y la cara de quien no las espera. Sorprender es lo más bonito del mundo.
  6. Se está perdiendo lo de aparecer por detrás y abrazar fuerte. Y lo de decir "te quiero" por miedo. Y lo de arriesgar, por no perder. Y qué pena.
  7. Hay personas que solo con verlas te hacen temblar. Aunque sea tarde. Aunque ya no se pueda. Siempre van a conseguirlo. Que las ganas estén ahí.
  8. No me alegro de tus decepciones anteriores, pero todas ellas han conseguido que tú estés aquí. Eres mi suerte. Nos la merecemos...
  9. Ya casi no habláis. Mitad orgullo. Mitad indiferencia. Pero removerías toda la puta ciudad por encontrarle si te enteras de que le pasa algo.
  10. Si te hace sonreír sin que te des cuenta y, sobre todo, si te hace pensar, tienes un problema. Pero muy bueno. Disfruta.
  11. Me gusta la gente que tarda en abrazarte por primera vez, pero cuando lo hace es para toda la vida. Y aprieta fuerte...
  12. Que se puede echar de menos a alguien y a la vez no querer que vuelva nunca más... Que algunas veces el daño ya fue bastante.
  13. No me dan miedo estas ganas de verte, lo que me acojona es que no se vayan nunca.
  14. Viernes por la noche y puedes volver a dejar las bailarinas en el bolso y el corazón en el ropero. Hasta mañana.
  15. En resumen: hay personas por la que perderías el tren por un solo beso. Y trenes en los que montarías por exactamente lo mismo. Y es precioso.
  16. Querer a alguien no es cuestión de físico. Es de sensaciones, que te haga temblar sin estar. Que consiga que sonrías aunque no puedas verle.
  17. Siempre pensaré que el amor es hacerse reír.
  18. Que algunas veces nos marchamos. Y no precisamente porque queramos hacerlo. Debemos. Y no digáis que es de cobardes. Muy valiente hay que ser.
  19. Se dijeron adiós, se giraron y de repente dejó de llover en la calle. Por dentro quedaba mucha tormenta todavía. Y dolía...
  20. La quería tanto que no tenía que pasarse cada hora del día recordándoselo.
  21. Dejo el corazón guardado en la guantera. Los asientos para atrás. Y se lamieron las cicatrices. Y los cristales se empañaron.
  22. "¿Cuál es tu favorito?" le preguntó. Él no dijo nada y la abrazó. Ya tenía respuesta.
  23. Y al final, resultó ser gilipollas.
  24. Que amarte dolía, y yo te quería incluso sin medicación. Imagínate.
  25. Y un día descubrió que jamás sería feliz con alguien si no aprendía a serlo primero estando sola.
  26. Cada noche cogían el móvil y se veían en línea preguntándose con quién estarían hablando. Y los dos se preguntaban lo mismo.
  27. Pared. Tu pecho apoyado. Tu espalda desnuda. Mis labios mordiendo. Frío por delante. Calor por detrás. Sudor.
  28. Ella era un huracán, y me enamoré aun sabiendo que a su paso se iría destrozando todo. Hasta el corazón.
  29. Nunca duerme sola, pero jamás acompañada.
  30. Era pintalabios rojo en noches negras, de tacones altos en días bajos y de sonrisa amplia en días pequeños.
  31. Y nunca necesitaban preguntarse si querían verse hoy.