Querido marido:
Hay una soledad que te invade tu cabeza. Pero tu corazón ha de mirar más allá, a tu alrededor. Ha de mirar con amor. Estás rodeado de la familia que has elegido, que tú has creado y que mantienes a tu lado. Tienes a Cuquito, tienes a Helena, y por qué no, tienes a Maya.
Mucha gente sueña con formar su familia, y por miles de razones... Es un sueño que no sale adelante y se queda estancado en algún lugar de su interior.
Eres una pieza fundamental para que toda esta locura funcione. Nada funciona sin ninguno de nosotros. Parece que nos hicieron a medida y cada uno tiene una función diferente. Entre todos, avanzamos. Tengo que reconocer que Helena es el motor de nuestras vidas. Llegó justo cuando debía de llegar, y siempre me pregunto al mirarla... ¿quién dio la vida a quién?
Si miras fuera... Desde tu ventana, padres y amigos, también cumplen su función de que este mundo parezca menos gris. Cada uno, a su manera, pinta de color.
Hace tiempo que dejamos de ser dos... Creo que nunca fuimos dos. Y no creo ni en el destino ni en nada parecido. Pero creo en las ganas y en la fuerza de cada uno para vivir. Habrá días mejores y otros, pues que no tantos. Pero nadie aprendería a valorar la felicidad si solo se alimentara de ella. Hay que tener tristeza, para valorar la alegría. Hay que sufrir para saber ser feliz. Y los momentos, las pequeñas cosas del diario son las que nos pintan una sonrisa... Y las mismas, las que nos hacen llorar.
Cada vez que te pierdas en tu móvil, entre las proteínas, y en tu mundo, piensa... Qué alrededor está el verdadero motor de lo que te saca adelante. Y no te pierdas un desayuno en familia, no te pierdas los brazos de tu hija, los lamidos de Maya, los despertares en familia, las llamadas de amigos... No pierdas detrás de deseos vanos a la felicidad.