Me cuesta demasiado enamorarme,
comparo cada cuerpo con el tuyo, 
sus formas de tocar y de mirarme, 
y en cuanto piden más, entonces huyo.
Estoy pasando el duelo de tu ausencia,
la cruz de los domingos sin pareja, 
ser libre arrastra carga y penitencia
que asumo con rigor sin una queja.
De puertas para fuera me disfrazo
y cuento historias, chistes, tonterías, 
y si la chica es guapa, pues la abrazo.
Por dentro, ya lo ves, tengo mis días, 
y hoy mismo despertaré con un balazo:
Ayer volví a soñar que me querías.
Te odio como nunca quise a nadie
Luis Ramiro

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