Lo siento,
creo que es la primera vez que voy a ser sincera contigo y, creo, que conmigo misma. Va siendo hora de poner mis cartas sobre la mesa, abrir mi corazón, aunque sea difícil. Siempre se vive mejor en la oscuridad, bajo las miles de capas que me pongo antes de salir al mundo.
Siento haberte hecho pensar que yo era esa princesa de cuentos que esperabas que fuera, tu compañera en la vida, tu amante hasta el día que uno de los dos muera. Me equivoqué. No pude darte nada de lo que esperabas, no fui previsible.
Sigo odiando las flores, me recuerdan a los muertos, y las cenas con velas que huelen a arrepentimiento. Puede ser que sean manías mías. Puede ser que nuestra relación se basara en lo que queríamos ser y en realidad, a lo que nunca supimos llegar. He dicho que iba a ser sincera, yo no supe llegar.
Lo hiciste todo a pedir de boca, hiciste mis sueños realidad y yo no supe corresponderte, ni siquiera un día estuve a tu altura, jamás. Y esto, sabes que es verdad.
Juré olvidarme de ti. Sí, escogí el camino fácil, no enfrentarme a mí, no enfrentarme a lo que sentía por ti. Ahora desde lejos, cuando el tiempo ha pasado lo sé. Sé que daría mi vida por ti. Quizás no pueda darte el mundo, ni mil cosas de materiales que se ocurrirían. Pero me encantaría vivir contigo una vida entera, una vida sin fin.
Me da miedo, las palabras "para siempre". Recuerdas que siempre que las decías, yo huía, me alejaba, no quería compromisos de larga duración, no creía en el amor.
Lo siento. No te mereces al perro del hortelano, que ni come, ni deja comer. No te mereces que no te permita rehacer tu vida, no te mereces que yo siga escribiendo para ti. Me he dado cuenta de todo cuanto tuve, y que yo solita, poco a poco, lo perdí. Y eso sabía que ocurriría, ni el amor soporta tanta humillación.
Me dolerá ver como rehaces tu vida, ahora mismo, yo soy incapaz de rehacer la mía. Nadie llega ni a la sombra de lo que un día fuiste para mí. De nuevo, he dicho que voy a ser sincera... de lo que eres para mí.
Dejaste el listón más alto de lo que nunca nadie lo dejó. No es fácil pensar en otro, cuando en cada segundo del día estás tú, y si no estás, te busco... si supieras lo que te miro a escondidas. El día que no sé nada de ti, es una tragedia. ¡Quién lo iba a decir de mí! Tú que realmente me conoces como soy, mi blog, mi diario... ya sabes lo que dicen, cuando bajan el telón. Aquí, en esta carta, soy solo yo. Lo mucho o lo poco, soy yo. De eso que no te quepa duda, siempre fui yo, y así, cometí el error que hoy quiero reconocer. Te quiero. Eso está demás ya. Pero necesitaba que lo supieras, te quiero. Eres mi primer y último pensamiento del día. Estás en mí sin querer y queriendo, incoscientemente y cuando me permito el lujo de soñar despierta.
Lo siento, lo siento tanto, por ser tan tarde y por seguir pensando que nuestro final, ha llegado.
Patricia Izquierdo Díaz