domingo, 25 de octubre de 2015

El libro cerrado, puede volverse a abrir

Me fui para no volverle a ver jamás. Ninguno de los dos creía en el destino, era una historia cerrada con un final que llegó antes de que desapareciera y muriera el amor. No volvimos a saber nada el uno del otro, mejor así. Fotos o mensajes, dolerían. Pasar el duelo era más fácil. Ambos elegimos lo sencillo.
Pero tiempo después, el destino hizo de las suyas, nuestros caminos se volvieron a encontrar, de hecho, se encuentran a diario. Yo lo miro en silencio, de lejos. Sigue doliendo. Una mirada suya, una palabra, dos besos al saludar y una caricia al despedirse, eso, eso mata. 
Sentarme a escribir esto y pensar, escuchar a lo más profundo de mi corazón que él y solo él podría ser quien iluminara cada uno de mis días. Él, a quien elegí una vez, y lo volvería a hacer. Siempre será él, y por lo visto el tiempo no cura todo. Los libros cerrados se pueden volver a abrir, y al releerlos sentir de nuevo lo mismo. Mi corazón está hecho de cenizas, pensábamos que la llama jamás volvería. Me equivoqué, nos equivocamos. Una mirada, una palabra, un gesto hacía mí, hace que mi corazón arda de nuevo.

Patricia Izquierdo Díaz


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