No es el hombre perfecto. Ni el padre perfecto. Ni el amigo perfecto. No. No es perfecto.
Y es que yo no quiero un cuento perfecto. Ni una historia perfecta. Yo sólo le quiero a él. Tal cuál. Porque... Juntos hemos construido un hogar... Perfecto. Entre los dos. En el día a día, con esfuerzo y ganas de superación. Ayudándonos. Cayendo y levantándonos. No vivimos para ser perfectos, vivimos para ser felices. Y eso es lo más importante en mi opinión. Que nosotros sintamos que estamos al mismo nivel, en el mismo punto. Que nos coordinemos, que hagamos frente como equipo y no como enemigos.
Que el silencio frente al televisor sea de alivio y no de tensión. Que vivamos en pareja y no como compañeros de piso. Que tengas la seguridad de que, tras discutir, tu hogar siga teniendo el mismo calor que te hace sentir la paz que necesitas.
Volvería a elegirle porque ese calor, me lo dio el mismo día que le conocí. Y sí, hay que hacer un gran esfuerzo para mantener esa llama. Esa unión, que antes era de dos... Y ahora de tres.
Porque la vida en sí y sus circunstancias, separa. Porque el ser humano es individualista y egoísta por naturaleza. Porque el miedo a ser herido te invita a huir. A cerrar de golpe el corazón y cargar con la coraza.
Javi consiguió una de las llaves que me desarma. La del amor, dando su fruto: Helena.
Pero el amor es efímero, débil, sensible y delicado. Fácil de perder y difícil de ganar. Por eso, cada día, lo vuelvo a elegir.
Me gusta mi vida a su lado. Me gusta que él también me haya elegido como compañera de vida. A una... Tan imperfecta cómo él. Y que sigamos escribiendo está historia llena de imperfecciones y errores juntos, como pareja y como familia.
Cada día es una nueva oportunidad y un nuevo capítulo que sumar. Unos son mejores que otros, pero así es la vida. Y yo quiero vivirla a su lado .
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