El laberinto

Sé lo que tú quieras ser, por mucho que te aconsejen, vida solo hay una y es sólo tuya. Todos tenemos una meta, por muy lejana que esté, siempre estará ahí. Incluso hay personas que terminan muriendo sin haberla alcanzado. Pero somos fuertes y capaces de luchar por aquello que queremos, y no dudo de la fortaleza de ninguna de las personas que habitan este planeta. No hay excusas. 

La vida en sí, es como un laberinto, cada camino que escoges no sabes donde te va a llevar, quizás a tu meta, pero quizás al punto de partida o lo que es peor, a un callejón sin salida. Sólo es cuestión de dar marcha atrás, pensar, reflexionar y seguir caminando. Nadie dijo que esto fuera fácil, es toda una aventura. Hay gente con mucha suerte que se deja guiar por su fortuna y termina consiguiendo lo que quieres, otros lo hacen a base de trampas y otros, usan gran parte de su vida para alcanzar sus objetivos. Esos, que al alcanzarlo nos harán las personas más felices del mundo. Pero jamás debemos olvidar las cosas buenas que nos ha dado el camino hasta llegar a nuestra meta, ni siquiera las cosas malas. Las que nos han hecho aprender una y otra vez, a base de obstáculos, de cuestas, de piedras que nos hacen caer una y otra vez. 

En el camino, encontramos gente, que forman parte de este gran viaje, personas que aunque duren poco, no importa si han sido importantes en el trayecto que nos han acompañado. Otras, nos acompañan hasta el final... y hay otras a las que nosotros acompañamos hasta su meta. Debemos alegrarnos de que hayan llegado o incluso apoyarlos en un momento dado de su camino. El apoyo es esencial para poder vivir en sociedad. Sin olvidar que sólo hay una meta, la nuestra, sólo hay un camino que podemos realizar de mil formas distintas, y sólo hay una vida, no la malgastes quedándote sentado a esperar que la meta venga a ti. Perderás lo más valioso que tenemos, el tiempo, que es finito, y también, al igual que la vida, se acaba.

Patricia Izquierdo Díaz