El amor es mucho más que hacerlo. No es solo dormir juntos y besarse como si no hubiese un mañana. Ni siquiera compartir comida en un restaurante. El amor es mucho más. El amor son abrazos que te recomponen por dentro en cuestión de segundos. Sin buscarlos, sin pedirlos. El amor es complicidad, cariño e ilusión. Y muchas ganas de compartir un camino juntos. Es saber querer como jamás has querido, y de la mejor manera que sepas. El amor es respeto. Es un mensaje bonito porque sí. Y detalles que no vienen a cuento pero que te hacen un poco más feliz. El amor es esperanza, sinceridad y fidelidad. Ser capaz de ser uno, en dos. Cada uno con sus cosas, pero sin dejar de ser el mejor equipo. El amor es una mirada de complicidad, una caricia y una mano que te salva cuando estás a punto de caer. Es sentirte seguro y en paz. Protegido y con fuerza. Y notar que no estás solo. El amor es tiempo. Tiempo de calidad. Saber hacer algo diferente en la rutina de siempre. El amor es alegría, incluso con sus momentos malos. Es apoyo incondicional y un hombro en el que agarrarte para seguir. El amor es cosa de dos. Es ser y estar. Y es algo tan bonito que no puede dejarse escapar.
martes, 31 de enero de 2023
No lo hacen
Dicen que nadie muere mientras es recordado, y cada vez confío más en esa frase. Hay personas que jamás se van aunque ya no estén, y eso es porque cada día les sentimos aquí, porque tenemos un puñado de recuerdos para tener en la mente una y otra vez, y porque compartimos cada paso que damos con ellos. Con esas personas que un día se marcharon allí arriba pero que, de una manera u otra, siguieron aquí.
No se van, nunca lo hacen.
Te diré una cosa
Prometo que voy a cuidarte, respetarte, amarte y hacer que seamos uno el resto de la vida.
Y no solo te lo prometo, sé que lo haré.
Hoy te lo digo una vez más, más fuerte que nunca: te quiero.
Y esta vez no solo un poco.
Te quiero mucho, pero sobre todo, te quiero bien.
Y te diré una cosa: hasta que la muerte nos separe.
Abrazos
Hay abrazos en los que apetece quedarse a vivir. Besos que te sanan un poquito. Y miradas que te llenan el corazón.
Lo mismo pasa con las personas.
Como si fuera el último puto día de tu vida
Como si fuera el último beso. El último abrazo. El último café que te tomas con esa persona. Como si fuera la última vez que brindas por un sueño o que celebras una buena noticia. Como si fuera la última vez
que ves el atardecer o que te das un buen baño en la playa. Y la última foto. Como si fuera el último baile. La última canción. La última vez que cantas a pleno pulmón. Como si fuera la última vez que corres sintiéndote libre. La última vez que comes tu comida favorita. O que eres feliz con quien tienes alrededor. Como si fuera la última caricia. El último viaje. La última experiencia. El último sueño. Como si fuera la última vez que duermes abrazada a alguien. Y que haces el amor. El último paseo. La última llamada. Como si fuera la última vez que dices «te quiero». Y que amas de verdad.
Como si fuera el último puto día de tu vida.
La última vez.
Así deberíamos vivir.
Eso es lo que duele
Lo que más duele no es cuando alguien se marcha, que también.
Lo que duele es querer abrazarle. Contarle algo. Visitarle en su casa. Pasar un rato con ella. O, simplemente, llamarle por teléfono o mandarle una foto.
Y no poder hacerlo.
Eso, eso es lo que duele.
29 de diciembre de 2022
Buenas tardes.
Escribo porque me va a explotar la cabeza y la tripa. Tengo un ansiedad que no puedo compartir con nadie. Por cierto, hablando de esto. Mis escritos están siendo analizados con lupas por ciertos familiares y demás, escribiéndome opiniones que no he pedido. Me reitero en lo que siempre digo: mis palabras, mis letras, son fruto de mi opinión, no de una verdad universal con la que todo el mundo esté de acuerdo. Así que, para mis escritos más personales, haré un nuevo blog, el cuál no haré publicidad de él para que no se relacione conmigo pero será igual de público que este.
Adoro la navidad, pero a las familias no. Es un hecho. Vuelvo a recalcar que es mi opinión. Buscar todo el rato el equilibrio de una y de otra, y que las familias insistan de que el equilibrio no está equilibrado. Parece un trabalenguas que da pereza. Y así es. Da pereza, y lo que da pereza, cansa. Y no me deja disfrutar de las que tendrían que ser las mejores navidades de mi vida puesto que está mi hija aquí (su primera Navidad). Ella da luz a todos mis días, es una extensión de mí, no un complemento. Y es cierto que la lactancia materna, hace un vínculo muy especial entre ella y yo. Nos hace un equipo. Hace que te levantes con ganas e ilusión aunque sean las cuatro de la mañana. Durante el día eres consciente de lo cansada y agotada que estás, pero por la noche, te conviertas en una heroína. Por ella. Es capaz de mover montañas.
Pero la ansiedad que padezco desde ayer, no viene por no descansar. Esa es la versión que cuento y que da sentido a mi cara de agotamiento, a mis pocas ganas de comer, a las ganas de encerrarme en mi habitación con mi hija y no saber de nadie. Por la mañana discutí con Javi. Nada fuera de lo normal. Peleas de convivencia. Cuando alguien discute, creo, y solo creo, que uno es mejor que zanje el asunto saliendo a dar un paseo. Y por supuesto, me llevé a Helena a hacer unos recados. A la vuelta, vienes con ganas de hablar con tu marido, porque las cosas como son, cuando Javi y yo discutimos y dejamos pasar media hora, después, somos capaces de hablar como personas normales y llegar a acuerdos y, simplemente, llevar una conversación de dos adultos que se dan su opinión y llegan a buen puerto. Pero discutir, te pellizca un poco el corazón. Cuando volví a casa, ese momento de paz, de dos, no lo pudimos tener. Javi tenía su propia guerra con sus propios monstruos, en los que únicamente, puedo apoyarle. Pero hay caminos que tienen que recorrerse solos como en las vueltas ciclistas. Podrás llevar a todo el equipo al lado, animándote. Pero el camino, la bici y el esfuerzo es individual.
Verle mal, pellizca el corazón de nuevo. Eso por una parte, la otra soy yo. La familia. Veo feos que me afectan a mí personalmente, a mi bebé, a mi marido, pero que no son de mi incumbencia decir, hablar, protestar o discutir. Por algunas personas, dado el amor y el respeto que las tengo, me sale hacer todo y más por ellas. Pero, muchas veces, esas personas dan por sentado que tú lo harás siempre, todo y más. Y... se convierte en una obligación. Hay cosas que duelen, hay cosas que ya no es que pellizquen el corazón, es que te decepcionas, duele, molesta y enrabietas. Creo... que la sinceridad, y más cuando no te toca decir las cosas, está sobrevalorada. Y también opino que a quien le toca decir las cosas, y se queda en silencio, es tan culpable como el propio culpable. Ahí es cuando sientes el frío de la soledad y de la decepción. Y te encierras en tu habitación para poder escribir, para que nadie te vea y te pregunte, "¿qué te pasa?".
Últimamente pensar en voz alta, me está pasando factura. Javi y yo no nos entendemos en ese sentido, mis pensamientos y no opiniones, o mejor dicho, mis razonamientos que no conclusiones, se toman como opiniones y verdades universales como decía antes. Hay una persona, que es mi hija, por la que pienso, por primera vez, tres mil veces las cosas antes de hacerlas, quizás la semana del hospital me ha hecho tan precavida ante todo. La niña debe estar con su madre puesto que es lactante, y en muy pocas ocasiones y durante poco tiempo, con el resto de la familia. Nadie es capaz de ponerse en mi situación si no lo has vivido antes, como mucha gente que me escribió durante esa semana en el hospital que habían pasado por lo mismo. Una madre, durante los primeros meses de vida, debe estar con su bebé. Y si el bebé tiene biberón, con su padre. Pero creo que deben ser ambos progenitores los que deben acompañarle en los primeros meses de vida. El biberón, en nuestro caso con Helena, es un complemento de mi pecho puesto que la niña come a lo bestia (razón que la salvó la vida esa semana de hospital). Escribo este pensamiento y razonamiento porque si yo lo verbalizo, habrá gente que piense que no se lo quiero dejar a los abuelos o a nadie más, y la coletilla que cada uno quiera añadir: si no me fío de ellos, si no les veo capacitados, si soy una egoísta, sobreprotectora, etc., etc... Cada uno que añada lo que quiera a la historia. Pero nada más lejos de la realidad. Veo absolutamente necesarios a los abuelos en la vida de mi hija, a los cuatro. De hecho, los abuelos deberían ser eternos, pero como muleta de ayuda en los primeros meses. No "tutores" de los niños, no sé si me explico. Sobre todo, en los primeros meses, debe estar al cuidado de mamá y papá, siempre que se pueda claro está. Estoy obviando los temas laborales, por si se os ocurre a vosotros añadir más coletillas. Dejarla más de una hora en mano de otras personas aún siendo familiares, y simple hablo desde mi opinión... Y más después de lo que hemos pasado... Más las recomendaciones de los pediatras, de cerrar el círculo de las visitas al máximo y casi, meterla en una burbuja... Me hace quererla más debajo de nuestra ala.
Por supuesto, las decisiones respecto a Helena, siempre las hablo con mi marido. Pero Javi, ha entrado en ese círculo que os comento de... Crear coletillas, o llegar a compararme con su ex (aunque sea en momentos de calentón), pero, a no pararse a pensar en lo que estoy intentando explicar y razonar. Ante un evidente temor e inseguridad por mi parte de querer hacer lo correcto con mi bebé. El año que viene Dios dirá. La niña tendrá un año y veremos en qué condiciones estamos. Pero este año, donde yo me estreno como mamá, tanto las dudas, como los miedos y más habiendo pasado los episodios que hemos pasado, son algo lógicos.
Si os parece poco... El poco entendimiento que estamos teniendo Javi y yo, también me preocupa. Es como vivir en un eterno suspense. Él se refugia en su móvil y baloncesto y yo me quedo a mi suerte, muchas veces sintiéndome sola. También lo he razonado con él, pero en este tema, creo que nunca llegaremos a un acuerdo... De momento, no. Estas cosas... Las hablaré en el nuevo blog, donde nadie pueda estar con la lupa buscando cosas donde no las hay.
Me considero una persona bastante trasparente. Expreso mi miedos, mis dudas y si algo no lo veo claro, o la que duda soy yo, pregunto. Me pueden mentir, claro, pero yo no quiero dudas en mi vida, ni buscar cosas más allá en palabras que han podido ser, simplemente, mal expresadas. Tampoco critico nada. Cuento cómo me siento a cada momento. Pero recordad todos, que todas las historias tienen varias versiones, tantas como personas haya metidas en el asunto. Y que todas son respetables y me atrevería a decir que todas tienen un poquito de razón, y que llegar a la verdad común es sencillo a través de la comunicación. Y más en una pareja. Las familias... son algo más complejas.
El come come de todos estos puntos sigue en mi pecho, provocándome unas ganas de llorar increíble, pero es que miro a la bebé que tengo al lado, y no es que se vaya el nudo que tengo, es que me da el aire suficiente para respirar.
Los mejores
Hubo un tiempo que comprendí que hay abrazos que no se dejan nunca de sentir, aunque no los vuelvas a dar. Hay risas, carcajadas, que las tendremos para toda la vida en nuestra cabeza, volviéndolas a escuchar. Hay frases que no se olvidan. Y consejos que se quedan marcados. Hay momentos que son tan especiales, tan importantes, que es como si los estuviéramos viviendo justo ahora, aunque ya quedaran atrás. Hay besos que siempre dejaron huella. Hay veces que el cielo brilla más por las personas que están arriba. Y hay caminos que se hacen más amenos porque ellos nos iluminan. Hay lágrimas que son de tristeza, y otras que nos hacen sonreír al recordar. Y hay personas que siempre estarán, aunque ya no estén. Porque los mejores, los mejores ya he comprobado que nunca se van.
Ser buena persona
Te diré que me hicieron daño, incluso quien menos me lo esperaba. Que me decepcionaron y me hablaron por la espalda. Te diré que odio los malos rollos, y eso de sonrisa por delante y a saber por detrás. Te diré que he descubierto que la comunicación es lo más importante, y que sin eso, nada. Que las excusas no existen, y que cuando alguien de verdad te importa, se hace lo que sea. Que el orgullo pierde, aleja y olvida. Pero que el karma siempre vuelve. Y pone a cada uno en su lugar. Te diré que hubo lágrimas que venían con dolor, abrazos que se necesitaban más que nunca, y miedos que no se iban. Pero descubrí que todo eso me haría más fuerte. Te diré que todo pasa por algo, que cada persona pasa por tu vida con un rol, quizá para un ratito, quizá para siempre. Quizá para hacerte feliz o para hacerte fuerte. Pero todo, absolutamente todo, formará parte de tu vida, de ti y de lo que tú eres. Todo te hará ser quien eres hoy. Y te enseñará a cómo ser mañana.
Recuerda: intenta ser siempre buena persona, querer bien y tratar a los demás como te gustaría que te tratasen.
Tragicomedia
29 de diciembre de 2022
Romeo y Julieta no parece ser tan antiguo. En muchas familias, existen una competencia de ambas familias por ver quién pinta más, quién da más o quién es más importante... Es una pelea que cansa a la pareja de la cuál hablamos. Siempre me he preguntado, si las familias pueden destruir el amor. Si me voy a la tragicomedia de los amantes de Verona, sí.
Javi me lo avisó. La guerra empieza con las peleas de a quién se parece más el bebé. Si a una familia o a otra. Nosotros no somos así. Intentamos tratar a ambas familias de la manera más equilibrada e igualitaria posible. Pero eso, lo hacemos nosotros. La competencia de regalos, de (sobre todo yo) si se publica algo o no, si se agradece algo o no y a quién. Parece que tienes que ir con pies de plomos cuando yo, en la vida, he pensado que mis palabras, por ejemplo, en mi blog, vayan más allá de una simple opinión, de la mía. Ahora... tengo que analizar, pensar, darle una vuelta a mis palabras, a mis textos por si pueden ofender o justificar cada una de mis letras. Y es agotador.
Me está empezando a dar igual la opinión de todos, la verdad, pero eso crea aún más conflicto.
Que mi hija se parezca a mí, que la vista o la eduque según mis gustos, que tenga mis tradiciones, educación, normas o cosas de su madre... Es tan lícito y lógico, como que las tenga de su padre. Físicamente se parece a mí, sí. El propio Javi lo dijo desde la ecografía. Y no pasa nada. Si llega a parecerse a mi marido, me hubiera parecido genial porque guapa sería un rato largo. Pero las luchas de ver quién queda más por encima... Pf... Sólo pueden crear brechas en la familia de mi hija y en su entorno. Brechas que a veces sin insalvables, que trascienden, empeoran y no hay vuelta atrás. No quiero una familia así para mí hija. Donde su seguridad emocional, dependan de los detalles de unos y otros, de feos, de diferencias... No lo quiero. Y como madre es muy fácil cortarlo porque al final mi familia es mi marido y mi hija, todos los demás son complementos necesarios y buenos, pero... Sí dan más problemas que otra cosa, deja de ser bueno... Pueden llegar a ser prescindibles.
Mirar por el bien de un niño, en este caso de Helena, debería ser lo primordial. Enseñarle entre todos los valores necesarios para llevar a ser una buena persona. Hacer de ella una mujer de la que nos sintamos orgullosos. Que lleve un pedacito a lo largo de su vida de todos nosotros. Sin ningún rencor hacia su familia. Simplemente llevando la huella de todos nosotros. Una niña segura porque sabe que detrás de ella, tendrá una familia que la respalde en sus decisiones, las acertadas y las no tanto.
Eso es lo que quiero para ella.
Al menos, intentarlo
Quiero, al menos, intentarlo.
Lo cierto es que no sé muy bien si seré capaz. Lo cierto es que quizá me lanzo a por ello y me pierdo en el camino. Y no llego.
Pero hay algo, por pequeño que sea, que me dice que puedo ser capaz. Algo que me dice que puedo conseguirlo. Que por qué no.
Así que, por mínimo que parezca, allá voy. A lo que venga. Porque para conseguirlo hay que quererlo. Hay que ponerle ganas y actitud. Y a por todas. Hasta donde llegue. Y si me dicen que no, sigo. Y si me caigo, me levanto. Y si me quedo a mitad de camino, pues fue bonito mientras duró.
Pero, ¿y si lo consigo? ¿Ahí qué?
No pienso quedarme con la duda.
Búsqueda de Embarazo
La desilusión. Es una mancha de sangre en mis bragas cada mes.
Nueva oficina. Horarios rutina tedio y mal humor. Hacer el amor ahora es un trabajo. Despídeme o renuncio.
Relax y embarazo. Es relajarse y embarazarse. Así de fácil de rápido de mágico de inmediato. Y aquí unas cuantas perdiendo el tiempo, los nervios, el dinero, la ilusión, con médicos, posturas, calendarios, tests de ovulación. Y era así de fácil. Toma nota amiga y cuidado en el spa, cuando leas un libro, si te hacen un masaje o te tomas una copa de vino, que relajarse dicen que embaraza. Así de fácil.
Las visitas. Vamos de médico en médico, de mano en mano. Uno, dos, tres, cuatro, cinco y seis batas blancas con las mismas preguntas e iguales respuestas. Y todos, sin excepción te tocan las pelotas. A los dos, pero a ti, literalmente.
Andrólogo. No sabía que existía esta palabra, esta especialidad hasta que te buscamos. Hijo, tan pronto, tan inexistente y ya aprendiendo tantas cosas de ti.
Lo de relajarse y embarazarse es como la leyenda urbana de la chica de la curva. Todo el mundo lo cuenta pero nadie la ha visto.
Ahorrar para ti. Nos gastamos los ahorros en un polvo de manual. Muchos euros con gusto. El polvazo de nuestra vida. De la tuya sobre todo. Pero cuánto lo siento, te quedaste sin universidad.
La obsesión. Te dicen: Si no te obsesionas, funcionará. Pero no obsesionarse es un pez que se muerde la cola. Te obsesionas con no obsesionarte. Te conviertes en un pez nadando en un océano de obsesiones y con la cola mordida maltratada rota.
Trompas obstruidas. Tanto tiempo jodiendo con dolores cada mes y cuando decido por fin dejarme llevar, que la naturaleza siga su curso me ponéis piedras en el camino para que no pueda avanzar.
Esperma cabezón. Los vimos en foto y ahí estaban cabezudos saludando a la cámara. Ya avanzarán, pensamos, lentos pero contentos.
Ninguno duele tanto. Ningún pinchazo ni de Gonal, Menopur, Ovitrelle, duele tanto como el que siento aquí dentro, en el pecho, lado izquierdo cada vez que pienso en que aún no te tengo. Cada vez que pienso en que aún no sé si podré tenerte. ¿Y si no funciona? ¡Ay! Otro pinchazo de los que duelen de verdad.
Mucho. El mismo amor que cabe en una cama, en un orgasmo, cabe en un bote de laboratorio. Mucho. Infinito.
FIV: La extracción de óvulos. Tras mi punción ovárica y con 12 óvulos, salí de la clínica sintiéndome la gallina de los huevos de ORO. Nada tenía más valor en el mundo que ese inicio de ti.
Ocho células es todo lo que quiero. El nerviosismo de esperar a que te separes en ocho células me está preparando para lo que vendrá (si viene, ojalá, por favor, sepárate en ocho células): tu primer día de guardería, tus primeros campamentos, tu primera salida con amigos, tu primer viaje solo, tú.
Llamada de ciencia sin ficción. Fue aquella en la que al descongelar oímos estas palabras: "Habéis conseguido 6 embriones de 8 células, ¡felicidades". Como quien gana un apartamento en Marina d´Or ciudad de vacaciones pero con más (muchísima más) emoción y suerte.
Dónde me hicisteis. Ni en una cama, ni en un coche, ni en la playa de noche, ni en el baño en un "aquí te pillo, aquí te mato". En una laboratorio. Depende de cómo se mire o se imagine hasta tiene su morbo.
Fucking money, mama. Hijo, nos costaste mucho en tantos aspectos... Pero el bolsillo sin duda fue el menos doloroso.
La Betaespera. O esos diez días tan largos, tan dulces, tan amargos en los que ya estás aquí dentro de mí, lo sé porque te vi. Y me agarro a la ilusión, a la esperanza, a la barriga, a ese inicio de ti para no perderte, para aferrarte cada segundo más fuerte. Ojalá sientas mi calos, mis palabras, todo este amor y decidas quedarte nueve meses dentro, una vida entera conmigo fuera.
Ya llegará. Pero a veces, amigas, vecinas, familia, aunque uséis esta frase de corazón con la mejor intención, ese bebé soñado no llega. "Ya llegará" dicen las abuelas, las más sabias pero en esto, compañeras, no hay sabiduría, ni ley, ni ciencia, ni magia divina. "Ya llegará" en la deseada maternidad son las palabras que duelen, que rompen, que hielan a quien hace tiempo que espera. Llegará o no, hermana. Y si no llega, hay muchas formas, colores, cancones, de hacer de la vida una verbena.
Mear en un palito. No te hace más poderosa, válida, mujer. Mear en un palito es un privilegio que no está al alcance de todas. Y si no hay palito, no hay foto que corre, ni mensaje, ni felicitaciones. Quiñen imaginaría, mi ilusión (tanta) aferrada, a mear en un palito y que salgan dos rayas.
Hermanos Frozen. Tenemos cuatro hijos más en nitrógeno líquido a -196 grados. La esperanza de volver a ser madre, padre, dependiendo de un congelador como cuando compras un helado en verano.
La espera desespera. Yo acostumbrada a tener todo lo que quiero, todo lo que lucho de inmediato ¡ya! Chasqueando los dedos así de rápido, así de fácil, que que esperar(te) dos años y nueve meses. Se me atrofió el chasquido, se desoyó mi deseo, se me secaron los ojos de tanto llorar(te), se me acabaron las palabras de tanto pedir(te). A ti, hijo mío, que aún no eras nadie, que aún nada, pero eras todo lo que más amaba, lo que cada mes se alejaba más y más al bajarme la regla, al sangrar el alma.
El saco de regalo. El la primera eco después del positivo solo se vio un saco gestacional vacío. Un saco sin regalo solo lleno de sueños perdidos.
"Mi hijo fue un FIV". O una inseminación artificial, dilo con la cabeza bien alta y el corazón muy contento que el estigma, el tabú, el mido, no te alejen de lo importante, de lo verdadero: con el mismo amor ha llegado, con el mismo amor, lo has hecho.
Maternidad real
Laura Torné
domingo, 29 de enero de 2023
ABC de la maternidad
¡ATENCIÓN!
Este no es el ABC de la maternidad edulcorada que vemos en pelis y libros.
Es el ABC de la maternidad cruda, dura, invisible (como las almorranas).
La que parece que no existía, ¡pero ahí está! (sí, como las almorranas).
La que nadie te cuenta aunque muchas la vivimos. Pasen, vean y aprieten los dientes.
A de Almorrana. No hay nada más que añadir.
B de Babyhairs. O esos pelillos impertinentes que te salen después de parir. ¡Qué vella familia!
C de Contracciones. Y llega un día en que sientes que te partes en dos. ¡Ay, mami, qué dolor!
D de Dilatar. Llegar a 10 cm puede ser eterno cuando esperas dilatar y desesperas.
E de Estrías. Te has convertido en toda una tigresa por dentro y por fuera (y por fuera jode, oye).
F de Fiv. Cuando embarazarte no es fácil, la ciencia hace milagros. El mío corre ahora por casa.
G de Google. Advertencia: No busques todo lo que te pasa en Google. A veces es el diablo.
H de Hormonas. Reír, llorar, gritar, abrazar, amar, odiar. Todo en uno. Cosas de las hormonas, mami.
I de Impétigo. La de virus e infecciones con nombres raros que aprendes cuando llega un peque.
J de Jamón. Prohibida durante el embarazo junto con el sushi, la carbonara, el vino... ¡Cuántos sacrificios!
K de Kegel. Recuerda: Mucho Kegel y bolas chinas, si no quieres parecer un grifo abierto.
L de Linga Negra. ¡La línea nigra te pone negra!
M de Meconio. La primera e inolvidable caquita adorable (o no) de nuestros babies.
N de náuseas. Siento que tengo cara de culo, de tanto que la meto en el WC.
O de ojeras. Una vez que te conviertes en madre, ya son para toda la vida. ¡Qué sueño!
P de pedos. Tirarse más pedos y detectarlos antes, el superpoder de las embarazadas.
Q de quirófano. A veces el parto no resulta como habíamos imaginado. Bofetada de maternidad real.
R de rabietas. Empiezan los terribles 2 y, ¿¿acaban algún día??
S de sombras. La maternidad está llena de luces y también de sombras, de las que se habla poco. ¡Visibilicémoslas!
T de tetainómano. Érase una vez un bebé pegado a la teta de su madre. ¡Ay, biberón! Sueño contigo...
U de urgencias. Corres al médica cada vez que piensas que le pasa algo. Mode mamá sufridora ON.
V de varices. Consejo: se pueden evitar con masajes de tu pareja a todas horas (jijiji(.
W de Walking Epidural. Y de repente te conviertes en un personaje de Walking Dead a punto de parir.
X de Cromosoma X. Cuando quieres una cosa y te sale otra. ¡¿Y ahora qué hago con los tutús?!
Y de Yeah! En la maternidad hay mucho rock´n´roll ¡y eso mola mil, mamis! Un poco de luz entre tanta sombra.
Z de zigoto. Nuestra biblia de la maternidad real acaba como todo empieza. Y si te está costando llegar hasta aquí, ¡fuerza, paciencia y buen humor amiga!