jueves, 9 de febrero de 2023

Qué ser bueno no salga tan caro

 Hace mucho que no escribo en el blog, de hecho, está entrada la escribí ayer y no he podido publicarla hasta hoy. La maternidad me tiene muy ocupada, demasiado, no tengo tiempo ni siquiera de pensar en mí un poquitín. Sin lugar a dudas, estoy muy entretenida.

Pero quiero escribir algo para alguien. Para mi marido. Soy la primera que le exige más cariño, más detalles, más besos, más momentos... Más amor, pero del bueno, del de querer menos pero querer bien.

Javi tiene un gran defecto, el mismo que le hace ser virtuoso. Es buena persona. Muy buena persona. Es de las personas que se enfada y a los cinco minutos se le pasa y se le olvida, sin rencores. Eso es bueno... Y malo, a la vez. La gente aprovecha de ese defecto/virtud, pensando que pueden jugar con él o que no se entera porque tiene más educación que alguno o que podemos hacer con él lo que queramos porque es un títere de X persona sin personalidad. 

Este tema lo llevo muy mal. Tanto, que cada vez que veo un feo así, ¡salto! Pero siempre está el freno de Javi sobre mí. Me parece tan cruel juzgar, usar, aprovecharte de una persona porque sabes que es bueno y conseguirás de una manera u otra lo que quieres... No todo vale en la vida, ni todo es justificable por un objetivo además de manera tan egoísta. Como decía Sabina... Qué ser bueno no salga tan caro. Y sale. Me da rabia, impotencia, tristeza...

Javi tiene una personalidad bien marcada y un carácter también muy fuerte. Es gaseosa pura. Pero es la persona a la que debes acudir si necesitas algo, porque él se lo quitará para dártelo. Es la generosidad hecha hombre y además la de verdad. Jamás te recordará que un día... Hace mucho tiempo, te ayudó. Es más sencillo que todo eso, es cariño y entrega por los demás sin querer colgarse medallas ni recibir agradecimientos eternos. 

Él sabe qué personas no le convienen cerca, él sabe jugar sus cartas. No es tonto, es de las personas más inteligentes que conozco, pero es bueno como digo, ayuda porque sí, porque sin pensarlo le nace. 

A veces me acusa de que creo que es un trozo de carne sin sentimientos. Y nunca lo he pensado, sólo... Que a diferencia de mí, sus pensamientos, preocupaciones e ideas las lleva dentro, muy dentro y se le hace difícil compartirlas. En eso yo soy mucho más abierta. Chocamos en el momento en el que yo por una buena noticia salto de alegría y él sólo sonríe. Sé, que debajo de esa preciosa sonrisa, se alegra tanto como yo, pero es la calma que a mí me falta.

Pienso mucho en cuál es nuestro secreto como pareja (y le pregunto mucho a Javi, sí... De ahí, éstas entradas, marido). Hemos pasado momentos malos, muy malos, y siempre hay que hacer una evaluación del momento para mejorar (si es que queramos mejorar puesto que nadie es perfecto... Ni solos, ni en pareja). Somos el complemento el uno del otro. Somos el motor o el freno depende de para qué cosas. La energía y la tranquilidad. El fuego y el hielo. Pero no logro definirnos del todo ya que nuestros papeles varían dependiendo las situaciones.

Javi tiene algo que engancha a la gente. Detrás de ese aspecto pasota detrás del móvil, hay un padre maravilloso, un marido increíble y un amigo excepcional. Con su mochila, sus demonios, su pasado ha sabido crecer, madurar, hacer de él la gran persona que conocí hace casi tres años. Y que sigue creciendo, enfrentándose a nuevas situaciones, nuevos baches del día a día, y lo que más me gusta es que lo hace reconociendo sus errores, solucionándolos y volviendo a empezar. Porque esa es otra... Nada ni nadie ha logrado derrumbrale.

Y sé que te sientes muy incómodo recibiendo alagos, pero Javi, las personas también necesitamos escucharlo, leerlo y sentirlo de las personas que queremos y que viven a nuestro lado.



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