viernes, 28 de julio de 2023

Yo puedo, lo sé

Últimamente paso muchos momentos del día llorando. En el baño, en las siestas de mi bebé... Cuando nadie me ve como dice mi canción favorita de Alejandro Sanz. Incluso detrás de unas gafas oscuras.

Me siento un fraude. Cómo madre lo primero. Siento que corro pero nunca llego. Estoy cansada, mucho. Y me siento sola. Siento que la carga de la maternidad es solo mía, que la niña solo se tranquiliza a mi lado y que nadie, absolutamente nadie, aunque te vea cansada, sudando y llorando por las esquinas, corre a echarte una mano. Nadie.

Con Javi... Nos siento más separados que nunca. Él tras su pantalla de móvil creo que encuentra su escape. Y yo... No tengo escape. Tengo que cuidar de un bebé, un niño y una perra. No hay escape. Creo que no conectamos. Con él, me siento en constante evolución. Intento hacer todo bien para que no haya encontronazos. Y nunca, jamás, harás todo bien para alguien... El intentar contentar a quien sea, te aleja de ti, de tu esencia, de quién eres, de lo que eres. Y sí, es una pena. Pero os aseguro que no tengo tiempo para detenerme a pensar quién soy y qué haría en ciertas situaciones. Sólo... Evito el conflicto porque no puedo tener más frentes abiertos.

En mis últimas publicaciones, dije que me encontraba desubicada. Fuera de lugar en mi vida. No me reconocía ante un espejo. Pensaba en quién había sido y en quién queda de aquella chicha... Queda una sombra. Sé muy bien que no soy la que empezó, por ejemplo, con Javi. Me he apagado... Me estoy apagando, por la rutina, por el cansancio, por la monotonía de la vida del pobre...

En casa, nunca encontré mi sitio ni se me dio. Eso no ha cambiado, ¿por qué iba a cambiar?

En lo laboral... Echo de menos trabajar para vivir. Es decir, tener más para vivir mejor y no estar agobiada por el dinero que eso quita salud. Siempre he pensado en trabajar para vivir. Para salir, entrar y no depender de nadie. Es otro tema que me lleva por el camino de la amargura con Javi. 

Nunca me ha echado en cara nada. Nunca. Y puedo decirlo bien alto y claro. Pero el depender de él, económicamente, siento que debo callarme muchas cosas. Qué no puedo ser clara, que no debo opinar hacia dónde va el dinero. Qué si alguna vez, tuviésemos ideas dispares sobre en qué gastar el dinero, él ganaría y yo callaría... Él es el que trabajamos. Y me siento atada.

En la salud, vuelvo a llevar en silencio mi dolor de articulaciones por todo el cuerpo. Levantarme, es casi misión imposible. Y descansar es un privilegio que se pierde al ser madre. Muero de dolores. Al terminar el día, solo me apetece acurrucarme en mí y lamer mis heridas, sola. Porque cuando una es un perro apaleado, huye hasta de la caricia más sana que haya. Huye del amor. Y cuando sanas o crees ir sanando, te conformas con migajas de amor. Con lo que te dan. Y eso es una felicidad muy barata. El parche para seguir saliendo adelante.

Todo lo que escribo, son mis sentimientos. Y son totalmente subjetivos, pero no opinables...

A Javi por ejemplo, no le pilla de sorpresa. Suelo ser muy clara con él, no me cuesta verbalizar mis sentimientos. Cada vez menos. Siento igual que los demás. Y si me encuentro mal, lo digo. No tengo por qué esconderme o fingir que todo está bien.

Tenemos ideas diferentes de bastantes temas. Yo pienso que un beso salva vidas, y un abrazo más. Él piensa que el beso está sobrevalorado. Yo pienso que hablar, ayuda... Porque todo lo que no sale, se enquista. Y él, prefiere estar detrás de una pantalla con un vídeo. 

En mi opinión, mi humilde opinión... Un beso a tiempo, un abrazo de alguien a quien quieres. Un... "estoy aquí y siempre estaré", ayuda, salva. Sentir la compañía de alguien cerca, es algo absolutamente maravilloso. Él sabe que me encanta dormir abrazados. Lo que no sé es si sabe es lo que me relaja y me tranquiliza que me eche tan solo un brazo por encima. Me ayuda a dormir y a conciliar el sueño. Seguramente pecaré de sincera. Pero vuelvo a decir que es como me siento y eso no puede entrar a valoraciones.

Lo dejo aquí, ninguna tempestad dura cien años. Saldré de todo. De estos pensamientos y sentimientos negativos. Saldré porque tengo que salir, porque merezco salir y disfrutar de las nuevas etapas que van apareciendo sin que éstas puedan conmigo... Lo sé, yo puedo.



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