lunes, 23 de diciembre de 2013

Esperando a la Primavera

Para Alex, porque la primavera siempre llega...

Paseando por Madrid, en fechas tan señalas como los son las fiestas de Navidad, la ciudad hace que el espíritu navideño te entre, te invada el cuerpo y salga mediante deseos y sonrisas de una inocente felicidad, la más parecida que tenemos a la de los niños.
Bajo este hermoso entorno, rodeada de música y luces, iba yo de su mano como un fin de semana más. Era la estampa perfecta, los sentimientos a flor de piel, la historia que tendría su final más feliz. Dos enamoradas paseando por las alumbradas calles de Madrid.
Llegó el momento de hacerles participe a todos los allí presente, lo que sentían, lo que ellos estaban viviendo en ese momento, y al fin llegó… un largo y precioso beso de amor, ¿de amor?
Mis labios de despegaron de los de él. Tras una mágica noche, algo había cambiado, y ese cambio también lo veía en sus ojos. Me quedé pensando, dubitativa. Serían cosas mías. Volví a intentarlo, le volví a besar, esta vez con mucha más pasión que la anterior. ¿Con más pasión? ¿Y la pasión? Nos volvimos a mirar.
-          ¿Qué pasa? – Preguntó él.
-          ¿Lo has notado? – pregunté segura de que él lo había sentido también.
-          ¿Notar el qué?
-          Creo que es el “no notar”
Me quedé pensando, como explicar lo sucedido, como entender lo que allí había pasado.
-          Ha sido raro…
-          ¿Qué ha sido raro?
-          El beso.
-          ¡Ah! El beso…
El beso fue en mi opinión, como besar a tu padre o a tu mejor amigo, como besar a tu brazo cuando de pequeña entrenas para el día que te toque e impresionar al otro, ¿sabéis? Justo en el momento en que rocé sus labios, la pasión me abandonó, el amor se quedó, pero el amor fraternal solo y todo lo que te envuelve en un coro con voces angelicales cantándote mientras besas al chico que amas se fue acompañado de las mariposas de mi tripa. El frío nos invadió envolviéndonos a los dos y matando todo prueba de una primavera que se supone que debería aparecer entre nosotros, y que sabemos que solía aparecer entre sábanas por la noche, aunque por la ventana viéramos nevar.
-          Sí, el beso.
-          Es cierto, ha sido… raro.
Volví a besarlo, como queriendo reanimar a la primavera que nos había dejado en el invierno más frío que recordaba.
-          Para.
-          Será mejor… - le solté con cuidado.
-          Yo… pensé, que… - hizo una pausa como, asimilando este nuevo revés que nos da la vida – yo te he querido durante tanto tiempo. He luchado por ti hasta dejarme el alma, que ahora que te tengo…
-          Siempre pierden valor las cosas cuando las conseguimos.
-          Puede ser, pero… te sigo queriendo, aunque creo que no te amo.
-          ¡Iba a decir justo lo mismo!
-          ¿Sí? – sonrió, aunque esa sonrisa no llegó a sus ojos – Supongo que me sentía obligado a dar una oportunidad a lo nuestro… y darle un final.
-          Si este es nuestro final… Es un final feliz.
-          Es el mejor final que hubiera pedido para nosotros – me abrazó y me susurró un “te quiero”, aunque sabía perfectamente que ese te quiero no llevaba ni una sola gota de amor.
-          Yo también te quiero.
Estoy de acuerdo con él, en que necesitábamos darle un fin a esta historia. La vida me ha dado un nuevo amigo, un amigo realmente especial con el que poder contar para todo. Su edad, su experiencia, me aportan tantas cosas que perderle pos un amor no correspondido hubiera sido una verdadera guarrada del destino.

Y aquí estoy. De nuevo, sola. Con un amigo más. Viendo el frío de ahí fuera, en una ciudad mucho más pequeña que Madrid. Pensando en que las historias de amor, pueden tener su final feliz. Ahora lo que toca, es esperar a la primavera.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.