Volveré a usar este blog como diario. La verdad es que es un día en que necesito expresarme.
He empezado a trabajar en una empresa que no se dedica a nada que yo haya conocido antes y a nada a la que me gustaría dedicarme. Pero esto es España y el trabajo como las lentejas, si no las quieres... las dejas.
En este momento entiendo a cada persona que dejó atrás su casa y se marchó fuera en busca de un buen futuro, el futuro que aquí no hay. Prácticamente tengo que aportar de mi bolsillo para poderme mantener en este trabajo. El ambiente está caliente, se nota que falta algo o que sobra. Sobran demasiadas injusticias y faltan todos los derecho que en la ley vienen escritos y que tanto nos costó, en un pasado, conseguir.
Lo hago por mi familia. Siempre hago lo que debo, o casi siempre, me gusta ver a los míos contentos. Pero no soy feliz, no me gusta la vida que he tenido que escoger. Y es verdad, la escogí yo. Escogí hacer felices a los otros y me olvidé de mí.
Adoro estar con niños, es mi profesión, profesora y educadora infantil. Y se me olvidó echar currículos en las escuelas infantiles, porque necesitaba un trabajo rápido y para ya. Es injusto, tener estudios y no dedicarte a lo que en realidad te gusta y te motiva. Mi profesión no es un trabajo, al menos para mí, es una vocación, una forma de vida. Enseñar, hacer crecer a niños para lanzárlos a esta vida e intentar que tropiecen lo menos posible. Depositar todos tus conocimientos en ellos.
Pues siento decir, que hasta aquí. Quiero mi vida, quiero ver mis deseos cumplidos, y siempre me repito esto, pero quiero elegir no el camino correcto sino el que me haga feliz, y creo, que el camino que te hace feliz es en realidad el correcto.
Me bajo de las masas, del mundo si hace falta. Pero todos merecemos la vida que elegimos, la que queremos y no deberían existir trabas para conseguirlo, y con ello no me refiero a utopías, a viajes a la luna y otras cosas imposible, me refiero a que si te gusta sentarte a leer, tengas un rato para hacerlo, y a quien le guste comer, que lo haga sin remordimiento. De todas formas, no creo que nada sea imposible, sólo es más difícil conseguirlo.
Como diría mi padre, todos podemos llegar a ser médicos, otra cosa es que sea un Ramón y Cajal.
Yo quiero volver a ser la niña que jugaba con su pizarra y explicaba los números a los peluches que ante ella se sentaban. Quiero mi cuento de Peter Pan, crecer no significa hacerse viejo, perder la inocencia o aceptar las imposiciones que otros quieran. Crecer es ser uno mismo y luchar por lo que se quiere sin temor a nada.
Patricia Izquierdo Díaz