domingo, 26 de junio de 2016

El hotel

No teníamos dinero para el hotel pero decidimos que esa noche había que vivirla a lo grande, sabiendo que hay noches que nunca vuelven. No fuimos al mejor hotel de la Gran Vía de Madrid y encargamos cuatro benjamines de champán y fruta. Hicimos el amor como siempre, es decir, como nunca. Ella era única. Sus besos tenían algo de las alas de pluma. Ella era de algodón, una ducha a pleno sol. Era necesaria. Por la mañana bajamos sin hacer ruido. Esperamos a que en el lobby hubiera mucho tráfico para salir corriendo. Me acuerdo de la policía viniendo a mi casa meses después exigiendo que pagáramos el hotel. Mi compañero de piso lo hizo con gusto. Ha pasado el tiempo, concretamente 28 años desde aquella noche en que tú tenías 30 y yo 31, y sigues a mi lado. Aún te veo pasar por la casa flotando de una habitación a otra, oyendo tu respiración por la noche y aunque, como dije, hay noches que nunca vuelven, te amo tanto que me parece que nunca llegamos a salir de ese hotel.

La triste historia de tu cuerpo sobre el mío
Marwan


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