lunes, 30 de noviembre de 2020

En los cuentos te rescata un príncipe. En la vida real una amiga.

 Hace mucho tiempo que no escribía, no porque ya no lo necesite sino porque ya no tengo tiempo. Pero llevo una semana dándole vueltas a este texto.

Primero quiero darte las gracias por meterme en una nueva aventura, de tu mano, como hemos hecho tantas y tantas veces desde que nos conocimos en la universidad. Gracias por acordarte de mí cuando más necesitaba volver a mi vida laboral, cuando más necesitaba volver a sentirme valorada en este ámbito.

Sé que te da mucha vergüenza que escriba cosas de ti, pero quería agradecerte mi fácil adaptación en el cole y que una de las ilusiones que tenía de trabajar con una de mis langostinas, la has hecho realidad. Que volver a verte cada día es lo mejor, y trabajar a tu lado, un placer.

Así que gracias, gracias por seguir sumando momentos, experiencias y días, cuando pensaba que verte se iba a convertir en una vez al año, ¡pues mira! La vida. Todas las cosas suceden por algo, y si la cosas va de estar juntas, mejor.

Te quiero, Pa, desde que pasabas apuntes con tu tablet, desde ese mítico viaja a Mallorca, a cada quedada en Primark comprando lo que sea... y por supuesto, te quiero también de compañera en clase.



sábado, 21 de noviembre de 2020

Tú ya no sales

 ¿Sabes todos esos sueños y proyectos de los que te he hablado sin parar?

¿Sabes esos viajes que solo con pensar en ellos me hacían sonreír?

¿Recuerdas cuando las cosas no salían y yo lo seguía intentando?

Pues en todos esos proyectos, tú ya no sales.

Contaba contigo, pero decidiste que arriesgar por tus sueños era demasiado para ti.



A punto

 Y estás ahí, a punto de darle a enviar. Esperando una respuesta que no sabes si llegará. Quizá estás soltando todas tus vísceras para alguien que no tiene corazón.

En todo cas, ya has decidido que sí, que lo de borrar ya no lo contemplas.

Que la noche siempre dice medias verdades y tú siempre fuiste la empalagosa mentira entera.



viernes, 20 de noviembre de 2020

La chica del metro

 

Era viernes noche en Madrid. Oleadas de personas llenas de prisa se desplazan hacia todas partes y te hacen sentir partícipe del ritmo de vida madrileño y de su magia. Algo irónico, porque, precisamente, lo peor de Madrid es ese estrés que todos te transmiten con tanta facilidad. Voy vestido de traje y corbata –acabo de salir de trabajar-, algo que me ilusionaba mucho cuando conseguí el trabajo, pero que en pocos días he empezado a odiar. Me parece algo caro, incomodo e innecesario, aunque supongo que no estoy para exigir.

He quedado con un amigo del pueblo en las afueras de Madrid, cerca de donde vive, para irme con él en su coche y así pasar el fin de semana en casa. Ahora mismo me siento un poco nervioso porque es la primera vez que cojo el metro –llevo muy poco tiempo viviendo aquí, y para ir al trabajo no lo necesito-. Voy solo, como todo lo que hago en esta ciudad –aquí estoy lejos de familia o amigos y apenas conozco a nadie-. Al subir al tren, consigo asiento en un rincón. Inmediatamente después, un poco avergonzado por estar rodeado de tanto desconocido, dirijo mi mirada hacia el suelo e intento pasar desapercibido en un vagón atestado de gente.

“Al final no se ha dado mal”, me repito una y otra vez. Por norma general me considero bastante inseguro, y salí del piso con el miedo a equivocarme de tren o a protagonizar una de mis frecuentes torpezas, pero al final no he tenido ningún contratiempo.

Las paradas se van sucediendo y, poco a poco, el metro se va vaciando de gente según vamos recorriendo la línea. La mía es una de las últimas paradas, y ahora, con el vagón algo más vacío, me siento más valiente para levantar la vista y fijarme en las personas que quedamos en él. Quienes más llaman mi atención son un matrimonio joven, que están sentados a mi lado intentando controlar las trastadas de su hijo pequeño, al que ya se le ve en la cara que es un diablillo. También hay dos chicos, de unos veinte años, que van escuchando música, un tanto rara, a través de un altavoz portátil, cosa que no entiendo y que me molesta a partes iguales. Uno de ellos luce una camiseta en la que aparece una foto de Michael Jordan con una de sus citas célebres: “Key to success is failure”. Y, la persona que más me llama la atención, es ella. Es guapa. Guapísima. De pelo negro y uno sesenta y pico de altura, estimo. Lleva una sudadera gris ceniza, unas mallas negras y unas zapatillas de color blanco nuclear. Ella sola ilumina el vagón. Me atrevería a decir que su sonrisa destaca más que la luna llena sobre el cielo estrellado que luce hoy, orgullosa, Madrid. Va acompañada de un chico, supongo que será su novio. Tras deducirlo, siento envidia de él y vuelvo a mi mundo.



lunes, 16 de noviembre de 2020

Al final el problema no era yo

 Hay personas que tardan años en darse cuenta de lo que uno vale. Es irónico, porque pese a que nos pasamos toda la vida esperando encontrar a alguien que nos quiera, cuando nos lo ponen fácil no lo valoramos por parecer insuficientes. Y así nos pasó. Yo estaba ahí para ti, para lo que necesitases cuando lo necesitases. Te quería. Me hacían feliz cosas tan estúpidas como conseguir que sonrieras o que contases conmigo el primero cada vez que tenías un problema. Te quería tanto, que nunca me di cuenta que cuando te ofrecía mi mano. No lo hacías a propósito -o eso quiero seguir pensando a día de hoy-, pero lo hacías.

Siempre pensé que algún día te darías cuenta de que no podría haber otro chico que tuviera tantas ganas de quererte como yo. Que tarde o temprano vendrías a mí y me pedirías perdón por no haber venido antes, mientras yo te abrazaría fuerte y te diría que no pasa nada. Estaba completamente seguro de que eso tendría que funcionar. Pero no, no funcionó. Contigo pensé entonces que había aprendido cómo funcionaba el amor, que no podía seguir dando tanto sin recibir algo antes. Que no podía intentar enamorar a alguien siento bueno, cariñoso y atento.

Han pasado ya varios años y, aunque he tardado mucho tiempo, al final creo que he aprendido cómo funciona el amor realmente.

El problema no era yo, ni que estuviese siempre ahí, para ti, tratando de enamorarte siendo tal y como soy. El problema fuiste tú, que no parabas de quejarte de que nadie te trataba bien, y fuiste tan gilipollas que dejaste escapar a la única persona que sí lo hacía.



Te quiero (mucho más de lo que expresan esas palabras)

 Escribo esto con miedo a no conseguir plasmar todo lo que siento. Es un poco como lo que me pasa contigo. Te digo trescientas veces al día que te quiero porque es una expresión que se me queda corta, o más bien, es una expresión que todos, sin medir su importancia, regalan a cualquiera. Es por ello por lo que al decírtela la percibo como devaluada. Porque cuando te lo digo a ti, pretendo darte a entender que el punto que marca el antes y el después en mi vida, eres tú. Te quiero, varias veces más de la dimensión que abarca esas palabras.

Creo que el amor son dos personas que se dan la mano sin apretar demasiado, confiando en que no se van a soltar el uno al otro. Por eso es tan difícil que funcione, porque a veces uno siente la necesidad de apretar por los dos, o el otro se siente demasiado apretado y por ello no puede irse. Ausencia de equilibrio que desemboca en destrozo y destrozados. Suerte que en el nosotros en el que ahora vivimos, sí percibo ese cincuenta y cincuenta. Por eso, contigo, nunca tengo dudas.

Y aunque ya lo sabes, me gustaría decirte nuevamente que yo nunca voy a ponerte condición o voy a apretar demasiado. Me enamoré de ti cuando eras libre, y libre te quiero. Únicamente, mientras quieras y mientras quiera, voy a dedicarme a quemar meses contigo. Si la cosa funciona, a coleccionar años. Y si esto es definitivo, a gastar el resto de tiempo de vida que me queda, a tu lado, invirtiendo en nuestro nosotros lo más valioso que poseo.

Lo que quiero trasmitirte, lo que quiero expresarte, se puede resumir en un: Ojalá funcione.

Porque como ambos leímos en aquel libro de Albert Espinosa: 

"Puedo vivir sin ti, pero no quiero".

Te quiero.

*(mucho más de lo que expresan esas palabras)



domingo, 15 de noviembre de 2020

¿Qué es ser feliz?

 Realmente yo no sabía dar respuesta a esta pregunta hasta que te conocí. Supongo que estaba subido en el tren equivocado, y en él no me lo explicaron como tú. Nada grave ya, sólo errores que todos hemos cometido alguna vez. Y menos mal que subiste para sacarme de ese tren, porque estaba destinado a descarrilar conmigo dentro desde el momento en el que me subí.

El caso es que comenzaste a enseñarme que era eso de ser feliz con pequeños detalles, con risas y momentos sencillos, pero nuestros. Yo más que gusto le fui cogiendo vicio a eso que experimentaba contigo; "eso que sientes es ser feliz", me decías. Y adicto a ti, fueron pasando los meses.

Aprendí que ser feliz no está ligado a que sea fácil. Porque en lo fácil no se puede saber si está lo duradero. Y llegaron los kilómetros, las ausencias y la ansiedad por esa droga de ser feliz que tú me das. Y aunque fueron meses duros en los que la mayor caricia que nos dábamos era un "buenas noches" por WhatsApp, sobrevivimos.

Hoy estamos juntos. Drogados por lo que sentimos el uno por el otro. Y tras los errores, lo fácil y lo difícil, por fin puedo responder qué es ser feliz. Ser feliz es estar contigo.




Tu puto lema

 Tú sabías que esto no iba a ser fácil. Precisamente por eso lo querías. 

No eres ni la primera ni la última persona que se estanca, que siente que no avanza o incluso que comienza a pensar en rendirse. Es lo que tiene cuando se intenta conseguir eso que los demás tachan de imposible.

No tires la toalla. Te lo pido por favor.

Sé que tienes la cabeza de dudas y que rendirte comienza a no sonar mal, pero no puedes hacerlo. Tienes que seguir. Es más, quiero que sepas que esta frustración es buena. Que este sentimiento de estar haciendo las cosas mal o de que no salgan como deberías no es malo, sino una señal de que vas por el buen camino. Imagina que es como una frontera. Aquí es donde "los que hablan mucho y hacen poco" se rinden. El momento exacto idóneo para demostrar que somos distintos. ¿Acaso no eres alguien distinto al resto?

Pues DEMUÉSTRALO. Estamos rodeados de personas que hablan mucho, piensan poco y hacen menos. ¿Quieres ser como ellas? Pues entonces da un paso adelante. Sigue intentando cosas. Sigue luchando. Reinvéntate. Medita si realmente estás dando el cien por cien. Si es que no, comienza a darlo. Si es que sí, no es suficiente, da el ciento veinte. Y si tienes que volver al principio, vuelve. Ahora eres más fuerte que cuando empezaste y es más probable que lo consigas. Y sigues, mañana lo seas aún más.

Grita a los cuatro vientos: "ESTO NO SE ACABA HASTA QUE YO GANE". 

Que sea tu puto lema.

¿Qué otros lo han conseguido? Significa que tú también puedes. 

¿Qué no lo ha conseguido nadie? Mejor. Tú serás la primera persona que lo logre.

Es difícil porque merece la pena. Y lo quieres porque es difícil. No lo olvides.

"ESTO NO SE ACABA HASTA QUE YO GANE". Recuérdalo a todas horas.

Y sigue luchando.



sábado, 14 de noviembre de 2020

Magia

 Desde pequeños, siempre me han hecho creer que la magia es cosas magos, que tiene truco y que no existe, pero es porque no te conocen...

No saben que la magia es verte despertar a mi lado, sin prisa. Como si el tiempo esperase a que nos diésemos un poco más de amor hasta ponerse en marcha. Lo que nosotros queramos y cuando lo queramos.

No saben que la magia reside en los pequeños detalles, como, por ejemplo, en tu forma de coger el café con las dos manos como si fuese una niña pequeña a la que le da miedo que se le caiga al suelo su taza favorita, o en tu forma de morder el bolígrafo mientras estudias y, sobre todo, en esa manera que tienes de jugar con tu pelo cuando estamos tan cerca el uno del otro que ni el aire se atreve a molestarnos.

No saben que la magia es tener un mal día y que aparezcas tú de repente, por detrás de mí, tapándome los ojos y preguntándome: "¿quién soy?", convirtiendo un insignificante a cualquier problema por saber que te tengo a mi lado para enfrentarlo. Como si estos fuesen un mar y tú el barco de rescate.

No saben que la magia es todo lo que tenga que ver contigo.



El juguete roto

 Hace unas noches volví a soñar con que me dejaban. Recuerdo el sentimiento de estar sola rodeada de todas mis amigas, apoyándome, como han hecho siempre. Sin soltar una lágrima. Y no porque no le quiera. Sino porque siempre tengo a mano ese escudo que cada día es más fuerte, más robusto, más a prueba de balas, más impermeable a cualquier emoción humana.

El vacío, el dolor, el recuerdo de los que anteriormente lo hicieron se juntó, y aún así, no lloré, no sentí. Es como si un juguete no pudiera estar más roto, un juguete que ya no funciona, ni funcionará. Un monstruo lleno de cicatrices, de heridas, frío. Pero es que cuando has rozado el fondo, cuando perdiste todos los caminos, cualquier luz que te iluminara, cuando te sumiste en la oscuridad más dolorosa, pocas veces sales ileso de ello.

Vi la película del francotirador, no sé si la habréis visto, pero me siento algo identificada con el personaje. Ves, sientes, haces, te hacen cosas que te marcan de tal manera que no vuelves a ser tú, que tu esencia se pierde con cada disparo que recibes, que tu forma de ser, tu amor hacia los demás se va junto con la sangre que se derramas.

Respiras, es cierto. Vives, sí. Pero los días no cuentan, los días solamente pasan. 

Eso sí, cuando desperté y le vi a mi lado. Hice lo que siempre hago cuando dormimos juntos, buscarle. Se ha convertido en mi bote cuando la marea amenaza, en mi aire cuando siento que no puedo respirar, mi suelo si siento que mis cimientos se tambalea. Le busqué y le toqué. Esa es su magia, darme la paz que necesito hasta cuando él duerme.

No es mi pegamento, no es mi escudo, ni es mi príncipe azul que vino a salvarme de toda la mierda que tengo encima, no es el borrador que vino a limpiar mi pasado. Es la paz, la estabilidad y la felicidad que un juguete roto necesita para volver a vivir.



El pajarillo y la tortuga

 Es difícil escribirte algo porque todo lo que tenga que ver contigo siempre es difícil. Tú eres así. Libre, loca y aventurera. Hoy aquí y mañana allí, como si fueras un pajarillo que vive con la única preocupación de encontrar a la próxima rama en la que posarse.

Algunas veces me he preguntado si yo para ti he sido tan importante como tú para mí. No sé, yo antes de conocerte era como una tortuga, alguien que iba despacio por la vida, escondiéndose en su caparazón a las primeras de cambio y lleno de inseguridades y miedos a todo. Y apareciste tú, contagiándome tu filosofía y tus ideas. Tardé un tiempo, pero quiero que sepas que conseguiste que al final cambiara mi caparazón por unas alas. También quiero que sepas que ya no soy una tortuga miedosa.

Ahora sé que, para llegar a ser quien quiera ser, necesitaba estar contigo durante un tiempo. Me faltaba acción y me sobraban dudas, pero por suerte me lo hiciste ver. Y vale que no podíamos estar juntos para siempre, porque tú eres muy especial y yo creo que tampoco me quedo corto, pero sí creo que estuvimos el tiempo suficiente para que dejases huella en mí.

No sé cómo ni dónde vas a terminar con la manera que tienes de ver la vida, pero yo, sinceramente, creo que no te va a ir mal. Piensa que, mínimo, le has cambiado la vida a alguien, y creo que, solamente por eso, ya merece la pena todo lo que eres.

Más de una vez he pensado que me voy a encontrar contigo cualquier día por Madrid, y también más de una vez he pensado que no, porque quizás estás en Francia, en Australia o de mochilera en Sudamérica. De ti no me iba a extrañar nada.

En cualquier caso, si lees esto, gracias por haberme enseñado a volar.



jueves, 12 de noviembre de 2020

Regalos

 A veces por compromiso, otras por cumpleaños, aniversarios o cualquier fecha que marque el calendario, y otras veces porque sí. El motivo quizá es lo de menos. Lo que quiero resaltar es que, si hay algo que nos gusta a todos, sin excepción, es recibir un regalo.

Recuerdo que cuando era pequeño me hacía un montón de ilusión recibir regalos. En el fondo me daba igual lo que me regalasen, yo era feliz con poder destrozar el papel que lo envolvía y descubrir lo que había dentro.

Con el paso de los años sigo igual. Me hace ilusión hasta abrir los paquetes de las cosas que compro por internet. No sé, creo que los regalos tienen magia y que son una excelente manera de demostrar el amor y aprecio que sentimos por alguien. De hecho, soy la típica persona que te va a estar tan agradecida por haberle regalado algo que, aunque no me guste nada, jamás sería capaz de admitirlo. La intención está ahí. Ya también soy de los que piensan que eso es lo importante.

Para mí, el secreto de un buen regalo es conseguir que despierte emoción en la persona que lo recibe. Hay gente que parece que piensa que para que un regalo sea bueno tiene que ser caro. Para nada. De hecho, da igual lo caro que sea, su envoltorio y todo. Lo importante es entender que, a más emoción causada, más has acertado a la hora de escogerlo. Y si se conoce bien a la otra persona, hasta con un pequeño detalle -eso sí, el adecuado-, se puede hacer el mejor regalo del mundo.



Nuestro secreto

 De fondo, nuestra canción favorita. Tú, yo y dos Desperados haciendo de ese rincón del pub el metro y medio cuadrado más mágico del mundo. Y nos sobra, porque nos sobra todo lo que no sea estar juntos a todas horas.

En ese rincón se nos ve tan felices que nos odian, mientras nosotros les sonreímos despreocupados por lo que puedan pensar. Les puede la envidia de que hayamos encontrado pareja de baile a nuestros defectos, y que encima parezcamos felices. Que todos quieren a alguien que les ría como me ríes tú, y todas quieren a alguien que les mire como te miro yo. 

Ese es nuestro secreto, la facilidad se sentirnos la pareja perfecta cuando juntamos nuestras imperfecciones y nos reímos del mundo.



martes, 10 de noviembre de 2020

Lo que le diría a mi yo de 18 años tras conocerte

 Todos nos hemos sentido alguna vez como una pieza diseñada para un puzzle que no existe. Y, cuando esta sensación nos golpea de lleno, nos hace sentir mal. Tremendamente mal, diría. Te llega a hacer creer que no vales nada. Que eres una persona rara, extraña y que tienes que cambiar. Que tienes que amoldarte al resto para que alguien pueda fijarse en ti. Al menos a mí me ha pasado durante demasiados años.

Ojalá cuando tuviésemos dieciocho años pudiésemos tener una breve charla con nuestro yo de diez años después. Aunque sólo sea para recibir un consejo con el que afrontar el futuro.

Yo, si ahora tuviese esa oportunidad, sé que le diría a mi "yo" de 18 años: "No cambies por otros. No pierdas tu esencia ni lo que te hace único. Te prometo que van a llegar muchas personas iguales o más raras que tú y te van a hacer feliz. En especial una. Ya lo verás. Te lo prometo. Tú sólo céntrate en no dejar de ser tú".



Mírate

 Mírate.

Cuando te despiertas por las mañanas, iluminas al que se cruza contigo como si fueses una pequeña estrella fugaz.

¿Sabes lo que me viene a la cabeza cada vez que te veo?

Pedir un deseo.

Y tú, como entendiéndome por telepatía, me lo concedes en forma de beso.

Mírate.

Que haces del mundo un lugar mejor con sólo existir.

¿Sabes lo que quiero cuando pasan diez segundos sin tenerte enfrente?

Volver a verte.

Y tú, como sintiendo lo mismo, siempre tienes un plan para quedar.

- Mírate. Eres increíble.

- No soy para tanto - contestas.

Te callas. Vuelvo a insistirte.

- Mírate. Pero esta vez, hazlo como yo te miro.




lunes, 9 de noviembre de 2020

Eso es todo

 Yo no quiero atarte con una etiqueta o estar contigo a toda costa. Tampoco quiero agobiarte o que seamos algo. Lo único que yo quiero es que desees quemar horas conmigo. Que te lo pases bien a mi lado. Que disfrutes. Que rías... Cada vez que consigo sacarte una carcajada es como si le metiese un gol a lo puta que es la vida, y eso me hace feliz. Tremendamente feliz.

Digamos que no quiero tocar por si se rompe. Me conformo con que sigamos despeinados por enfrentarnos juntos al viento en contra. Con que pasen los días y siga todo igual. Con esos abrazos tú sabes dar y que siempre llegan cuando más se necesitan. Eso es todo.

Yo no quiero que seas algo mío, sino que cuando puedas elegir libremente, me elijas siempre a mí.



Pídeme que esto no sea para siempre

 Píntate los labios de rojo, péinate el pelo como tú sabes, ponte tus tacones más altos, tu vestido más corto y saca las ganas que tienes de mandarlo todo a la mierda, conmigo. Usa ese perfume que me tiene domesticado a tu cuello cual perro con correa, a menos de un metro de ti y bajando con cada copa y cada susurro. Baila conmigo, aunque no tengamos ni puta idea de compases ni ritmos. Bésame y dime que nos vamos de aquí, que me prepare para la guerra. Tírame contra la cama y dime que hoy mandas tú. Hazme amanecer con manchas de tu pintalabios por todo el cuerpo, exhausto, del empeño que le hemos puesto para que los vecinos tampoco duerman esta noche. Cuélate en mi sueño mientras duermo y déjame exhausto ahí también. Dime que lo nuestro es droga y que tenemos mucho vicio. Decora mi habitación con tu vestido tirado por el sueño y cada uno de tus tacones en una esquina de la habitación, marcando el norte y sur del reino de fantasía de la habitación, marcando el norte y sur del reino de fantasía que nos montamos con una cama y dos copas de más. Átame a la cama si te digo que tengo que ir a trabajar.

Pídeme que esto no sea para siempre, pero no termine nunca.



Quiero verte

 Quiero despertar todas las mañanas y contemplarte desnuda a mi lado, prohibiendo que te vistes hasta haber posado mis labios por todo tu cuerpo. Ver películas de terror y hacernos compañía en el insomnio bajo las sábanas. Ser el abrazo que buscas los días que no te sientes bien. Escuchar tus delirios y decirte que yo también los tengo. Seguir conociendo todos tus miedos para ayudarte a vencerlos uno tras otro, o para escondernos juntos de aquellos que compartimos. Ir de concierto en concierto importándome más la compañía que la música. Susurrarte lo increíble que me pareces a todas horas. Malacostumbrarte a que te sientas deseada a todas horas. Conseguir que no vuelvas a pensar que nunca te ha ido bien en el amor. Hacerte reír, mucho; porque a mi sonrisa le sienta bien la tuya, y una boca como la que tienes si no está besando o riendo es un desperdicio. Que continúes respondiendo "sí" a cualquier plan que te proponga, llenando uno y mil sobres con entradas y tickets. Idear fugas, del trabajo o de la rutina, siendo sólo dos locos que por ir de la mano se creen que pueden con todo. Aumentar la colección de fotos que tenemos juntos y que nunca se verán en Facebook. Quemar nuestros sueldos en cenas y viajes. Compartir más domingos de desayunar una Desesperados y al otro en la cama.

Verte. Sólo necesito verte en grandes cantidades.

Porque ya me he acostumbrado a la palabra "contigo", y Madrid empieza a quedarme grande cuando la conjugo sin ti.



El amor es querer como si fuese a ser para siempre



 - Lleváis pocos meses juntos y hablas como si ya fuese seguro que te vas a casar y tener hijos con ella. Como si fuese a ser para siempre.

- ¿Conoces otra forma de amar? No creo que se pueda querer con el freno pisado, sin soñar, sin hacer gilipolloces como imaginar un hijo con los apellidos de los dos. Dudo mucho, además, que pueda ser duradero un amor en el que no creas que vaya a ser para siempre. Piénsalo, decirle a alguien "te quiero" y a la vez pensar: "pero no sé si mañana o pasado voy a quererte igual". Por supuesto que es pronto, pero las ganas son más del cincuenta por ciento de cualquier cosa en la vida. y si sintieses lo que siento yo a su lado, hazme caso que tampoco te faltarían. Es que, la tengo delante y, bueno... a mí me cuesta decir te quiero, ¿sabes? Decir eso es abrir una parte de ti por donde puede entrar la mayor de las alegrías y la peor de las penas, por eso nos aterra decirlo. Lo que pasa es, como te iba diciendo antes, que la tengo delante y con ella veo claro arriesgarme. Por eso lo hago así, porque con ella es fácil hablar como si fuese a ser para siempre.



NOVIEMBRE 2020

 1. Te vi y supe que no querría dejar de estar cerca de ti. Tienes la capacidad de hacerme sentir que soy yo mismo cada minuto que estoy contigo.

2. Y llega un día cuando te empieza a importar una mierda lo que haga, lo que diga y con quién esté. Te da todo igual. Y qué bien sienta eso.

3. Siempre estará esa persona que nos hace temblar cada vez que nos la cruzamos. Que le diríamos mil veces «Te quiero» y no lo hicimos ninguna.

4. No te voy a decir que todo irá bien porque seguramente sea mentira. Pero ahí estaré para abrazarte cuando toquen los días malos.

5. Cuántos lados de camas vacíos a estas horas, guardados para personas que nunca regresan.

6. Vas a tener que agarrarte a las sábanas apretando las manos. Vas a tener que mirar hacia arriba mientras paso la lengua entre tus piernas.

7. Anda, si nos gustamos mucho. Vamos a fingir que no nos importamos e ignorarnos todo el rato. Que eso vale muy bien para ser gilipollas y eso.

8. La mejor forma de decir las cosas no precisa ninguna palabra. Con caricias.

9. Pues sí, parece que las casualidades insisten. Contigo.

10. Nos pasamos la vida confundiendo querer con las ganas de follar y el amor con la rutina.

11. Hay distancias de kilómetros en el mismo sofá y abrazos que se sienten cerca enviados desde la otra punta del país. Todo depende de las ganas.

12. Has elegido mal escondiendo todo lo que callas en esos ojos que tanto hablan cuando me miran.

13. Dos personas tratándose como extrañas cuando conocen incluso cada lunar de sus cuerpos. La vida.

14. Si perdonas una infidelidad, cuando te lo haga por segunda vez va a ser más culpa tuya que suya.

15. Si te preguntas si te quiere, ya te respondo yo. No te quiere.

16. No sé si será un final feliz, pero tienes pinta de ser un viaje inolvidable.

17. Esa persona que conoces y te inspira más confianza en diez minutos que la mayoría de la gente en toda la vida.

18. Lo peor de la soledad es que nadie te acaricia el pelo antes de dormir.

19. Mi canción favorita es cuando gimes en mi oído.

20. Todo parece un cuento. Me miras sin venir a cuento. Apareces sin venir a cuento. Me besas sin venir a cuento. Y qué quieres que te diga, no dejes de contarme este sueño. No dejes de hacerlo.

21. Como cuando tengo un déjá vu de ti con otras personas. Sucedáneos de mierda.

22. Hay mil cosas de las que podría acordarme. Pero luego están tus manos. Y nada supera eso.

23. ¿Qué pasaría si se descubrieran a la vez todos los secretos del mundo?

24. Tu espalda es una suite de lujo para mis labios.

25. Ese momento en el que te das cuenta de que ya nada es igual. Que ya no te escribe. Que ya no se acuerda de ti.

26. Ya, si luego aparece alguien que nos descoloca un poco lo que creíamos controlado y nos acojonamos fuerte.

27. Anda, que no veas cómo nos pone lo imposible.

28. Si hay sonrisas imposibles de disimular son las de después del orgasmo.

29. Un sofá, muchos conguitos de chocolate blanco y tus besos. Nada más.

30. De repente suena una canción que te transporta diez años atrás en un suspiro. Como si fuera magia. Sonando como el primer día.

31. Tanto tiempo intentando cerrar las heridas a base de cualquier cosa y pretendes aparecer ahora, sin avisar, como si no hubiera pasado nada.