Madre mía, estos días han sido de infarto.
Me están siguiendo más de mil personas por días. Para un humilde blog como el mío, que sólo pienso en expresar lo que pienso o lo que me toca mi corazoncito, ¡es una pasada!
No he tenido ocasión de agradecerlo bien porque no tengo tiempo de escribir como me gustaría, ni contestar a los cientos de mensajes que estoy recibiendo. ¡Qué maravilla! Porque son increíbles! Por suerte, estamos haciendo una comunidad muy sana que se caracteriza por la diversidad y el respeto de todos, y por qué no, del amor. Gracias por compartir conmigo tanto, mis recopilaciones, mis escritos, vuestras historias, que son las más importantes y son la base de este blog, que empecé escribiendo por no sentirme tan sola ante mi vida y mis dramas. También mis comedias y aquellas historias que empezaron siendo dramas y después, nos reímos todos de ellas.
Gracias por hacer mi sueño realidad. Y ésta vez, me ha picado la mosca de la curiosidad. Facebook se ha puesto en contacto conmigo para incluir anuncios. Tengo varias propuestas encima de la mesa, pero... me da miedo. Siento vértigo de poder conseguir aquello que he deseado tanto. No sé ni cómo empezar, si puedo poner aún más de mi parte, si vosotros podéis ayudarme. No lo sé. Sólo quiero conseguir mi objetivo, que por una vez en mi vida me parece alcanzable.
No quiero ser influencer de nadie. Ni siquiera la que oriente a personas perdida, pues la más perdida soy yo. No soy psicóloga, pero sé escucharte y siempre estaré a un mensaje de distancia para todos vosotros. Espero seguir creciendo, que vosotros, partícipes de ello, lo sigáis viendo, que alimentéis mis ganas de seguir trabajando, exponiendo unas pequeñas parte de mí, y sentir que al otro lado de la pantalla hay una mano tendida. Ayudémonos, enseñemos al mundo de qué estamos hechos. Y que en todas nuestras ventanas hay una historia que merece ser contada.
Gracias, una y mil veces más.